martes, 31 de marzo de 2009

Declaración de amor



IN DREAMS

A candy-coloured clown they call the sandman
tiptoes to my room every night
just to sprinkle stardust and to whisper:
"Go to sleep. Everything is all right".
I close my eyes, then I drift away
into the magic night I softly say
a silent prayer like dreamers do.
Then I fall asleep to dream my dreams of you.

In dreams I walk with you. In dreams I talk to you.
In dreams you are mine. All of the time we are together
in dreams, in dreams.
But just before the dawn, I awake and find you gone.
I can´t help it, I can´t help it, if I cry.
I remember that you said goodbye.
It´s too bad that all these things can only happen in my dreams.
Only in dreams, in beautiful dreams.


(Roy Orbison)



SOÑANDO

Un genio bueno acude todas las noches a su cama, silencioso,
de puntillas, para esparcir una pócima mágica y musitarle
al oído: "Duérmete, cariño, que todo va bien si está papá".
Luego ella cierra los ojos y yo me pongo a divagar.
Concentro mis pensamientos, aprieto los labios
y me pongo a rezar con la misma ilusión
con que los soñadores dan rienda suelta a su imaginación.
En ese momento habito dentro de los sueños que tú me inspiras.

En sueños paseo contigo y en sueños charlamos juntos.
En sueños eres mía y en sueños estamos abrazados
todo el tiempo del mundo.
Lástima que al llegar el alba despertaré un día en el que te hayas ido.
No podré evitarlo y me saldrán las lágrimas.
Meditaré entonces que te despediste un día de casa
para formar un nuevo hogar.
Es muy triste pensar que todo lo bueno entre los dos
entonces sólo me ocurrirá mientras esté soñando.
Solamente en sueños, aunque sean sueños maravillosos.



YOU ARE MY HEART, YOU ARE MY SOUL

Deep in my heart there is a fire burning heart.
Deep in my heart there is desire for a start.
I am dying in emotion, it´s my world in fantasy.
I´m living in my, living in my dreams.

You are my heart, you are my soul.
I keep it shining everywhere I go.
You are my heart, you are my soul.
I´ll be holding you forever, stay with you together.

You are my heart, you are my soul,
yes, a feeling that our love will grow.
You are my heart, you are my soul,
that´s the only thing I really know.

Let´s close the door and believe my burning heart.
Feeling all right, come on, open up your heart.
I´ll keep the candles burning, let your body melt on mine.
I´m living in my, living in my dreams.

(Modern Talking)



LO ERES TODO PARA MÍ

En lo más profundo de mi ser hay una ardiente llama.

En lo más hondo de mi alma late un deseo que no tiene fin.

Muero de emoción en mi mundo de fantasía

en el que vivo de los sueños que tengo sobre ti.

Tú eres mi alma y mi corazón

y me enorgullezco de ti dondequiera que voy.

Tú lo eres todo para mí, te sustentaré

y permaneceré siempre a tu lado.

Tú eres mi alma y mi corazón

y la certeza de que nuestro amor seguirá creciendo.

Eso es lo único que importa.

Cierra la puerta y confía en mi protección.

Siéntete confortable, confía en mí, abre tu corazón.

Yo mantendré la llama del hogar encendida.

Sabes que tu cuerpo y el mío son de la misma sangre.

Y cuando muera, déjame vivir dentro de los sueños tuyos.


lunes, 30 de marzo de 2009

Tormenta solidificada en cristales de hielo


Mi viejo vecino y amigo Orlando Medina me envió hace unos días una presentación que contenía fotografías de una lluvia congelada en la ciudad de Versoix, situada en la orilla oeste del lago Lemán, a unos pocos kilómetros (yendo hacia el norte) de Ginebra. Ocurrió el 28 de enero de 2005 y podría ser un recordatorio de que los inviernos son duros, aunque la memoria los suavice una vez que han transcurrido.
La posición de las estalactitas y la ondulación de los pámpanos es de una belleza sobrecogedora e impactante que inquieta. Hay que ver cómo estamos expuestos a los elementos de la naturaleza y cómo pereceríamos sin cobijo ni abrigo en caso de vivir a la intemperie.
El lago Lemán se forma por la afluencia del río Ródano que después prosigue su curso como si el lago fuera para él un embalse natural y transitorio. Esta gigantesca bolsa de agua lacustre tiene una superficie de 582´4 kilómetros cuadrados y una profundidad de 309´7 metros. Su forma es alargada y ligeramente curva. Julio César lo utilizó en el año 58 a. C. como campamento base para emprender la conquista de las Galias y atacar a las tribus de los helvecios. Viendo las imágenes se puede deducir la importancia de un ejército bien pertrechado de casacas, botas y mantas contra las bajas temperaturas, no como los franceses cuando llegaron a Moscú con Napoleón, o los alemanes que se vieron durante la II Guerra Mundial adentrándose en Rusia desprovistos de adecuada ropa de invierno e ingeniándoselas de cualquier modo.

Y menos mal que a lo largo del invierno el lago va liberando

el calor retenido durante el verano, atenuando el frío polar.

Arriba se ve cómo quedaron algunas de las 20.000 naves que lo cruzan.

