sábado, 17 de julio de 2010

Zapatero extravió la horma de sus zapatos


José Luis Rodríguez "Zetaparo"
(Valladolid, 1960)

SOBRE LOS ESTRATEGAS DEL EMPOBRECIMIENTO CALCULADO

Zapatero recuerda a Hitler cuando en la recta final de la guerra movía divisiones imaginarias de un ejército que ya no existía. Primero alimentó una escalada en el gasto militar y luego se aferró a no aceptar la realidad de la derrota desde 1942, con la caída en Stalingrado, hasta 1945, año de su suicidio. Como la situación que vive no es precisamente bélica, tal vez no sea consciente de ser un cadáver político. Y desde luego, no tendrá que recurrir a su desaparición física.

Adolf Hitler
(Braunau am Inn, 1880 - Berlín, 1945)

En su partido ya lo están dando por amortizado, y es que un hombre que hace lo contrario de lo que dijo, alguien que es capaz de actuar contra sus principios ideológicos, no es precisamente un sujeto creíble. Da la impresión de ser una marioneta obediente cuyos hilos manejan los bancos y los organismos de regulación financiera. Ésos sí que resulta fácil imaginarlos en una sala de juntas con mapas desplegados sobre una mesa. Se miran con cara de póquer y clavan chinchetas de colores sobre las naciones según les parezcan más proclives a ser exprimidas. Tarde y mal han descubierto que las sociedades enfermas, sin valores sustantivos, también están corroídas por el óxido de los subsidios, las tareas improductivas, los ingresos rentistas, la duplicación de cargos, estamentos y asesorías superpuestas o directamente inútiles, la especulación urbanística y el virus de la aspiración a no trabajar, sino a vivir del cuento o la herencia recibida.

Paris Hilton
(New York, 1981)

Claro que quienes deciden en la cúspide son como una nueva aristocracia que comete similares pecados, pero detenta el poder como para ser capaz de permitírselos. Los tijeretazos en las economías están bien para lograr el reequilibrio y soltar lastres nocivos. Lo que no parece que sea tan justo, aunque sí lógico, es que en las altas esferas la codicia desenfrenada y el nivel de vida asociado a ella no sólo no disminuyan, sino que busquen todavía mayores beneficios.


En el mundo de las alturas, donde se mueven las riquezas y quienes persiguen su acrecentamiento, se dan muchas fiestas con el objetivo no meramente obsceno de exhibir alhajas o poderío. Ocurre que en ellas se busca establecer contactos, fusiones, negocios o influencias, y cada vez hay más gente sin invitaciones que va a quedar excluida. Ésta es la verdadera razón de los recortes, porque quienes participan del festín bursátil no tienen empacho en cambiar la sede de sus cuchipandas, así las tengan que celebrar con una guerra sobre Irak o estableciendo centros de producción con mano de obra explotada en la Cochinchina.

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