UD Agaete (temporada 2008/09, categoría cadete) Partido épico. Victoria sufrida. Estos dos serían los probables titulares que la prensa deportiva habría elegido para llamar la atención sobre este encuentro disputado a las 12:00 horas del sábado en el estadio "Alcalde Andrés Rodríguez Martín" entre el equipo local de la UD Agaete y el visitante, la UD Teror. Con la crucial baja de Cristian por molestias en un pie y el concurso de Darío sin estar completamente recuperado de una inflamación en las rodillas, el panorama no era nada halagüeño para nosotros. Por fortuna, la suerte se alió de nuestro lado porque el Agaete acusaba varias bajas también. No fue el equipo que iba tercero en la tabla, salvo en la primera parte, cuando disfrutó al menos de siete ocasiones claras sin concluir ninguna de modo favorable. Por contra, la UD Teror marcó un gol psicológico al filo del descanso. Fue Joel, nuestro central intraspasable, quien de falta directa y lejana lanzó un balón que, tras subir hacia el cielo pareciendo irse a las gradas, bajó de pronto para colarse por toda la escuadra. Un gol antológico que demostraba cómo el fútbol puede ser tan injusto como la propia vida, pues hasta ese momento no habíamos disparado nunca entre los tres palos. Sólo David García había logrado conectar un remate, pero con un tiro blando y desviado. Después del descanso conectaría otro, pero también flojo y a las gradas.
Joel, el central impecable que colgó un globo por toda la escuadra
En el segundo tiempo el entrenador dio entrada a Alberto por Luis y a Carlos por Alejandro, en un intento desesperado por inyectar aire fresco a un centro del campo que acusaba la ausencia de Cristian hasta el punto de que nos tenían dominados. Alberto le dio más criterio a la zona central porque es un jugador reposado y cerebral que lee bien los partidos y trata de ordenar a sus compañeros. Carlos aportaba su carácter expeditivo en defensa porque Luis es un jugador de talante ofensivo que se vació en la primera parte. Por desgracia, sobrevino una jugada nefasta en el área terorense: Claudio le hizo penalti a un contrario. El encargado de lanzar la pena máxima no falló. Lanzó un disparo potente a la escuadra izquierda. Un balón de esos a los que los porteros no llegan. Fran, nuestro ágil guardameta, por esta vez no pudo hacer nada, salvo acopio de coraje y rabia contenida, como al final del encuentro se vería.
Orlando, el infatigable extremo izquierdo que encarriló el partido marcando el segundo tanto
A partir de ahí el partido pareció que iba a encarrilarse a favor de los agaeteros. Entró en una fase de incertidumbre donde las combinaciones mejor trenzadas les correspondían a ellos. Hasta que surgió el arma secreta del Teror, el hombre que había permanecido discretamente haciendo una labor callada sin alardes: Darío Salazar. Se fue hacia la línea de córner a por un balón que se iba y lo sacó prodigiosamente, de manera inverosímil, para regalar un centro al área donde se aproximaban raudos sus compañeros. Allí apareció, el primero entre todos, un héroe troyano por su prestancia y arrojo, un moderno Aquiles del fútbol, un extremo izquierdo incansable que no para de esprintar por su banda con sed de portería. Es Orlando Rodríguez Oliva. Llegó, vio y marcó. La grada de la afición visitante se llenó de enfervorecidos gritos y aplausos. Lo que parecía imposible, la victoria a domicilio sobre el tercer clasificado, comenzaba a fraguarse.