Fracaso y tristeza en el estadio


UD TEROR 1 - ROQUE AMAGRO 2

Cuenta la mitología pagana que estando Herakles en el litoral de la Cólquida donde se encuentra la península de Crimea junto al Mar Negro, su amigo Hylas fue a buscar agua para saciar la sed y no regresaba. El semidiós hercúleo dejó que las naves de velas azafranadas en que habían venido partieran, porque no quería irse sin su camarada. En la costa, que también fue tierra ensangrentada por los valerosos guerreros escitas, no cesó de resonar el grito desesperado de Hércules: "¡Hylas...!, ¡Hylas...!" Pero el pobre infortunado no respondía. Se había ahogado en un manantial tras caer hechizado por una náyades que le erotizaron aprovechando su sed. Trató de contestar y la voz se le perdió dentro del agua, saliendo a flote un débil gemido entre burbujas. Los aficionados al fútbol sentimos la misma pena el pasado sábado al ver caído a nuestro equipo y en el fondo de nuestra alma lanzábamos alaridos llamando a nuestro ídolo: "¡Darío...!, ¡Darío...!", pero Darío no estaba. Las procelosas sílfides de las lesiones lo tenían apartado de los terrenos de juego y sin Darío no somos nada.

De pie: José Juan, Fran, Orlando, Marco Antonio, Carlos, David García,
Claudio, David Cordero, Alberto, Darío y Claudio (ayudante).
Agachados: Luis, Alejandro, Joel, Rayco, Kevin y Rubén.


Dicen que un equipo no lo hace un solo jugador, pero el Teror cadete no ha ganado ningún partido en el que Darío no participara. Este equipo es Darío y diez más, aunque nos cueste reconocerlo. Somos como el Barça de Cruyff cuando estaba en activo como jugador: ocho soldados rasos, dos tenientes y un mariscal. Tenemos un conjunto válido para defenderse y destruir el juego atacante, ineficaz para llevar el peso del partido y que sólo asoma tímidamente arriba en algún esporádico contraataque. Cuando llegó el descanso con cero a cero en el marcador, a buen seguro el míster hubiera firmado el empate. Las mejores ocasiones habían sido del rival y así seguiría siendo en la segunda parte.

Claudio fue la gran figura del partido

Hubo dos destellos que nos engañaron como espejismos. La gran jugada de Claudio que, enfilando desde el medio del campo la portería contraria, se llevó cuanto se le puso por delante para ceder a la derecha a un compañero que luego se la devolvió con un buen centro para que marcara el propio Claudio. Fue una jugada al más puro estilo de Perico Alonso cuando militaba en el Barcelona o defendía la camiseta de la selección española en el Mundial de 1982. Otra internada de David García fue preciosa por el exquisito regate, cambiándose el balón de pierna tan rápido como un rayo se abate sobre un torreón eléctrico. Aunque acabó errando al disparar hacia el cuerpo del portero, merecía la suerte suprema del gol. Me recordó al mallorquín Soler que jugaba en el Barça. Y nada más. Hubo algunos fueras de juego en los que incurrieron Kevin, Luis y Orlando. Eso fue todo el bagaje ofensivo de la UD Teror y con esa batería de fuego no nos bastó para alzarnos con la victoria.


David García despuntó y brilló con luz propia

Aunque nos adelantamos en el marcador con el primer tanto de Claudio, el CD Roque Amagro fue tomándonos la medida y creciéndose al ver que sólo teníamos lo que habíamos puesto sobre el terreno. Ya se habían hecho los cambios y notaron que en aquel Teror faltaba algo. No era tan fiero el león como lo pintaban anteriores resultados o nuestra mejor posición en la tabla. Pronto se dieron cuenta de que allí no concurrían Darío ni Alberto ni Cristian y se fueron a por el partido. Se debieron decir para sus adentros que si no ganaban ahora no lo harían nunca. Y eso hicieron. Fue toda una lección de impotencia y humildad la que nos dieron en este partido.

El entrenador observando un lance del juego

No pasa nada. En el fútbol hay que saber encajar las derrotas como deportistas. No debemos hundirnos. Nada de caer en el desánimo. Aquí se viene para crecer como jugadores y comprobar si están sirviendo de algo los entrenamientos. Lo malo es que todos juegan como al principio de la temporada, sin que se detecten progresos. Eso sí que me parece preocupante. No veo que a ninguno se le note que está entrenando tres veces por semana. Si me dijeran que se dedican a jugar al dominó lo creería, porque no tienen ni más fondo físico ni mejor técnica. Y claro, el entrenador no iba a tener siempre la suerte de otras ocasiones. En este encuentro se nos acabó la potra y ahora tenemos que afrontar la cruda realidad de que sin la participación de Darío a lo largo de la liga hoy estaríamos en la cola. Continúa el abuso del patadón a la pelota para lanzarla al aire sin criterio ni precisión en el pase. Ése es el mayor defecto del Teror como conjunto: apenas nadie trata con cariño al balón o con buen juicio. Si prosiguieran jugando así terminarían espantando al público más fiel y harían dormir hasta al masajista. Algún jugador, como es el caso de mi hijo Rubén, está tan verde que no debería salir del banquillo. No muestra velocidad, ni fuerza, ni garra, ni recuperación de balones, ni nada de nada. Dando pasecitos hacia atrás no se enfila la portería del adversario. Eso me recuerda a otros jugadores, especialmente del Teror infantil, que ya se creen figuras por haber sido convocados para jugar con los cadetes y en realidad son blandos y delicados como bailarinas de porcelana. El fútbol requiere de atletas, no de jugadores de la baraja.


