Letrero sobre el Monte Lee en el distrito de Hollywood Hills
WESTERN STARS
I wake up in the morning
just glad my boots are on
instead of empty
in the whispering grasses
down the Five at Forest Lawn.
On the set, the makeup girl brings me
two raw eggs and a shot of gin.
Then I give it all up
for that little blue pill
that promises to bring it
all back to you again.
Ride me down easy.
Ride me down easy, friend.
Tonight the western stars
are shining bright again.
Here in the canyons above Sunset,
the desert don't give up the fight.
Coyote with someone's Chihuahua
in it's teeth skitters
'cross my veranda in the night.
Some lost sheep from Oklahoma
sips her Mojito down at the Whiskey Bar,
smiles and says she thinks
she remembers me from that
commercial with the credit card.
Hell, these days there ain't no more.
Now there's just again.
Tonight the western stars
are shining bright again.
William Holden y Gloria Swanson en "Sunset Boulevard" (1950)
Sundays I take my “El Camino”,
throw my saddle in and go
east to the desert where the charros
they still ride and rope.
Our American brothers cross the wire
and bring the old ways with them.
Tonight the western stars
are shining bright again.
Once I was shot by John Wayne.
Yeah, it was towards the end.
That one scene's brought me
a thousand drinks.
Set me up and I'll tell it for you, friend.
Here's to the cowboys
riders in the whirlwind.
Tonight the western stars
are shining bright again.
And the western stars
are shining bright again.
Tonight the riders on Sunset
are smothered in the Santa Ana winds.
And the western stars
are shining bright again.
Come on and ride me down easy.
Ride me down easy, friend,
'cause tonight the western stars
are shining bright again.
I woke up this morning
just glad my boots were on.
(Canción compuesta e interpretada por Bruce Springsteen
en el álbum “Western Stars” publicado en el año 2019)
Es el decimonoveno disco de estudio en la carrera del Boss
ESTRELLAS DEL OESTE AMERICANO
Desperté esta mañana contento
de estar aún con las botas puestas
en lugar de los pies desnudos
para trotar por las praderas salvajes.
A eso de las cinco de la madrugada,
en el camerino instalado en el bosque,
la maquilladora me trae dos huevos crudos
y un trago de ginebra como desayuno.
Entonces lo dejo todo para tomarme
una pequeña pastilla azul,
la droga que promete devolverme
el tiempo que no recuperaré jamás.
Condúceme suavemente, llévame con cuidado,
amigo, porque esta noche las antiguas estrellas
del cine están brillando rutilantes como ayer.
Aquí en los cañones del lejano Oeste,
bajo un crepúsculo declinante espectacular,
el inhóspito desierto no cesa de avanzar.
Un coyote con un chihuahua capturado
entre sus colmillos salta en la terraza.
Una mujer descarriada de Oklahoma
bebe un mojito en el whisky bar.
Me sonríe y dice que cree recordarme
como un viejo cliente blandiendo
una tarjeta de crédito para pagarle.
Monument Valley en Arizona
Días como éstos no abundan más.
Precisamente en este anochecer
las estrellas de Hollywood
vuelven a brillar de nuevo.
Los domingos voy a la cantina “El Camino”,
pongo la silla de montar y me traslado
con mi caballo al desierto donde los charros
hacen rodeo y cogen al lazo toros bravos.
Nuestros hermanos americanos van al límite
y traen viejas costumbres con ellos
en esta noche cuando las glorias
rancias de California brillan otra vez.
Una vez me disparó en una película John Wayne.
Fue hacia el final del largometraje.
Esa escena me hizo ganar muchos dólares
que gasté bebiendo copas de Jerez.
Ayúdame a vestirme y te lo contaré.
¡Saludos a los vaqueros que cabalgan
bajo la tormenta, porque en el firmamento
las memorables leyendas del celuloide
vuelven a destacarse en el cielo!
Esta noche los jinetes del apocalipsis
están cubiertos por la polvareda
que forman los vientos de Santa Ana
y los lejanos ídolos del séptimo arte
vuelven a resplandecer.
(Traducción de Andrés González Déniz)
(Long Branch, New Jersey, 23 de septiembre de 1949)
El cantor de las carreteras y los espacios vacíos, de la soledad y el adiós