martes, 29 de septiembre de 2015

El poeta de la sensible exactitud en las palabras

 
Fernando Jiménez-Ontiveros Solís
(Madrid, 1934)
Abogado, psicólogo, informático y poeta
 
A UN PETIRROJO
 
Acampas con tu pecho almidonado,
que por prieto y garboso pareciera
una roja chaquetilla torera
sobre mi plinto verde ajardinado.
 
Pareces un maestro apresurado
que en su salida al ruedo dirigiera
el paseíllo corto hasta la vera
de las migas de pan que he derramado.
 
El agua de la lluvia es ambrosía
que beberás de nuevo en primavera
para aliviar tu sed en el estiaje,
 
sintiendo la voz de mi poesía
luciendo una vez más en la pechera
colorín colorado, tu plumaje.
 
 
Petirrojo europeo
(Erithacus rubecula)
 
A LA VENUS DE MILO
 
Qué calor, qué pasión, qué cercanía,
 tu canon florentino, tu relieve,
 esas formas labradas en la nieve...
 esa ternura inmóvil, toda mía.
 
Eres pura materia hecha poesía,
 una visión proporcionada y breve,
 una figura humana que se mueve
 aunque inmóvil esté, callada o fría.
 
¿Por qué te llaman Venus, es que fuiste
 la elegida de los dioses? Tu figura
 ¿es de mármol o es carne de tu ser?
 
En apenas un sueño conseguiste
 una belleza universal y pura
 en un perfecto cuerpo de mujer.
 
 
Venus de Milo
(Museo del Louvre en París)
 
LA BELLEZA Y LA VERDAD
EN MI VIDA
 
La belleza y la verdad, en mi vida,
son las raíces de mi pensamiento,
la savia es mi poesía, no el talento,
mi palabra, la gracia concebida.
 
Respetando la fuente recibida,
siempre poetizo aquello que yo siento,
si no gusta mi verso, lo lamento,
no esconderé la idea percibida.
 
Porque no sólo la palabra manda,
lo importante es el fondo del poema,
que fija el rumbo y establece calma.
 
Allí es donde mi hechizo se desmanda,
no hay lugar a cualquier estratagema,
obvio la imagen y desnudo el alma.
 
 
 
SONETO A MIS PADRES
 
Me disteis lo mejor de vuestra esencia
al transmitirme el germen de la vida
y vuestra fue la imagen recibida
en mi primer segundo de vivencia.
 
Nunca me repondré de vuestra ausencia,
la tuya, padre, apenas asumida
por mi mente infantil adormecida,
la tuya, madre, siempre en mi presencia.
 
En los días de amor y de bonanza,
siempre fuisteis la clave temperada
que matizó la voz de mi conciencia.
 
 Todavía mantengo la esperanza
de escuchar vuestra voz necesitada
en la suerte final de mi existencia.
 
(Poemas escritos por Fernando Jiménez-Ontiveros Solís)


Tumba en el cementerio de La Carriona a las afueras de Avilés
(Asturias)

domingo, 27 de septiembre de 2015

Sobre los lados posibles de la poliédrica realidad

 
 
LA CEREMONIA
DE LA CONFUSIÓN
 
A. no sabe nada del asunto
y lo juzga fácil de arreglar.
Vive con la energía que le da su juventud
considerando que sería sencillo de resolver.
B. ignora de qué va también, pero lo ha pensado
y construido a su modo como él cree que es.
C. alberga intenciones de utilizarlo en beneficio
propio y maquina pedir donativos para la causa.
Acaricia la hipótesis de quedarse una porción
de los ingresos, además de obtener un impulso
favorable al prestigio de su imagen.
D. no tiene ni idea y asimila lo que ocurre
con otras experiencias que ha vivido,
determinando que vienen a ser lo mismo.
 