Darío, el jugador que reinventa el fútbol cada vez que toca la pelota


VALORACIÓN INDIVIDUAL

Fran (7): En el primer gol le dejaron vendido los defensas. En el segundo hizo una meritoria estirada a pesar de que lo tapaban, pero era un fusilamiento imparable. Estuvo en su línea de siempre. Es un hombre con grandes cualidades porque es muy ágil y flexible. Algunas salidas que parecieron alocadas las resolvió bien. Debe imponer más autoridad a lo que hace para transmitir más seguridad a sus compañeros, sobre todo en los despejes de puño cuando el balón viene por alto. También tiene que despejar con los pies, sin acomplejarse, cuando la situación lo requiera.

Joel (6): Es el superhéroe de la línea defensiva. Implacable. Irreprochable. Un seguro de vida. No tuvo uno de sus mejores días. Se le veía con un bajo tono físico. Tuvo algo de culpa compartida en el primer gol encajado. Por lo demás, firme en su papel de bastión seguro en la defensa. Su juego tan parecido al de Tonono lo convierte en un futbolista entrañable. Es como un sacacorchos para arrebatar los balones a los contrarios.

Marco Antonio (4): Prototipo de jugador que no saca ventaja de sus virtudes. Tiene un potente disparo, pero no lo utiliza. Podría despejar de modo más contundente, pero apenas lo hace. Jugó de manera alocada a ratos, desubicado por momentos. No fue su día, como por lo demás tampoco lo era para el resto de sus compañeros.

Marco Antonio, el central de labor eficiente y tranquila

Carlos (5): Con él atrás tenemos un prodigio de lateral en el corte. No se arruga ante nada ni nadie. Lástima que no tenga proyección atacante ninguna. A veces despeja con sentido, aunque normalmente hace el papel de apagafuegos echando balones arriba o fuera, sin criterio. Encarna el espíritu de este equipo: preparado para defenderse, pero inerme en las labores ofensivas.

Carlos, un lateral expeditivo y contundente

David Cordero (5): Encarna la elegancia y la valentía. Va bien en el juego aéreo, tanto, que se empeña en jugar siempre los balones por arriba. Debería demostrar que es capaz de rasear la pelota y dársela a los compañeros en condiciones para que puedan jugarla. Es otro baluarte de nuestro sistema defensivo. Ahora bien, no sube mucho, quizás porque sabe que tendría que volver a bajar y necesita más resistencia cardiovascular para resistirlo.

David Cordero, un superclase que se juega el físico en cada partido

Luis (7): Se fajó como extremo derecho y de sus botas nació la asistencia que Claudio convirtió en gol. Es muy bravo y luchador. Un hombre de banda que se vacía y da todo lo que tiene. Este hombre va por el buen camino. Puede llegar a ser una figura. Por su batallar es imprescindible. Por su ala y de sus botas llegó todo el peligro.


Luis, un pura sangre que lo da todo con furia

Rayco (7): Bregó cuanto pudo en el centro del campo con ademanes de perro viejo en el oficio. No tuvo arrestos para zafarse de los contrarios y pisar el área para probar suerte con el disparo. Lo intentó, pero no pudo. Da la impresión de necesitar más forma física, como el resto de sus compañeros. Da la cara y comparte el peso del equipo con Claudio, lo malo es que tampoco tienen a su lado interiores o extremos fiables que los apoyen o en los que apoyarse.


Rayco, un bregador incansable que siente con gran pasión el fútbol

Claudio (9): Hizo todo el trabajo de motor del equipo junto con Rayco. Trató de serenar el juego y bajar el balón para repartirlo con sano juicio. En un arranque de coraje desequilibró el encuentro partiendo desde el círculo central y driblando a todo el que se le cruzaba. En lugar de emborracharse de balón y perderlo, tuvo la inteligencia de pasarlo a la derecha para después rematar a puerta el centro que le devolvieron. Gran jugada para el recuerdo como tantas que él hacía cuando era un niño. Demostró que el que tuvo, retuvo. Dio la impresión de encarrilar el encuentro, pero ya no hubo fuerzas o clarividencia para enhebrar otra pared que culminase en las redes de la portería contraria.

David García (6): Es un futbolista brillante por su calidad técnica pero parece desinteresado en darle continuidad a su juego. Su brillo es intermitente. Durante largos minutos desaparece. De todos modos, se le vio más luchador que de costumbre, y en una ocasión realizó una jugada de auténtico crack que por poco no culminó en un golazo. Si hubiera logrado disparar más ajustado al poste y no al cuerpo del guardameta estaríamos hablando de un gol histórico propio del auténtico líder de un equipo. Por desgracia, todo se quedó en un quise y no pude, pero cuidado, que aquí hay madera para conseguir un jugador habilidoso que te puede salir por donde menos te lo esperas.

Orlando (5): Luchó a su modo, más sin el balón que con él dominado. Se le nota que es un debutante en su primer año. De todos modos, por sus dotes atléticas se ha convertido en la gran esperanza de cara al año próximo. A este futbolista todo se le perdona porque tiene estilo propio y no da nunca un balón por perdido a pesar de las patadas que recibe. Es más espectacular que efectivo, pero con él los rivales no se pueden descuidar porque es rápido y va a dar más de un disgusto cualquier día, como de hecho ya lo ha dado en forma de goles y creando ocasiones de peligro.

Rubén (1): No aportó nada al equipo. Jugó de entrada por su buena condición aeróbica. Tiene todo un mundo por delante que mejorar, porque todos los jugadores con los que se tropieza le roban la cartera sobre el césped. Bajó bien un balón recibido y dio dos o tres entregas hacia atrás, sin encarar a su marcador. Parece que jugara atemorizado ante la envergadura de los futbolistas a los que se enfrenta. Falto de velocidad, fortaleza y contacto físico, su juego es demasiado inocente como para esperar que aporte algo positivo al equipo.


