martes, 15 de noviembre de 2022

No hubo otro igual en el toreo a la verónica


Antonio Ordóñez Araujo
(Ronda, Málaga, 1932 – Sevilla, 1998)
Diestro que llenó una época

ANTONIO ORDÓÑEZ

Torero perfecto, de lidia serena, sobria y clásica,
convencía tanto a entendidos como aficionados
por diversión. No era violento, superfluo ni forzado.
Las musas le confirieron una particular gracia


En Sevilla, durante la Feria de Abril de 1950
dio una lección de toreo largo y bien ligado

que hizo de él alguien único y donde toreaba
hacía surgir gestos de admiración. Continuados
triunfos así como cogidas graves casi cada año
le perseguían por su valor. No era una máquina


El 20 de mayo de 1951 en Madrid logró una obra de gran vibración

de torear, sino una eminencia de arte honesto.
Herido en Madrid, en Barcelona, en Castellón,
su manera de arrimarse despreciaba el riesgo.


El 26 de agosto de 1968 en Santander hizo una lidia
insuperablemente bella y enorme al cuarto toro de la tarde

Rival de Dominguín, amigo de Orson Welles y Ernesto
Hemingway, un poco antes del cáncer que lo mató
alcanzó a decir que “ese toro no tenía sobrero”.

(Poema escrito por Andrés González Déniz)


En la Feria de Abril de 1967 hizo una faena en la que
todo le salió como si fuera una obra de arte perfecta

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