 
 
E. lo inventa tal como le interesa imaginárselo
y afirma tajante estar seguro de que es así.
F. se ha tomado la molestia de informarse
leyendo un libro en el que ha descubierto
aspectos inquietantes del asunto que molestan
a quien quiera escucharle y tampoco está convencido
de si será cierto lo que ha llegado a descubrir.
G. lee un periódico y se siente ufano
de lo que va comprendiendo sin ser del todo
consciente de que le están manipulando.
H. ha leído en otro medio lo contrario
y se muestra tan contundente como G.
I. ha viajado al lugar de los acontecimientos
y lo que ha visto le ha hecho sentir
más confuso que antes, entre otras cosas
porque oyó disparos, explosiones de bombas,
vio mujeres ultrajadas, niños huérfanos,
hombres mutilados, cadáveres de civiles y militares,
pero no los motivos por los que se mataban.
J. filosofa que el odio es eternamente variable
y pese a que no se ve, adopta muchas formas,
por lo que esta guerra vendría a ser
una más entre otras.
 
 
El niño sirio de tres años Aylan Kurdi ahogado en una playa de Bodrum
(Turquía)
 
K. se puso a leer diferentes diarios
para extraer conclusiones y hacerse una idea
que fuera la media aritmética de todas,
pero como intuyó que estaban escritos
con falsedades, medias mentiras y verdades
a medias, ni siquiera tiene la certeza de si las cifras
divergentes que se ofrecen de las víctimas
podrían arrojar un resultado exacto.
L. no está interesado en esta cuestión
porque todas las guerras son iguales
y a él qué le importan.
M. se queja aduciendo que ya está bien;
que, por favor, no le vengan con milongas,
puesto que él con lo suyo ya tiene bastante.
N. cuenta chistes racistas sobre el tema
y piensa que gracias a su grosero humor
podrá pasar disimulado. Los que le escuchan
se tienen por tolerantes, avanzados y progresistas,
pero le ríen la gracia de todos modos.
Ñ. alega que como aquí, en su tierra, olvídate,
porque así no se está en ninguna parte.
 
 
Mercenario insurrecto combatiendo en Siria
 
O. está leyendo las crónicas de un reportero
de guerra y se siente consternado por la sangre
derramada y la crueldad manifiesta en ese territorio.
P. las lee por encima tomando un café con leche
en el bar donde habitualmente desayuna
y las atrocidades de los días previos se le olvidan
cuando echa un vistazo a las de esa misma mañana,
aunque le producen un efecto de acumulación
vaga generadora de un malestar inquietante.
Q. va directamente a las páginas de deportes
porque opina que no quiere amargarse
ni que le cambien su visión de la realidad.
R. se pone a discutir con quien sea
del asunto, no por cuestión de que sepa mucho
o poco, sino porque es un alcohólico
que busca huir de la soledad que le asusta.
 
 
La periodista Petra Laszlo zancadilleando a refugiados sirios en Röszke
(Hungría)
 
S. está escandalizado por lo que dice
haber leído un colega suyo acerca
de las implicaciones de ciertos Estados
y los intereses que se esconden detrás.
T. defiende que unos servicios secretos
están alentando el terrorismo de ese signo
para justificar después poder masacrarlo.
U. anuncia que sabe, por haber estado leyendo
documentos desclasificados en la red
profunda de internet, quién está financiando
a los rebeldes o insurgentes desalmados.
V. los llama patriotas y revolucionarios,
mártires que se inmolan por su fe en el islam.
X. insinúa que un líder de los fanáticos
vive a todo tren rodeado de lujos, viajes, drogas,
coches de alta gama y un harén ambulante,
pero que en el lugar del peligro nunca se halla.
 
 
Ciudadanos sirios arrastrando el cuerpo carbonizado de un recluta
 
Y. sospecha que tanto armamento sofisticado
sólo se puede financiar si hay implicaciones
con el negocio del petróleo o el narcotráfico.
W. aboga por suprimir las causas complejas
en lugar de atajar las simples consecuencias
del mal, si de veras se pretende solucionar.
Z. no interviene, no dice nada, está callado,
se siente minúsculo, indefenso e irrelevante,
desconocedor de las hondas raíces del problema
e incapaz de hacer contribuciones para arreglarlo.
 
(Poema escrito por Andrés González Déniz)
 
 
Niños bañándose en el agua de un cráter originado
por una bomba en la ciudad siria de Alepo

jueves, 24 de septiembre de 2015

Dos sonetos perfectos de un maestro de la poesía

 
 Carlos Murciano
(Arcos de la Frontera, Cádiz, 1931)
Poeta, prosista, traductor, musicólogo y crítico literario 

DICE EL POETA A LA AMADA
DE LA CASA QUE UN DÍA TUVO
 
Hay una casa en la que yo he vivido.
¿Fue mañana o ayer cuando vivía?
Había una escalera, un pozo. Había
un mirador, que ha desaparecido.
 