Rubén, un jugador que aún está en sus inicios


Alejandro (5): Es el paradigma del jugador que hace todo lo que debe de modo correcto siempre que no se le pida mucho. Es decir, puede hacerse el dueño de su zona pero no anda tan sobrado de fuerzas como para subir demasiado arriba. No entiendo por qué el entrenador le ordenó quedarse atrás en los libres directos, sobre todo cuando el equipo estaba perdiendo y quedaban pocos minutos para que el árbitro pitara el final. Creo que en esos momentos supone una táctica cobarde no echar todo el equipo arriba, pero el míster es cauto y sabe que en la siguiente contra nos pueden meter otro y empeorar las cosas, puesto que tampoco es que seamos tan efectivos en los lanzamientos a balón parado.

Alejandro, el lateral que siempre cumple por su banda

Kevin (6): Este muchacho lo intentó todo y creó una constante sensación de peligro. A pesar de no conseguir marcar, fue una pesadilla para los rivales. Es una pena que sea tan irregular en los entrenamientos, porque tiene buen disparo, y lo que es más importante: hambre de gol. Por su constitución fornida los contrarios le temen y los compañeros no lo valoran como se merece. Si se sacrificara más en los entrenamientos y fuera más constante, sería un ariete clásico de los de antes, al estilo del bombardero Gerd Müller que jugaba en el Bayern de Munich. Su irregularidad demuestra que hasta para el fútbol es necesario tener cabeza y estar centrado en lo que se hace.

Kevin Carreño, el artillero que a la menor ocasión no perdona

viernes, 27 de marzo de 2009

Peter Pan jugó en el Barça


Tenía el semblante del niño que se negó a crecer para no dejar de marcar goles de ensueño como el hat-trick que le metió al Real Madrid la noche del 31 de enero de 1987. Fue la bestia negra de los blancos siempre que se enfrentaba a ellos y la jugada del Lobo Carrasco haciendo un túnel, driblando a otro defensa y disparando a puerta para que el rechace del portero merengue lo recogiera Lineker y fusilara, enviando el balón al fondo más profundo de la portería, es una imagen imborrable para los amantes del fútbol que glorificamos al Barcelona y odiamos la injusticia que encarnaba la mafia blanca de Santiago Bernabéu, Raimundo Saporta, José Plaza, Pablo Porta y últimamente el amañador de elecciones Ramón Calderón o el de las conexiones con los negocios sin escrúpulos en China y la especulación del ladrillo en España, Florentino Pérez.
Gary Winston Lineker merecería ser nombrado Lord del Almirantazgo por lo que logró en los procelosos mares de césped de los estadios con el Barça y con la selección inglesa. Fue el máximo goleador en el Mundial de México de 1986, Balón de Plata en Europa ese mismo año y Balón de Bronce un lustro después, en 1991, porque Lineker se resistía a envejecer. Ganó la Copa del Rey de 1988 y la Recopa de Europa en 1989 con el Barcelona, así como la Copa de Inglaterra enrolado en el Totenham Hotspur en 1991 y la Liga y la Copa inglesas con el Everton en 1985. Nunca recibió ni una sola tarjeta amarilla o roja en los casi 20 años que permaneció en el fútbol activo, por lo que fue galardonado por la FIFA con el premio "Fair Play" al mejor deportista como el caballero inglés que representa y es.
En las dos primeras temporadas de su debut marcó 50 goles en el Leicester, fichó luego por el Everton y realizó 39 tantos que le dieron los dos títulos más importantes de Inglaterra a los "Blues". Con estas credenciales aterrizó en el aeropuerto del Prat en el verano de 1986 para escribir algunas de las páginas más brillantes y firmar muchas tardes repletas de goles en el FC Barcelona. Nada más llegar hizo 20 goles como soles en su primera liga, mientras que en la segunda anotó 16. Parecía que Gary Peter Pan Lineker no iba a hacerse viejo nunca. Todos querían ficharle. Al final, los años no perdonan a nadie y las nuevas figuras pujan por relevarte. Regresó a las islas británicas para conquistar otro título liguero con el Tottenham Hotspur y finalizar su carrera colgando las botas en el Nagoya Grampus Eight, enseñándoles a los japoneses cómo se toca el balón y se introduce en la red.
Gary Lineker no marcaba goles sino que los machacaba. Era un ejemplo de ariete puro, goleador nato, un hombre con instinto para colocar la pelota entre los tres palos, para aparecer donde no se lo esperaban los defensas contrarios y lo deseaban los seguidores blaugranas. Cada gol suyo resonaba como un gong en la conciencia azul y roja de mi alma. Lo llamaban cariñosamente "Garygol" las miles de gargantas que llenaban el Nou Camp para verle y aplaudirle a rabiar. Siempre sonreía y daba la impresión de no costarle esfuerzo lo que hacía. Cuando remataba parecía que se deslizara y no hiciera esfuerzo alguno en desplazarse. Sus piernas eran como un compás que hacía trazar al balón la trayectoria exacta para colarlo en las porterías de los adversarios y sobre todo en la del archienemigo maldito, el del club que nos robó a Di Stefano y 19 ligas, amén de muchos partidos en los que participó aquel árbitro de recuerdo infame que se llamó Guruceta, el que nos pitó un penalti en contra por una falta que ocurrió más de un metro fuera del área del Barcelona en el Camp Nou.
Lineker vengó muchas afrentas pasadas, vino para rendir cuentas como un Robin Hood moderno contra los que presumen de ser el equipo más rico y poderoso del mundo, llegó para ajusticiar a los ladrones y devolver el esplendor al fútbol limpio con los goles inmaculados que marcó. Lineker dejó mudos y paralizados a los futbolistas y seguidores merengues que no se creían el ciclón que se les venía encima. Y si no hubiera decidido seguir cumpliendo años todavía estaría masacrando el área madridista a base de disparos con las dos piernas y remates de cabeza de todas las clases, posturas y formas. Cada vez que alguien grita gol en alguna parte del mundo está rindiéndole homenaje a quien no paraba de hacerlos para el club más hermoso del mundo: el Fútbol Club Barcelona.