Darío, el futbolista insustituible y desequilibrante, el "crack" del equipo
No contento con esta ventaja, Darío volvió por sus fueros en otra internada impresionante. Disputa un balón en el círculo central, se lo lleva con un toque de anticipación y magia, persigue el esférico que se le escapaba deslizándose hacia las botas de un contrario, le da otro toque orientado hacia un lateral y se zafa del perseguidor, vuelve a hacer lo mismo para escorarse a la banda izquierda desde donde lanza un autopase en paralelo de geometría perfecta porque ni se curva hacia dentro ni se va hacia fuera. Corre como un galgo desalmado al que no le pesara el cuerpo, como un héroe de la Eneida de Virgilio o un Ulises homérico entregado a los mortales por el dios Mercurio, el de las alas en los tobillos. Se recorre toda la banda izquierda y centra con generosidad para que Kevin Carreño encuentre la oportunidad que hace tanto tiempo andaba buscando y se merecía por su hambre de gol. En efecto, Kevin conecta un trallazo con toda el alma a media altura, golpeando el balón de tal modo que no se le eleve y no se le vaya por arriba. Fue otro zarpazo inapelable. Significaba el tres a uno y a la postre el que nos daría la victoria, porque después tuvimos que padecer el sufrimiento de encajar un gol tonto en el que falló toda la defensa (incluida una relajación del portero), el asedio asfixiante de nuestra área, la expulsión de Alberto por felicitar al árbitro que consentía el juego duro de los locales, un penalti reclamado por choque de piernas en nuestra área que no lo fue (ocurrió que defensa y delantero fallaron en chutar al balón y cruzaron las botas en el vacío con un sonido estrepitoso), hasta que el acoso al juez de la contienda por parte de la afición local dio su fruto cuando Marco Antonio hizo lo que no debía y menos en el último minuto: cargar con todo su cuerpo al extremo derecho que se había internado en el área. Penalti claro y riguroso. Hay quien no lo pita y lo considera carga legal. Pero es penalti, se pite o no. Lo volvió a lanzar el mismo jugador que marcó el anterior lanzamiento. Nervios. Dudas. ¿Volvería a disparar por el mismo sitio o cambiaría de orientación su disparo? Desesperación. Abatimiento. Parecía que iba a echarse abajo todo el trabajo de contención y la suerte de la que habíamos gozado durante ochenta y nueve minutos. Pero hete aquí que surgió una pantera de Teror, un puma con agilidad felina que adivinó el tiro por la misma escuadra que en el primer gol encajado. Fran se estiró y atrapó el balón con unos reflejos prodigiosos al estilo de grandes porteros del pasado como Arconada, Urruticoechea o García Remón. Imagino el desconcierto de quienes no veían en él un portero con garantías, pero lo es. La consecuencia de semejante gesta no se hizo esperar y los jugadores del Agaete, azuzados por su público, formaron una tangana. Amenazas de palizas, patadas y golpes, que afortunadamente se calmaron al poco de irse nuestros representantes al vestuario. Es una pena que no sepan perder, porque en el deporte se está expuesto a cualquier resultado y más si partes como favorito. Se trata de once contra once y los partidos hay que jugarlos con sacrificio además de clase. El fútbol es muy democrático y cualquiera puede ganarte.
Fran, la gran figura del encuentro y el máximo artífice de la victoria
ANDRES QUIERO SABER SI TU HIJO JUEGA EN EL TEROR Y EN QUE CATEGORIA.
ResponderEliminarCREO QUE ME COMENTASTES QUE JUEGA AL FUTBOL SALA.
Tengo dos hijos varones. El mayor juega en el Teror cadete y el pequeño en el Teror de fútbol-sala, en la categoría alevín. Son dos jugadores muy diferentes, tan distintos que no parece que fueran hermanos.
ResponderEliminarProfe soy Claudio, he hablado con algunos de los jugadores del Teror y quería saber si me podía pasar todas las fotos que sacó a lo largo de la temporada si las sigue teniendo. Yo se las pasaré a algunos jugadores.Gracias
ResponderEliminarHola, Claudio, envíame un mensaje a mi dirección de correo electrónico con la dirección del e-mail al que quieras que te las vaya enviando. O también puedo dártelas con Rubén en un pendrive, como prefieras. Yo creo que es más rápido lo primero, porque a Rubén no lo verás hasta septiembre, supongo. Ya sabes que las fotos no son muy buenas, como tampoco lo eran la cámara ni el fotógrafo. Quedo a la espera de tu correo.
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