Cuando publiqué mi primera selección de artículos periodísticos creía en la libertad de expresión, pero no había leído a Leonardo Castellani (Santa Fe, 1899 - Buenos Aires, 1981). Cuánto atrevimiento. Desconocía por entonces que "en los periódicos chillan los ignorantes para que no se oiga la voz de los sabios, a quienes no se publica", según el escritor argentino. Yo fui un ignorante atrevido. Y ahora es demasiado tarde para remediarlo. Aquí está la prueba del delito. Lo titulé Articulatoria por mi querencia a los plurales latinos y me dejó horrorizado por las 155 erratas que contenía, pese a la revisión exhaustiva a que lo sometí. Dio igual. Las correcciones no las respetaron. Ni siquiera las mirarían. Hasta en la portada aparece incorrecto el apellido "González", con "ese", lo que me pareció más bien portugués, al estilo de "Soares" en vez de "Suárez". Yo veo muchas similitudes entre el paisaje y el paisanaje lusitano y el canario. Menos mal. Después de todo qué importa. El libro ya había salido de la imprenta y no podía rectificarlo.
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