Gary Winston Lineker
(Leicester, 30 de noviembre de 1960)
Martillo contra los blancos
y vengador justiciero del Barça

jueves, 26 de marzo de 2009

Una canción de la infancia


"Tiempo de juego", pintura del artista Lee Dubin

Ésta es quizá la canción que mejor me hace retroceder a los años de la niñez. Hay otras que escuchaba entonces, pero hay algo en la directa simplicidad de esta tonada que la hace imposible de olvidar y no sé qué es. Cuando la oía me enamoré por primera vez. Fue de una imagen que sólo vi un día y jamás volví a ver. Se trataba de una niña de la que sólo alcancé a escuchar que se llamaba Eva, como la primera mujer, la que según el maravilloso escritor uruguayo Eduardo Galeano no tendría ombligo por no tener madre. Eva sí tenía y la razón de no haberla visto nunca más es que su aparición se debió a una visita que su familia realizó a unos vecinos, cortesía que no volvió a repetirse. Hasta los anfitriones se marcharon porque vivían de alquiler y sólo utilizaban la casa los fines de semana. Ocurrió en Las Rosadas, un barrio de Teror. Recuerdo que estaba escalando una pared de piedras, muy atareado, y cuando me asomé arriba del todo la divisé. Fue como la irrupción de una sirena en el mar o una ninfa en un río. Era rubia y de piel muy blanca. Me impactó porque me recordó el color de las mieses al final del verano. Sus cabellos me parecieron refulgentes como los trigales cuando reverberan en un día soleado y brillan.

"Matices campestres", óleo de Lee Dubin

En aquella época yo me sentía el rey de unos campos de cultivo en forma de terrazas al pie de la casa de mis abuelos maternos. Mis súbditos eran las gallinas y los gallos que picoteaban fuera y dentro de un enorme gallinero. Me remaba en los columpios de los árboles y mis juguetes eran las manos haciendo casas con el barro. Me llevaba a la boca la ambrosía de los higos y me armaba con escopetas y lanzas hechas con cañas. Galopaba arriba y abajo en un reino donde el sol se ponía pero en el que los días eran más largos que ahora cuando ya soy viejo. Mi caballería eran las cabras que ordeñaba mi abuelo y mis campos de fútbol cualquier terreno en el que hubiese terminado la zafra. Recuerdo tirarme al suelo sintiéndome como el guardameta Iríbar y disparando a puerta creyéndome Rexach o Gárate.

"Rose garden harvest" de la pintora Cay Randall

Mientras buscaba lagartijas, o cuando iba a buscar un puñado de comida para los animales, sonaba esta canción en una radio lejana. Ignoraba que la había compuesto un norteamericano que se llama Joe South y ni siquiera sabía que la vocalista era Lynn Anderson. Muchos años después, un conjunto español conocido como "Duncan Dhu" la rehizo en una versión nueva. Pero yo siempre seguía escuchando en mi cabeza la original, la clásica, la que fue un éxito mundial como si un reguero de pólvora inflamada se hubiera extendido por todas partes. Aquí está la letra y la traducción que me atrevo a intentar, aunque me salga torpe:

Lynn Rene Anderson (Grand Forks, Dakota del Norte, 1947)


ROSE GARDEN

I beg your pardon, I never promised you a rose garden.

Along with the sunshine there´s got to be a little rain sometimes.

When you take you´ve got to give, so live and let live or let go.

I beg your pardon, I never promised you a rose garden.

I could promise you things like big diamond rings

but you don´t find roses growing on stalks of clover,

so you better think it over.

When it´s sweet talking you could make it come true

I would give you the world right now on a silver platter,

but what would it matter.

So smile for a while and let´s be jolly

love shouldn´t be so melancholy

come along and share the good times while we can.

I beg your pardon, I never promised you a rose garden.

Along with the sunshine there´s got to be a little rain sometimes.

I could sing you a tune and promise you the moon

but if that´s what it takes to hold you

I´d just as soon let you go.

But there´s one thing I want you to know:

you better look before you leap, still waters run deep,

and there won´t always be someone there to pull you out

and you know what I´m talking about.

So smile for a while and let´s be jolly

love shouldn´t be so melancholy

come along and share the good times while we can.

I beg your pardon, I never promised you a rose garden.

Along with the sunshine there´s got to be a little rain sometimes.

"Rose garden", cuadro de Lee Dubin

JARDÍN DE ROSAS

Perdóname si nunca te prometí un jardín de flores,
pero tú bien sabes que junto con los días de sol
tiene que haber otros en los que el cielo llore.
Unas veces recoges y otras tienes que dar,
así que vive y deja vivir o aléjate de mí.
Ya te he suplicado que me perdones
por nunca ofrecerte un jardín de rosas multicolores.

