Aquí estamos Rubén, Olivia, Verónica y César frente al Arco de Constantino, el emperador que ordenó asesinar ahogada en una piscina a su esposa Fausta e hizo ejecutar a su hijo Crispo. El hombre que financiaba la construcción de iglesias cristianas a su madre Helena, deseosa de obtener el perdón de sus pecados por haber instigado esos horrendos crímenes. ¡Qué hermosa es la piedra tallada y cuán horrible la crueldad del homenajeado! Los arcos triunfales son una maravilla arquitectónica que los romanos tomaron de los etruscos, a quienes les gustaba ponerlos a la entrada de las ciudades. Algún día quisiera ir a Cerveteri para honrar las tumbas de sus necrópolis, así como también sueño con poder visitar Orvieto, en la Umbría, para recorrer sus cavernas, galerías subterráneas y pozos.
sábado, 20 de diciembre de 2008
Roma en el corazón
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