lunes, 2 de marzo de 2009

La urbe donde se detuvieron las clepsidras


Pompeya debe su nombre a la triunfante procesión ("pumpe") que el héroe mitológico Hércules celebró tras expulsar a los gigantes de la región de Campania. Fundada en una fecha imprecisa varios siglos antes de nuestra era, sus primitivos pobladores ignoraban que el cerro fértil a orillas del río Sarno donde construían sus casas era un manto de origen volcánico. Tampoco supieron que el 24 de agosto del año 79 d. C. el Vesubio volvería a escupir ceniza, piedra pómez y una lengua de lava incandescente, dorada y roja. El historiador griego Estrabón explicó que las grietas por donde la tierra expelía azufre, fuego y aguas termales eran las heridas de los vencidos titanes que derrotó Herakles. Por eso Pompeya contaba con muchos santuarios para apaciguar a los dioses que durante bastante tiempo permanecieron en calma.
Pompeyo y César habían limpiado el mar Mediterráneo de piratas. Gracias a esta labor de policía militar la bahía de Nápoles asistió al florecimiento del comercio marítimo y al engrandecimiento de ciudades como la propia Pompeya, Herculano y Stabia, las tres hundidas bajo el vómito infernal que arrojó el Vesubio. Fue tal la prosperidad de esta ribera que el poeta latino Juvenal llegó a escribir que en aquella zona había más gente en el mar que en tierra firme. Precisamente en ese mar Tirreno, frente a Neápolis, estaba el lugar donde las sirenas embriagaban a los marineros con sus seductoras canciones. Era la isla de Capri, capricho terrenal en la que el sufrido emperador Tiberio se había hecho acondicionar un palacio para vivir sus últimos días alejado de Roma, dejando los asuntos de gobierno a cargo del ambicioso Elio Sejano que no tardaría en traicionarle.

El Vesubio arrojando una columna de humo sobre Pompeya

(24 de agosto del año 79 d. C. siendo emperador Tito)

Mujer escritora

(Fresco mural hallado en Pompeya)

A Pompeya llegaban fragantes perfumes de Oriente, sedas de la ignota China, oro y gemas de rincones desconocidos o remotos de Asia, leones y tigres para los espectáculos en el anfiteatro, jirafas e hipopótamos para sorpresa y recreo visual de los ciudadanos, monos pequeños que eran vendidos como mascotas. Y sobre todo, esclavos de todo tipo procedentes del puerto de Éfeso. Para romper una lanza en favor del Imperio Romano, he de subrayar que se trató de la única civilización de la antigüedad en la que un esclavo podía alcanzar la libertad gracias a sus méritos. Eso sí, con el beneplácito del dueño.


Calle de Pompeya jalonada por arcos ornamentales

Jardín con peristilo en una villa pompeyana

Los pompeyanos, al igual que el resto de los romanos, padecían de "philotimia", es decir, un obsesivo afán por el estatus conferido por la riqueza o la ostentación de cargos públicos. Te valoraban por tu dinero y tu influencia, con lo que poco ha evolucionado el espíritu de los hombres desde entonces, porque sigue ocurriendo lo mismo. Hoy en día Pompeya es un conjunto de ruinas de las que se ha excavado un tercio del total y cuyos restos arqueológicos reciben dos millones y medio de turistas anuales, mientras que el río Sarno ya no transporta ánforas de aceite o vino hasta su desembocadura, puesto que apenas subsiste como un triste arroyuelo. Como dice un grafito pompeyano que aún pervive, pese a que está borrándose por el efecto de la intemperie, sobre uno de los muros de una casa que aún permanece en pie:

"Nada dura eternamente. El sol que resplandecía en lo alto se sumerge en el mar.

Y la luna, que hasta ahora brillaba espléndida, también ha desaparecido".


Teatro pompeyano

Pompeya en la actualidad con el Vesubio al fondo

(Ruinas de templos y edificios públicos en el Foro)

2 comentarios:

  1. andres quiero preguntarte si napoles conserva toda la riqueza de pompeya antes de la tragedia.

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  2. Sí, dentro de lo que cabe, todo lo rescatado se halla en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

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