Antonio Ordóñez Araujo
(Ronda, Málaga, 1932 – Sevilla, 1998)
Diestro que llenó una época
ANTONIO ORDÓÑEZ
Torero perfecto, de lidia serena, sobria y clásica,
convencía tanto a entendidos como aficionados
por diversión. No era violento, superfluo ni forzado.
Las musas le confirieron una particular gracia
dio una lección de toreo largo y bien ligado
que hizo de él alguien único y donde toreaba
hacía surgir gestos de admiración. Continuados
triunfos así como cogidas graves casi cada año
le perseguían por su valor. No era una máquina
de torear, sino una eminencia de arte honesto.
Herido en Madrid, en Barcelona, en Castellón,
su manera de arrimarse despreciaba el riesgo.
insuperablemente bella y enorme al cuarto toro de la tarde
Rival de Dominguín, amigo de Orson Welles y Ernesto
Hemingway, un poco antes del cáncer que lo mató
alcanzó a decir que “ese toro no tenía sobrero”.
(Poema escrito por Andrés González Déniz)
todo le salió como si fuera una obra de arte perfecta
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