Pude haberte prometido regalos como fabulosos anillos de diamantes
pero no crecen en los tallos de los tréboles, así que mejor olvídalos.
Cuando estamos juntos me endulzas con tu voz
hasta el punto en que todo me parece posible.
Tanto, que me da la impresión
de poder ofrecerte el mundo en una bandeja de plata.
Pero, ¿qué importancia tendría para nosotros?
Así que sonríeme y diviértete conmigo.
El amor no debería ser una fuente de melancolía.
Compartamos los buenos momentos mientras podamos.
Podría cantarte una sonata y prometerte la luna,
pero si eso es lo que hace falta para que seas mía
mejor será dejar que te vayas.

Ahora bien, hay algo que me gustaría hacerte saber,
y es que harías mejor en mirar bien
antes de dar el salto que te aleje de mí,
porque las aguas de la vida
son turbulentas y profundas y no siempre habrá alguien
que te elija de entre todo el mundo para convivir.
Tú sabes a qué me refiero.


El compositor Joseph Alfred Souter ("Joe South", Atlanta, Georgia, 1940)

miércoles, 25 de marzo de 2009

Un libro molesto


En marzo del año 2006 aparecía este libro compendiando los artículos inéditos que durante tres años, del 2003 al 2005, no pudieron ver la luz de la imprenta en ningún periódico, especialmente en "La Gaceta de Canarias", diario tristemente desaparecido en el 2008. Dejé de colaborar con este rotativo en marzo del 2007, por lo que no me traumaticé pensando en que hubo una relación entre su cierre y mis colaboraciones. La vida de un periódico tiene más que ver con los ingresos obtenidos por la publicidad insertada, que no con la calidad de sus columnas y reportajes. En ese proyecto trabajó mucha gente con ilusión y la culpa de su declive y desaparición no es de un hombre solo, ni siquiera de un solo factor, sino de varios. No voy a entrar en disquisiciones analíticas pero, en líneas generales, su muerte fue un serio aviso para navegantes de la red: el futuro de la prensa escrita está en las ediciones digitales y "La Gaceta de Canarias" no invirtió o no tuvo capacidad financiera para elaborar una potente versión virtual paralela a la edición de papel. En eso los articulistas no tuvimos nada que ver, pues la tímida página web inactualizada que se llegó a producir carecía por completo de la sección de opinión.
Volviendo al libro en sí, diré que se trata de un volumen variopinto en donde predominan las reflexiones políticas. Como supuse que su contenido resultaba incómodo de publicar, la elección del título me pareció justificada. En cierta manera era una pequeña vendetta, un resarcimiento para aquellos artículos que escribí y que a mi juicio debieron publicarse en un sistema que tanto presume de libertad de expresión, aunque ya se ve que de boca para afuera. Aquí, en España, los dueños de los medios, las instituciones y las potentes empresas que pagan los anuncios son las que mandan y deciden qué se ha de publicar y qué no. Unas presionan amenazando con retirar su publicidad, otras con no insertarla, y los propietarios de los medios, que están para ganar dinero en esto como lo estarían produciendo salchichas de Frankfurt, andan siempre con el radar puesto para detectar, alimentar y adular a las fuentes de su negocio. En cuanto al margen de libertad restante que tienen, lo utilizan para publicar lo que les sale de los cajones. A mí también me salió de un cajón publicar este libro de mi bolsillo, así que tengamos la fiesta en paz. La diferencia es que no se puede luchar desde un centenar de ejemplares contra los miles de la prensa diaria. Claro que esos centenares durarán más que el único día en que un periódico vive. Algo es algo.

Franz Schubert interpretando para la condesa Esterhazy


De todos los artículos reproduciré uno al que le tengo especial cariño por tratar de un músico al que venero. Sin más preámbulos, aquí está lo que escribí sobre el inmortal compositor del "Ave, María" que se canta en todas las iglesias y en casi todas las ocasiones:


