(Buenos Aires, Argentina, 1960 - 2020)
El futbolista que mejor trato le dio al balón
EL DIOS DEL FÚTBOL
Jugaba cuando niño por un refresco y un bocadillo.
Entonces supo la felicidad extrema que da el fútbol
cuando gambeteaba con un pequeño cuerpo que no tuvo
nunca la prestancia ni la estatura de los altos divos.
En estadios como el San Paolo o el Camp Nou ascendimos
al éter de las esferas celestes viéndole cómo pudo
hacer con la pelota lo que quiso y también cómo supo
transmitir vibraciones eléctricas de lo antes nunca visto.
Fue por cinco veces el máximo goleador argentino
y en dos ocasiones llegó a campeón del mundo. Empero,
las sensaciones que dejaba a su paso, y no los registros,
(1986)
eran lo que le convertía en el más grande. Me acuerdo
de goles en parábola, libres directos, regates limpios,
o la manera como avanzaba de un modo intenso.
(Poema escrito por Andrés González Déniz)
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