Como la casa, que también se ha ido.
Aunque llamo a su puerta, y todavía
una voz me responde. Está vacía,
pero llena de sombras y de olvido.
 
Mira: alguien ha abierto una ventana.
Por ella sale una paloma oscura
que se pierde en la luz de la mañana.
 
Lejos, dobla una torre su amargura.
Esa paloma, amor, y esa campana
están cavando ya mi sepultura.



DIU EL POETA A L'ESTIMADA
DE LA CASA QUE UN DIA VA TENIR

Hi ha una casa en què jo he viscut.
Va ser demà o ahir quan vivia?
Hi havia una escala, un pou. Hi havia
un mirador, que ha desaparegut.

Com la casa, que també s'ha anat.
Encara dic a la seva porta, i encara
una veu em respon. Està buida,
però plena d'ombres i d'oblit.

Mira: algú ha obert una finestra.
Per ella surt una coloma fosca
que es perd en la llum del matí.

Lluny, doblega una torre la seva amargor.
Aquesta coloma, amor, i aquesta campana
estan cavant ja la meva sepultura.





DICE EL POETA, FINALMENTE,
DE UN DESVÁN CON PIANO
 
Esa música cándida, esa música suave...
Subo al desván. La tapa del piano está abierta.
¿Quién toca? ¿El viento? ¿Acaso la mano de una muerta?
¿Un ave solitaria que nunca fuera un ave?
 
Hace ya muchos años que se perdió la llave
de este viejo sobrado. ¿Quién empujó la puerta?
Después de tanto sueño, una sombra despierta.
Estás aquí. Y estoy. Pero nadie lo sabe.
 
Todo es memoria rota, polvo, tiempo lejano.
Van pasando despacio las horas y los días.
Ayer yo estaba solo, y tú también lo estabas.
 
Anda, madre, no temas. Acércate al piano.
Deja sobre el teclado vagar tus manos frías.
Toca para mi olvido aquello que tocabas.



DIU EL POETA, FINALMENT,
D'UNA HABITACIÓ AMB PIANO

Aquesta música càndida, aquesta música suau...
Pujo al sostremort. La tapa del piano està oberta.
Qui toca? ¿El vent? És la mà d'una morta?
¿Una au solitària que mai fos una au?

Ja fa molts anys que es va perdre la clau
d'aquest vell sobrat. Qui va empènyer la porta?
Després de tant somni, una ombra desperta.
Estàs aquí. Jo estic. Però ningú ho sap.

Tot és memòria trencada, pols, temps llunyà.
Van passant poc a poc les hores i els dies.
Ahir jo estava sol, i tu també ho estaves.


Camina, mare, no tinguis por. Acosta't al piano.
Deixa sobre el teclat vagar les teves mans fredes.
Toca per a mi oblit allò que tocaves.
 
(Poemas escritos en el idioma español por Carlos Murciano y publicados en el poemario Amatorio 2, Madrid, Huerga y Fierro editores, 2015, 1ª edición, pp. 81. La traducción de estos dos sonetos corre a cargo de Andrés González Déniz) 
 

 La portada del libro es de Jesusa Quirós

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Conociendo la idílica tierra que surca el río Gutach

  
Cascadas de Triberg
(Triberger Waserfälle)
Consta de 10 caídas y la longitud total de su descenso es de 163 metros
 
LA SELVA NEGRA
 
Ojalá pudiéramos vivir cual duendes en la tierra
que habitaron los germánicos suevos, marcomanos
y alamanes, aquella a la que los recios romanos
temieron por su vegetación tenebrosa y densa
 
bautizándola como Nigra Silva. Ojalá fuera
siempre la vida acompañada por sus artesanos
relojes de cuco, torrenteras, cascadas y lagos
habitando plácidos en una casa de madera.
 
