jueves, 22 de julio de 2021

El poeta que rememora la bucólica vida del campo



EL RUISEÑOR CANTABA

El ruiseñor cantaba. La noche era divina,
toda cendal de nieve, toda cristal azul;
y en el jardín de plata, la coruscante encina
alzaba entre la sombra su cúpula de luz.

El ruiseñor cantaba. Y en un ambiente extático
dormían las praderas. Cantaba el ruiseñor
y el viento flébil, alitendido y aromático
soplaba el adorable cantar de flor en flor.

Y repintó las cumbres la aurora ardiente y flava
y levantó la alondra su trino matinal
y abrió su seno el día mientras el ruiseñor cantaba
soñando en el nocturno misterio de cristal.



Vino la siesta cálida. La tarde pensativa
vino, la noche negra sus lumbres apagó,
y el ruiseñor cantaba como si la votiva
lámpara de la luna colgase de un crespón.

Estío, otoño, invierno, primavera... y el canto
surgía de las verdes entrañas del jardín
alegre o melancólico —ora risa, ora llanto—
inacabable y único, magnífico y sin fin.

El ruiseñor se había vuelto loco, se había
embriagado de luna, de sueño y de pasión
y cantaba, cantaba, como la poesía
que llevo en el oscuro jardín del corazón.

(Poema escrito por Luis G. Urbina)


Casa rural de Las Caldereras en El Palmar de Teror

No hay comentarios:

Publicar un comentario