Jorge Francisco Isidoro Luis Borges
(Buenos Aires, 1899 - Ginebra, 1986)
Jorge Luis Acevedo Suárez Laprida
Un resplandor que viene de otro tiempo y de otro sitio
y que sigue brillando todavía
Luis Alberto de Cuenca
Recorre con dedos trémulos el mapa de su rostro
y halla las incógnitas literarias de su desvelo.
Enceguece de furia cuando recita a Homero
y comparte con John Milton el paraíso del ídolo.
Keith Chesterton le enseñó la vereda y Cansinos
ofició de maestro por el recorrido infinito
de los dédalos de la escritura. Jacobo Sureda,
Macedonio Fernández, y el otro, Evaristo Carriego,
se saben hurtados al olvido por su magisterio.
Escucho caer una voz en la tarde y es Borges
quien viene para acompañarme en mi escritorio.
Se aposenta en mi mesa, reelabora a Baruch
Spinoza, y me cuenta que no hay mayor destino
que ser libérrimo rapsoda de versos perdurables.
Yo también fui alumno suyo, como él de Pitágoras,
e iré a su lado en la eternidad como Aristóteles
y Platón fueron de la mano del saber en el ágora.
(De mi libro Breviario de fervores y rechazos, Madrid, Edición personal, 2006, pp. 163, p. 120)
Buenos Aires, la ciudad que Borges recorrió a pie durante más de 40 años
Casco viejo del barrio de Palermo donde Borges nació y jugó de niño
Jorge Luis Borges en una estancia ajardinada de su laberinto de libros
Aplaudo y agradezco el bello poema que has dedicado al maestro Borges.
ResponderEliminarY las fotos de mi nostálgico Buenos AIres...
Un gusto leerte-
Andrés, verssos que perdurarán, y levantarán olas de admiración,le acompañas con fotografias identificativas que lo engrandecen
ResponderEliminarUn abrazo
Stella
Que espacio mas lindo es el que tienes, cultural y elemental... se agradece.
ResponderEliminarCuídate, un abrazo