HOTEL
CALIFORNIA
On a dark desert highway,
cool wind in my hair.
Warm smell of
colitas,
rising up
through the air.
Up ahead in the
distance,
I saw a shimmering light.
My head grew
heavy
and my sight grew dim,
I had to stop
for the night.
There she stood
in the doorway.
I heard the
mission bell
and I was
thinking to myself:
"this
could be Heaven or this could be Hell".
Then she lit up
a candle
and she showed me the way.
There were
voices down the corridor,
I thought I
heard them say:
"Le bordello"
Paul Cézanne
(Aix-en-Provence, 1839 - 1906)
“Welcome to the Hotel California.
Such a lovely
place, such a lovely face.
Plenty of room
at the Hotel California,
any time of
year you can find it here.”
Her mind is Tiffany-twisted,
she got the Mercedes Benz.
She got a lot
of pretty, pretty boys,
that she call friends.
How they dance
in the courtyard,
sweet summer sweat.
Some dance to
remember,
some dance to forget.
So I called up the Captain,
"Please
bring me my wine".
He said:
"We haven't had that spirit here
since nineteen sixty nine".
And still those
voices are calling
from far away, wake you up
in
the middle of the night
just to hear them say:
"The brothel"
Dave Lebow
(Tulsa, Oklahoma, 1955)
“Welcome to the Hotel California.
Such a lovely
place, such a lovely face.
They’re living
it up at the Hotel California.
What a nice
surprise, bring your alibis.“
Mirrors on the ceiling.
The pink
champagne on ice.
And she said: "We are all just prisoners
here of our own device".
And in the
master's chambers
they gathered for the feast.
They stab it
with their steely knives,
but they just can't kill the beast.
Last thing I remember,
I was running for the door.
I was running for the door.
I had to find
the passage back
to the place I
was before.
"Relax",
said the night man.
"We are
programmed to receive.
You can
check-out any time you like,
but you can
never leave!"
[Canción
escrita por Don Felder, Glenn Frey y Don Helder e interpretada por ellos mismos
bajo el nombre del grupo “The Eagles” (“Las Águilas”) en un álbum homónimo publicado en
1976]
Portada del disco considerado el trigésimo séptimo mejor
de la historia de la música pop por la revista musical "Rollingstone"
de la historia de la música pop por la revista musical "Rollingstone"
HOTEL CALIFORNIA
En
una oscura y desierta carretera
con
el viento dándome en la frente,
llegaba
hasta mí el humo cálido
de
la marihuana elevándose al cielo.
Más
adelante divisé un destello.
Mi
cabeza empezó a bloquearse
y
mis ojos a verlo todo ciego.
Tendría
que detenerme para pasar la noche.
Entonces
fue cuando vi a una mujer que estaba
vestida
muy sugerente en la entrada,
mientras
al mismo tiempo escuchaba
el
timbre de la recepción.
Me
di cuenta de que aquel sitio
podía
ser un infierno o un paraíso.
La
muchacha encendió una luz
para
indicarme el camino.
Se
oían voces al fondo del pasillo
mientras
caminábamos. De hecho,
juraría
que escuché a alguien
gritar:
“¡Bienvenido al hotel California!
¡Es
tan encantador pasar un rato aquí!
Siempre
encontrará una cara bonita
esperándole. Estamos
con todas
las habitaciones a su disposición
cualquier
día del año, las veinticuatro horas.
"Door's open, Sweetie"
Stanislaus Sowinski
(Milwaukee, 1927 - San Diego, 2009)
A
nuestros clientes nunca les faltará
en este lugar una
cama a su disposición.”
Charlo
con la fulana que me ha traído
y
veo que sólo piensa en joyas de Tiffany’s.
Ya
consiguió un Mercedes Benz
y
dice coleccionar un montón de apuestos
caballeros
a quienes llama “amigos”.
En
el jardín central junto a la piscina
están
bailando. Hasta mí llega
el
olor pegajoso del sudor del verano.
Algunos
se mueven de fábula
y
otros tan mal como para olvidarlos.
Llamé
al encargado para pedirle
una
copa de vino. Con la boca sonriente
me
la trajo diciendo que no habían
tenido
una fiesta mejor desde 1969.
Entretanto,
el ruido de unas voces
acompañadas
de gemidos y arrumacos
seguía
llegándome desde lejos.
Eran
jadeos que llegaron a despertarme
incluso
a medianoche. En medio
del
júbilo amoroso recuerdo las palabras
del
maître anunciando: “¡Bienvenidos
al
hotel California! ¡Es tan maravilloso!
Muchas
caras preciosas aguardan dentro
esperando
darle una sorpresa.
No
deje nunca de visitarnos. Busque
cualquier
pretexto para venir a vernos.”
Los
techos contienen espejos
para
excitar a las parejas.
El
champán de color rosa
descansa
entre cubitos de hielo.
Otra
de las prostitutas me susurra al oído
que
aquí todos somos prisioneros
de
nuestro propio instinto animal.
En
las suites más lujosas del propietario
se
están reuniendo para montar una orgía.
Acuden
con sus empuñaduras erectas
como
cuchillos para clavarlas
en
la carne fláccida y húmeda,
aunque
por mucho que fornican
no
pueden agotar de forma definitiva
su
sed de sexo. Lo último que recuerdo
es
verme corriendo semidesnudo
buscando
la salida. Tenía que encontrar
una
escapatoria, regresar por donde
había
venido. “Relájese”, me dijo un camarero.
“Nosotros
estamos habituados a recibir visitas.
Usted
puede dejar su habitación cada vez que quiera,
pero
de la atracción sexual no podrá dimitir nunca.”
(Traducción
de Andrés González Déniz)
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