SCHUBERTIANA

Un carruaje se desliza por las feraces tierras de Lichtenthal llevando dentro un hombre. Por su cabeza pasan las notas de la única sinfonía que no pudo acabar. Ve por última vez los paisajes de una infancia remota e irrecuperable. Al imperio austrohúngaro le quedan menos de cien años para derrumbarse. A su vida, acosada por la sífilis y las fiebres tifoideas, sólo le faltan algunos días postrado en una cama para decir el último adiós entre fraes delirantes de devoción por Ludwig van Beethoven.
Franz Schubert agoniza y llora. Las lágrimas le saben al agua de los lagos de su patria. Quiso ser grande y obtener triunfos en Viena, pero sólo alcanzó un pequeño reconocimiento meses antes de que todo acabase. Los bosques, las montañas nevadas, los castillos, las agujas de los tejados de las catedrales, siguen dando fe de una grandeza en la que no le cupo ser integrado. Echa de menos a su madre y a la única novia que tuvo y le abandonó por un aprendiz de carnicero. Teresa Grob se llamaba. Sabe que todo está resuelto, que no volverá a pisar las calles de la capital del imperio, que las máscaras de carnaval y los nobles enfundados en vestidos de gala bailarán valses en su ausencia sin que apenas alguien le vaya a echar de menos.
Una vida tan corta, treinta y un años, para tanta condensación de sufrimiento. Llegó a tener que alimentarse con un vaso de agua endulzada por un terrón de azúcar. Durmió en un colchón arrimado a la cama de una habitación alquilada por su amigo Spaun. Compuso música sobre papel de estraza en las tabernas por carecer de piano propio. Su origen campesino le discriminó para el resto de su vida, no obstante haber elucubrado melodías de ángeles.
Schubert soporta el traqueteo de la carroza cuando atraviesa un sendero pedregoso y con baches. Los dolores que siente son tan intensos que se neutralizan unos con otros. De catorce hermanos que nacieron en su familia, perdió nueve. Fue expulsado del hogar paterno por querer dedicarse exclusivamente a la composición de partituras. Vio el cielo despejado y limpio sobre la cúpula de San Carlos Borromeo. Padeció el aterimiento del duro invierno y la miseria más lúgubre. Habitó en un callejón infecto de los que se construyeron dentro del anillo de la ciudad amurallada para repeler las invasiones turcas. Perdió el cabello por completo al contraer el mal napolitano y se sumió en una depresión profunda. Cuando bebía, le daba por arrinconarse y romper el vaso de vino con el que brindaba a la salud de las quimeras de la fama y la gloria.
Ahora recuerda las correrías de niño por aquellos prados ondulantes, los juegos y la búsqueda de escondrijos en las raíces de los árboles. Franz Peter Schubert sabe que se está muriendo como su sinfonía número ocho, la inacabada. La tristeza infinita de sus notas no puede prolongarse. La melancolía que emana es rotunda y aplastante. Evoca tiempos felices entremezclados con el resquemor de su pérdida. La composición musical no contiene una sola palabra y lo dice todo acerca de un ayer de esplendor que nunca podrá rescatarse: el fulgor de la inocencia, los primeros años inconscientes de la infancia. Late un trasfondo premonitorio de la decadencia de un imperio que se desmorona, de una corte habsbúrgica obsoleta que se viene abajo. Schubert ha creado la música que le correspondía a los dioses y lo sabe. La orquesta de San Francisco dirigida por Herbert Blomstedt está reproduciendo un sonido espectral que cruza las dos centurias que separan la época de Schubert del actual siglo veintiuno. Y puedo imaginar la mirada vidriosa por el llanto del genial compositor que observa por última vez los campos de vides y las cabañas de madera de sus compatriotas austriacos. El gusto rococó del interior de las iglesias católicas da prueba del perfeccionismo de su aristocracia, el apego al lujo, la concepción de la vida como una sala de espera en busca de un paraíso que en el cielo quizá nos aguarde. Asimismo dan fe del sibaritismo eurocéntrico los teatros de Viena, sus cafés, palacios, jardines, fuentes y estatuas, los desfiles militares, la caballería marcando el paso frente al emperador Francisco II y la emperatriz María Teresa de Borbón-Nápoles, los embajadores, los bailes de salón a la luz de los candelabros. De todo eso Schubert soñó participar y no obtuvo invitación alguna.

" Franz Schubert tocando el piano", de Gustav Klimt

El tiempo pasado y la irreprimible amargura de su música sigue intacta. Él escribió una vez que nos pasamos la vida yendo del uno al otro, pero la realidad es que no nos encontramos nunca. También solía preguntar a sus amigos si conocían canciones que no estuvieran llenas de congoja. De pequeña estatura, feo, ventrudo, cuellicorto y miope, tampoco la naturaleza quiso concederle la prestancia física. Su vida fue un cúmulo de fracasos, y aunque compuso misas, lieds, cuartetos, sinfonías, sonatas, una obra inmensa para quien vivió solamente tres décadas, tengo la sensación de que toda su desolación interior se concentró en una obertura en B menor, la que da comienzo a una pieza instrumental tan irrealizada como su propia vida de hombre.

Franz Peter Schubert (Viena, 1727-1898)

martes, 24 de marzo de 2009

El fútbol desde la raíz


Club de Fútbol Sala "El Pino-Los Álamos" de Teror (categoría alevín)

No es necesario gastarse 130 euros en una entrada de palco para ver fútbol de verdad. El balompié no lo practican sólo los futbolistas de primera o segunda división. Ver jugar a los niños sale gratis y en ellos se aprecian muchos errores, es cierto, pero en este deporte no habría goles si nadie se equivocara. Además, en todos los partidos de las categorías infantiles se producen múltiples jugadas de ataque, regates, despejes, pases y disparos que te hacen sentir la esencia del deporte del balón. Hay que volver a las raíces. Como dicen los ingleses: "Back to basics".

Equipo titular del CFS "El Pino-Los Álamos" de Teror

Arriba de pie: César, Pablo, Pucho (entrenador)

Abajo, agachados: Carlos, Mikel y Brandon

Hoy quisiera rendir un pequeño homenaje a los que más me han hecho disfrutar, aquellos a los que creo que atesoran virtudes y tienen una gran proyección. No pretendo alimentar su engreimiento ni adularlos. La vida es un recorrido plagado de obstáculos que en el fútbol se llaman lesiones. Y también el campo está lleno de piernas rivales que a veces se traducen en patadas con mala intención. No pretendo afirmar que estos jugadores llegarán a ser grandes, porque es muy difícil, casi imposible. Otros tan buenos o mejores que ellos ya lo intentaron antes y se quedaron por el camino. Lo que quiero decir es que estos futbolistas ya son una realidad deleitable que me ha hecho feliz viéndolos cómo conducen el balón, cómo lo golpean y cómo salen de una situación comprometida con un buen pase orientado o con un dribling precioso.

