La ilusión de mi infancia era llegar algún día a defender la camiseta de la UD Las Palmas, el equipo de la ciudad donde nací, el equipo al que el Real Madrid le robó una liga, una eliminatoria copera y algún que otro partido en que se llevó los puntos con injusticia. Al margen del equipo amarillo, apreciaba al Atlético de Madrid por el delantero José Eulogio Gárate y otros jugadores muy buenos (Adelardo, Ufarte, Reina, Heredia, Luis Aragonés y Ovejero). Después, en 1973, llegó Johan Cruyff y mi vida se volvió blaugrana por completo. Yo no he podido vestir la elástica amarilla, rojiblanca ni blaugrana, pero al menos mi hijo César puede dormir tranquilo porque tiene esta fotografía como recuerdo de haber encarnado el espíritu de la Unión Deportiva Las Palmas.
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