El próximo jueves 5 de febrero a las 8 de la tarde será presentado en el Centro de Iniciativas de la Caja de Canarias (CICCA), un libro que los canarios no nos merecemos por el poco caso que hacemos a nuestra historia y por la dejadez con que dejamos actuar impunemente a los dirigentes nacionalistas de Tenerife que pretenden arrebatar hasta el calificativo de grandeza con que desde siempre se ha llamado a nuestra isla: Gran Canaria. Un hombre nacido en ella, en Vegueta, un hombre enamorado de su tierra y que es un estandarte del archipiélago allá por donde viaja, se ha atrevido a glosar en verso la historia de las islas en un proyecto arriesgado y en apariencia anacrónico, pero en realidad sumamente ambicioso. Si en la primera entrega dio cuenta de la conquista castellana y las leyendas aborígenes, ahora le toca el turno a la empresa de Cristóbal Colón en su paso por las islas de camino a las Indias.
Conocí en persona a Justo Jorge Padrón por primera vez en una festival de Poesía de Las Palmas de Gran Canaria, un evento que apenas costaba el 10% de lo que hoy se gasta el Ilustre Ayuntamiento de Las Palmas en un Festival de Cine que no sirve para nada, como no sea para exhibir treinta películas soporíferas y lucir palmito algunas estrellas en declive o presumir de modelito de alta costura la anterior alcaldesa Josefa Luzardo. Justo organizaba los recitales y gracias a él desfilaron por la plaza de Santa Ana y el Gabinete Literario los mejores poetas del mundo, desde José Hierro hasta Derek Walcott pasando por Seamus Heaney. El agradecimiento a estos desvelos no fue sólo la indiferencia, sino la iniquidad de la crítica envidiosa. Los denigradores actuaron igual que la zorra y las uvas. No llegaban y por eso pregonaban que estaban verdes.
Justo Jorge Padrón a la edad de un año
Cabalgando a los veinte años
Mi primer contacto visual con este hombre me dejó clavado en el asiento. Una tarde en una sala repleta de personas leyó un poema sobre Borges y otro que recreaba el supuesto de haberse muerto. Comprendí que estaba ante un hombre diferente y grande, no sólo de estatura, sino también de espíritu. No tardaría en ver cómo los vulgares le criticaban. A continuación reproduzco el primer poema que escuché de sus labios:
Justo Jorge Padrón y Jorge Luis Borges en 1976


Con Vargas Llosa y Carlos Barral





Al lado de Pablo Neruda
Justo Jorge Padrón atesora además la circunstancia de haber sido el único escritor canario que ha recogido un premio Nobel de Literatura, concretamente el que le fuera concedido a Vicente Aleixandre. El poeta sevillano con hogar en la madrileña calle de Velingtonia se encontraba muy enfermo y no podía ir. Así que se lo encargó a Justo por la sencilla razón de que había sido el traductor al sueco de una antología de su obra junto al Presidente del Comité Nobel de la Academia Sueca, el gran poeta Artur Lundkvist, cuyo título es "Paradisets Skugga" ("Sombra del paraíso"). Bueno. Para qué fue eso. Desde entonces a la envidia desatada por ver a Justo en la entrega de los galardones por el rey de Suecia sólo le ha faltado poner bombas lapa en los bajos de su coche (menos mal que Justo no conduce y que yo sepa no tiene ningún vehículo).
Recogiendo el Nobel
Con Aleixandre en Velingtonia, nº 3
Saludando a sus Majestades los Reyes de España
En resumidas cuentas, los canarios tenemos a un eterno candidato al Premio Nobel de Literatura como lo fueron Borges, Proust, Tolstoi, Joyce, John Updike y el propio Vargas Llosa, escritores que se lo merecen, pero a quienes no se lo dan nunca. En la mayoría de los casos ocurre porque ya están muertos, y si tuvieran sentido de la justicia deberían considerar el otorgárselos a título póstumo. De todos modos hay siempre un rayo de esperanza. Como muchas veces se dejan guiar por criterios que más parecen políticos que otra cosa, tal vez les dé por acordarse de los escritores nacidos en territorios ultraperiféricos y no dominantes en el terreno geoeconómico. Quizá veamos un día a un premio Nobel surgido de las Islas Canarias igual que vimos a un caribeño de las Antillas Menores recibirlo en 1992. Me refiero a Derek Walcott. Por el momento ya es un orgullo y un honor saberme paisano de alguien que es el optante canario mejor situado para recibirlo en el futuro.
Con su esposa Kleo y su hija Lara en Viña del Mar (Chile)
Conmigo en el hotel Faycán de Las Palmas de Gran Canaria


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