Con José Juan, el míster de la UD Teror capaz de sacar petróleo del agua


Empezaré por un niño que lleva el fútbol en la sangre. Alguien que merecería estar en lo más alto cuando tuviera veinte años. Se llama José Luis Vallejo Martín. Tengo la impresión de que podría pasarse de sol a sol dando chutes a la pelota sin cansarse. Lo vi jugar desde muy pequeño y parecía haberse criado acariciando el cuero de una pelota al acostarse, en lugar de abrazarse a un peluche o a un biberón como los demás niños. Este muchacho es un espectáculo por sí mismo, rápido, vivaz, listo, una rara especie de ser humano con instinto futbolístico. Recuerdo que Neeskens era un jugador del FC Barcelona que llevaba una cinta blanca en las medias y eso le permitía ser detectado en el campo para poder apreciar mejor el enorme trabajo físico que desplegaba. A José Luis Vallejo Martín le pasa algo parecido porque su pelo rubio es tan intenso que siempre sabes dónde está y lo que hace. Es un fenómeno, y como tal lo castigan los contrarios con toda clase de artimañas, como se puede apreciar en la foto.

José Luis Vallejo marchándose de su marcador y hasta de su sombra

El siguiente jugador del que voy a escribir es un punto y aparte. Es lo más grande que ha dado Teror sobre un terreno de juego. Este hombre tendría que salir siempre al campo haciéndole un pasillo el equipo contrario como si fuera un campeón. Habría que poner pétalos de flores sobre el césped por donde pasa. Este joven es un fuera de serie, un crack con mayúsculas. No debería jugar sobre césped artificial sino sobre las alfombras del Corpus Christi que los devotos elaboran en Semana Santa. Da igual que no vuelva a tocar una pelota en su vida. Lo que ha hecho, lo que le he visto hacer era merecedor de ser grabado en vídeo. La pena es que ahora todo lo que diga de él parecerá una batallita del abuelo o un cuento chino, pero no importa. En mi memoria empiezan a fallar muchas cosas por la edad, pero lo que nunca creo que se borrará de mis recuerdos son las incursiones de este auténtico jabato yéndose de uno, de otro, del siguiente, del que venga, del que se oponga, del que se tercie, para seguir lleno de pundonor hasta batir al guardameta por toda la escuadra, de vaselina por alto o ajustándole el balón al palo hacia donde ningún portero llega. Es tan bueno que hasta con las rodillas inflamadas e impedido de correr es un placer observar cómo toca la pelota cuando la controla.

Darío, el ídolo, rodeado por dos admiradores

Yo no sé de dónde le nace esa categoría congénita. Es un misterio para mí cómo un muchacho, que me parecería como cualquier otro si no le hubiera visto jugar, puede ser tan bueno. He sentido ganas de sacarlo del campo a hombros como los toreros y me he contenido porque ya soy muy viejo para ofrecer esas manifestaciones de júbilo. Cómo me hubiera gustado jugar con él o contra él para haberme quedado tirado en el suelo viendo cómo me rebasaba o empujando un balón a la portería porque me hubiera regalado una asistencia de gol. Cuando Darío no está, el equipo del Teror cadete se convierte en un equipo laborioso, gris, construido para defenderse, con demasiado abuso del juego aéreo. Cuando Darío se recupera de las lesiones que le provocan las entradas asesinas que sufre y entra en el campo, me da un vuelco el corazón como si levitara expectante, porque sé que allí hay alguien sobresaliente, distinto a los demás, una especie de Johan Cruyff jugando en los solares pantanosos de Amsterdam cuando tenía quince años.

Darío Salazar junto a mi hijo César en el estadio de Arucas


Ahora le toca el turno al fútbol de invernadero, el que se practica de tú a tú y de poder a poder en un corto espacio, el fútbol miniaturizado en un pabellón para el que se necesita mucha técnica, el balonmano practicado con los pies, el vivero de donde salieron grandes jugadores como el brasileño-portugués Deco y al que han vuelto otros gigantes como Romario: el fútbol-sala, el fútbol de salón. Voy a referirme a un deportista con dotes especiales. Se llama Manuel Caballero Tejeda. Hizo algo que es mucho más difícil de lo que cabe pensar. Lo vi jugar en una cancha y resaltó por encima de todos. Eso es algo que no está al alcance de cualquiera. Además, daba la impresión de que, entrara quien entrara, a mis ojos sólo les merecía la pena seguir la estela de su juego. ¿Por qué es tan bueno? ¿Qué tiene de diferente? Al igual que viendo a Iniesta quieto o vestido de calle nadie diría que es un genio, a Manuel Caballero Tejeda le pasa lo mismo. Ni siquiera tiene aspecto de jugador, dado que es muy fornido. Pero la clave está en que cada una de sus piernas parece que piensa por sí misma. Donde otros tienen un bulto óseo en el tobillo, Manuel guarda un cerebro. Alberga dos pequeñas cabezas pensantes en el interior de los tobillos. Y encima hay un torrente de energía eléctrica que pasa desde su mente hasta sus piernas a través de la médula espinal sin que se cortocircuite nunca. Es un jugador magnético e inteligente y sólo la pérdida de la forma física podría echarlo a perder. Si se cuidara, sería merecedor de que pagáramos una entrada para poderlo ver. Lo que yo no sé es si su cuerpo evolucionará hacia el sobrepeso, y eso es lo que temo, porque en el fútbol casi todos los que son o han sido buenos jugadores presentan un aspecto escuálido al estilo del 'megacrack' Thierry Henry, el hombre que personifica la elegancia en el fútbol.

Manuel Caballero concediéndome el privilegio de una foto al lado suyo