Conocí en persona hace algunos años al escritor Leopoldo María Panero. Fue en una conferencia que Andrés Trapiello ofreció en la Casa Galdós de la calle Cano antes de que se restaurase y quedara espléndida. Sabía del extravío de sus poemas, valoraba los versos inesperados y llenos de evocaciones que pululaban por su poesía. Echaba en falta un poema entero. Aquí voy a reproducir el que me parece que ahonda en un tema que trató profunda y fugazmente Joseph Brodsky. Será, por tanto, un poema brodskiano, si se me permite el gentilicio. Es, tal vez, el único de los poemas panerianos que logra ser un buen poema en conjunto. Lo extraje de un volumen publicado por Visor a cargo del crítico Túa Blesa que lleva por título Poesía completa 1970 - 2000. Fue publicado en el año 2001, el del hundimiento de las torres gemelas, año significativo.
Leopoldo de hecho es el enfant terrible de la literatura española, una mezcla de Lautréamont, Hölderlin, Baudelaire, Poe, Oscar Wilde, Bruce Chatwin y Dylan Thomas juntos. Posee una erudición a tener en cuenta. La sabiduría extraviada por la locura da como resultado una poesía de excelente factura, cuando menos imprevista. Y así es la suya. En el escaso tiempo que pasé con él murmuraba citas en voz baja que sólo podían ser proferidas por un loco, un sabio, un esnob, una sibila o un esteta. Él es todas esas cosas.
Recuerdo que lo llevé en coche hasta el Hospital Psiquiátrico de Tafira y por el camino se esfumaron dos paquetes de tabaco rubio, porque el hombre inhalaba como un poseso un cigarrillo tras otro, y me hizo detener el vehículo varias veces para mear en medio de la calle a la vista de todo el mundo. Insistía en que lo llevara a una taberna para beber cerveza u otras absentas inencontrables o prohibidas. Llegó a preocuparme que le diera por echar mano al volante para que nos saliéramos de la carretera y despeñarnos juntos. Advertido del peligro, comprendí que mi venerado Borges tenía más razón que un Buda cuando me advirtió que conocer al autor siempre es una desgracia. Un mal asunto. Suspiré aliviado cuando lo dejé sano y salvo en la que era su casa. Mientras se alejaba dándome la espalda, dentro de su egotismo tuvo el bonito detalle de mascullar un despido salivoso. Bueno, corramos un tupido velo y pasemos al poema de marras. No tiene desperdicio, aunque contenga alguno.
MOSCA
"Ángel fui, de belleza henchido
de hombres y mujeres celebrado.
Hoy mi rostro recuerda al pecado
y miro con el ojo de la mosca.
Efebo fui, rey del blanco esperma
mi culo fue entre otros celebrado:
hoy, miro con el ojo de la mosca.
Amé la primavera, temí la muerte:
hoy la noche del alcohol es todo lo que queda
y la mosca vuela en torno del retrete.
Rey de la palabra, mis poemas
fueron de todos ensalzados:
hoy sólo es el insistente zumbido de la mosca
volando y volando en torno del retrete.
Negra es mi alma, negro es mi olor,
peor aún: sin color ni forma
sólo el insistente zumbido de la mosca
que susurra en la noche por todos mis amores perdidos
y caídos en la sombra del retrete.
Luché contra Badel y la llené de sangre
buscando en ella la belleza, el orden, la
justicia: no preveía
este final al borde del retrete
donde mis días son atrozmente el mismo
día, mirado por el ojo de la mosca:
volando, volando en torno del retrete.
Tú, que fuiste rubia, y que me amaste
di algo, una palabra solamente
a esta mosca que no es digna aún ni nunca
de entrar en tu casa, donde otras moscas
vuelan y vuelan en torno del retrete.
La elegía, la oda, la aliteración, la metáfora,
el verso acentual y el verso latino
nada decían de esta mosca final
esperando aquí para siempre, absurdamente
vigilando la tapa del retrete.
Y moriré algún día como la mosca
española, que dura un poco más
en el invierno, cayendo seca al suelo
para que otra mosca también,
nacida héroe o poeta
¡vuele, vuele otra vez sobre la tapa del retrete!"
(Panero, Leopoldo María: Poesía completa 1970 - 2000, Madrid, Visor, 2003, 587 págs., pp. 442-444)
Leopoldo María Panero Blanc
(Madrid, 1948)
Andrés,
ResponderEliminarLlegué hasta aquí al leer tu comentario a Fernando Jiménez-Ontiveros.
Y agradezco haber llegado.
Tu desván sólo merece aplausos.
Un abrazo,
Silvia
Buenas noches Andres, muy poco me ha faltado para "perderme en el camino", mi camino era el blog de Susana.
ResponderEliminarEn fin ¡que susto! ya paso.
Buenas noches.
Una mujer
Tu desvan es increible si, de verdad! he pasado un buen rato aqui leyendo, a veces la internet me aburre..... pero al menos hay blogs como este que me reactivan un poco.
ResponderEliminarGraciassss muchas por tus comentarios sobre mis obras.... honorada con tus palabras! hasta pronto
Noemi