UNOS VIEJOS ANTEOJOS
Las gafas dejan mirar a través de los cristales
sin que ellas mismas puedan ver nada. Acumulan
motitas de polvo mientras descansan y basculan
cuando debido al sudor resbalan y se caen.
En muchas ocasiones se me olvida llevarlas
puestas. Aun así evitan lesiones oculares.
Con ellas he visto enardecedores paisajes
y leído libros y periódicos solo en casa.
Cuando las sustituya por otras, se quedarán
en un estuche oxidándose y adquiriendo
un color verdoso y pálido. Se volverán
mohosas e inflexibles, sin preservar recuerdos
de todo cuanto gracias a ellas pude aportar
como alimento a mi indiscreto cerebro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario