DE LA INDECENCIA
A LA INOCENCIA
Mientras algunos celebraban los funerales de la Historia cantando un gorigori por el materialismo dialéctico, a Jean-François Revel le daba en la nariz que el supuesto cadáver aún daría guerra. "El Muro -dijo el maestro entonces con el amargo escepticismo de los que están de vuelta- cayó en Berlín, pero no en los cerebros". Y ahí sigue, tan terne, tan cerril, tan avieso. Echando leña al fuego de las batallas culturales, haciendo regresar el rencor, timando a los incautos con utopías de recuelo. Porque si bien es cierto que la izquierda, hoy por hoy, es una mojiganga obtusa, deslavazada y hueca, también es evidente que en ese corral de abrojos es donde el sectarismo medra.
El Muro de Berlín fue utilizado para que la zona comunista no se contaminara del estilo de vida capitalista al que la gente quería huir, pagándolo en muchos casos con la propia vida al intentar cruzarlo
El "modus operandi", por lo demás, es el de siempre. Idénticas las mañas y los tejemanejes. Hay que desgañitarse al increpar al enemigo y silenciar la ruina (o la ruindad) de las ideas. Hay que ejercer de oficio (y de beneficio, por más señas) como fiscal supremo y despachar al reo sin alegatos previos. Hay que tener, en suma, el cuajo de Céline (ya que no su talento) cuando saltaba, a bote pronto, de la indecencia a la inocencia: "Todo el mundo es culpable, excepto yo". Medio siglo después, la excepción es la regla.
María Antonia Iglesias
(Orense, 1945)
(Directora de los informativos de RTVE desde 1990 hasta 1996)
La prepotente, mamporrera, zafia, intolerante, mezquina, antidemocrática y repugnante ideóloga del PSOE bajo la égida de la era corrupta de Felipe González
¿Quién le dio cuerda al paro? ¿Quién bordeó la quiebra? ¿Quién enturbió el pasado y envenenó el presente? ¿Quién, por hacer derechos, no hizo los deberes? "Nadie, mi nombre es nadie". Si Grecia es el problema, la respuesta es Homero. Poco importa, no obstante, que fuera éste o aquél el responsable del entuerto. La fe -la buena fe, la que circula a ras de suelo- justifica a los propios y ajusticia al resto. A los reaccionarios, los fachas, los retrógrados, los que amplían el eco de la derecha extrema. O sea, a los herejes, en resumidas cuentas. Los ínfimos inquisidores progresistas han elevado las consignas a la categoría de argumentos. Sacan a relucir apriorismos oxidados y le dan esquinazo a las propuestas. Confeccionan prestigios a medida y miden las costillas de los desafectos. Usan la corrección política a guisa de escalpelo y apelan al escándalo si la razón les acomete.
Iósif Stalin
(Gori, 1878 - Moscú, 1953)
El ídolo "democrático" de la izquierda, el dictador comunista que en lugar de salvar a la II República española le vendió chatarra por armamento a cambio de llevarse el oro del Banco de España que le entregó el infame Juan Negrín, el líder de acero que pactó en secreto con Hitler el abandono de los republicanos españoles a cambio de invadir la mitad de Polonia
La dictadura de la virtud -tal cual sostiene Sloterdijk, que sufrió su flagelo- desencadena un proceso paranoico que anula el debate público y desfibra el lenguaje al extirpar las diferencias. El fascismo uniforme, el espantajo de la monotonía milimétrica, retorna camuflado en los ropajes de un antifascismo bufo y dominguero. La audiencia, insaciable, abuchea a los cómicos y exige crueldad, verosimilitud, sangre y entrega. ¡El Coliseo, señoras y señores, en vivo y en directo! Cristianos extasiados, gladiadores inclementes y el caricato de costumbre que embromará a las fieras durante el intermedio. El Muro cayó en Berlín, pero no en los cerebros y la campaña electoral andaluza que nos acecha será -pasen y vean- una demostración irrefutable de las devastadoras consecuencias que conlleva el cerrojazo de las entendederas. Fetidez y miseria. Total, que mucha suerte: teatralizando, mucha mierda.
(Artículo de opinión escrito por Tomás Cuesta y publicado
por el periódico "ABC" el sábado 10 de marzo de 2012)
Tomás Cuesta
(Periodista)
(Zazuar, Burgos)
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