Acusado de escritor burgués por los comunistas que ocuparon Hungría, tuvo que emigrar de su país en 1952 para instalarse en Nueva York
"Krisztina, naturalmente, creía estar enamorada. más tarde me di cuenta de que no era amor ni siquiera al principio, de que sólo era gratitud"
"Quizás no se pueda hacer nada más que esto en la vida: adaptar a la realidad, con inteligencia y con atención, esa otra realidad irrevocable, el carácter personal"
"Sólo a través de los detalles podemos comprender lo esencial"
"No se puede hacer nada contra las leyes del carácter humano, nunca"
"Cuando exigimos a alguien fidelidad, ¿es acaso nuestro propósito que la otra persona sea feliz? Y si la otra persona no es feliz en la sutil esclavitud de la fidelidad, ¿amamos a la persona a quien se la exigimos?"
"Quien sobrevive al otro es siempre el traidor"
"Hay algo peor que la muerte, peor que el sufrimiento... y es cuando uno pierde el amor propio"
"Uno no puede sino aceptar la realidad"
El régimen comunista que los soviéticos impusieron sobre Hungría prohibió la publicación y difusión de la obra literaria de Sándor Márai, por lo que fue cayendo en el olvido
"Se diría que la vida, todo lo vivo, no tiene más razón de ser que seguir viviendo mientras puede, e ir renovándose siempre, de manera continua"
"A veces ocurre que el instante trae una posibilidad, y esa posibilidad tiene su momento exacto, y si el instante pasa, ya no puedes hacer nada de nada"
"Uno envejece poco a poco. Primero envejece su gusto por la vida, por los demás, ya sabes, todo se vuelve tan real, tan conocido, tan terrible y aburridamente repetido... Eso también es la vejez. Cuando ya sabes que un vaso no es más que un vaso. Y que un hombre no es más que un hombre, un pobre desgraciado, nada más, un ser mortal, haga lo que haga..."
"Luego envejece tu cuerpo, no todo a la vez, no. Primero envejecen tus ojos, o tus piernas, o tu estómago o tu corazón. Envejecemos así, por partes. Más tarde, de repente, empieza a envejecer el alma: porque por muy viejo y decrépito que sea ya tu cuerpo, tu alma sigue rebosante de deseos y de recuerdos, busca y se exalta, desea el placer. Cuando se acaba el deseo de placer, ya sólo quedan los recuerdos, las vanidades, y entonces sí que envejece uno, fatal y definitivamente"
"Un día te despiertas y te frotas los ojos, y ya no sabes para qué te has despertado. Lo que el nuevo día te traiga, ya lo conoces de antemano: la primavera, el invierno, los paisajes, el clima, el orden de la vida. Ya no puede ocurrirte nada imprevisto: no te sorprende ni lo inesperado, ni lo inusual, ni siquiera lo horrendo, porque ya conoces todas las posibilidades, ya lo tienes todo visto y calculado, ya no esperas nada: ni lo bueno, ni lo malo"
"Uno acepta el mundo poco a poco y muere"
"La vida se vuelve casi interesante cuando ya has aprendido las mentiras de los demás, y empiezas a disfrutar observándolos, viendo que siempre dicen otra cosa de lo que piensan, de lo que quieren de verdad... Sí, un día llega la aceptación de la verdad, y eso significa la vejez y la muerte. Pero entonces esto tampoco duele ya"
"Ya no es válido nada de lo que antes importaba"
[Fragmentos extraídos de Márai, Sándor: El último encuentro, (título original: A Gyertyak Csonkig Egnek), Barcelona, Salamandra, 2005, (séptima reimpresión de la 1ª edición de 2002), (colección quinteto, nº 12), (traducción de Judit Xantus), pp. 207]
En esta novela dos amigos se reencuentran para hablar del amor de una mujer que compartieron y que a punto estuvo de provocar su destrucción