 
 
Tienda de relojes de la familia Eble en Schonachbach
que atesora el reloj de cuco más grande del mundo
 
Viviendo felices sin esperar un día la muerte
porque en sus dulces aguas termales está la pócima
de la eterna juventud como su paisaje verde.
 
Comiendo tarta de chocolate, bebiendo aguardiente
de cerezas, paseando sus sendas hasta la gloria
del monte Belchen y esquiando en el nevado Feldberg.
 
(Poema escrito por Andrés González Déniz)
 
 
El lago Feldsee en Baden-Wurtemberg
 
LA SELVA NEGRA
 
Tant de bo poguéssim viure qual follets a la terra
que van habitar els germànics suevos, marcomanos
i alamanes, aquella a la qual els forts romans
van témer per la seva vegetació tenebrosa i densa
 
batejant-la com Nigra Silva. Tant de bo fos
sempre la vida acompanyada pels seus artesans
rellotges de cucut, torrenteres, cascades i llacs
habitant plàcids en una casa de fusta.
 
 
El embalse Schluchsee en la Alta Selva Negra
 
Vivint feliços sense esperar un dia la mort
perquè en seus dolces aigües termals està la poció
de l'eterna joventut com el seu paisatge verd.
 
Menjant pastís de xocolata, bevent aiguardent
de cireres, passejant les seves rutes fins a la glòria
de la muntanya Belchen i esquiant en el nevat Feldberg.
 
(Traducció d'Andreu González Déniz)
 
 
Con Olivia frente a la tienda de los mil relojes en Triberg

martes, 22 de septiembre de 2015

Aquel general tebano que murió sin ser derrotado


 
Epaminondas
(Tebas, 418 a. C. - Mantinea, 362 a. C.)
Político, estratega y comandante en jefe del ejército tebano
 
LA DESCENDENCIA
DEL PRIMER HOMBRE DE GRECIA
 
En un paraje de Mantinea reposan los restos
mortales de Epaminondas junto con su amante
Cafisodoro. En las pobres ruinas de Tebas yacen
las piedras que otrora una gran ciudad constituyeron
 
antes de ser arrasada por Alejandro. El griego
que como beotarca la condujo a su más grande
poder e influencia, no dejó hijos que le heredasen.
Derrotó a Esparta en Leuctra y a los mesenios
 
 
"La mort d'Epaminondas"
(1802)
Philippe-Jacques de Loutherbourg
(Estrasburgo, 1740 - Londres, 1812)
(Museo Bossuet de Historia y Arte en Meaux)
 
liberó de su carga. Innovó en la estrategia
militar creando el ataque oblicuo con un flanco
de mayor profundidad y otro débil en resistencia.
 
Los espartiatas sucumbieron al Batallón de Tebas
y el rey Cleómbroto pagó con su vida el fracaso.
Los hijos del general fueron Leuctra y Mantinea.
 
(Poema escrito por Andrés González Déniz)
 
 
"La muerte de Epaminondas"
(1811)
David d'Angers
(Angers, 1788 - París, 1856)
 
LA DESCENDÈNCIA
DEL PRIMER HOME DE GRÈCIA
 
En algun paratge de Mantinea hi ha les restes
mortals d'Epaminondas juntament amb el seu amant
Cafisodor. A les ruïnes de Tebes jeuen les pedres
que antany una gran ciutat van constituir
 
abans de ser arrasada per Alejandro. El grec
que com beotarca la va conduir al seu més gran
poder i influència, no va deixar fills que li heretessin.
Va derrotar a Esparta en Leuctra i als mesenios
 
 
"El fallecimiento de Epaminondas"
Louis Gallait
(Tournai, 1810 - Bruselas, 1887)
(Museo de Bellas Artes de Tournai)
 
alliberar de la seva càrrega. Va innovar en l'estratègia
militar creant l'atac oblic amb un flanc
de més profunditat i un altre feble en resistència.
 
Els espartiates van sucumbir al Batalló de Tebes
i Cleómbroto va pagar amb la seva vida el fracàs.
Els fills del general van ser Leuctra i Mantinea.
 
(Traducció d'Andreu González Déniz)
 
 
"El lecho de muerte de Epaminondas"
(1726)
Isaak Walraven
(Holanda, 1686 - 1785)
(Rijksmuseum Twenthe de Enschede)