miércoles, 20 de mayo de 2015

Quisiéramos toros sin cuernos y leones sin colmillos

  
Tortuga Caimán
(Macrochelys Temminckii)
Con su boca puede arrancar de cuajo los dedos de una persona
 
UN CASO DE INGENIERÍA ZOOLÓGICA
 
La tortuga caimán vive en la semioscuridad de las aguas pantanosas de Norteamérica vinculadas al trayecto de los ríos Missouri y Mississippi. Yace en los fondos limosos cubierta de algas  aparentando ser una roca que sobresale del lecho de fango. Quieta, astuta y silenciosa, abre las fauces para mostrar una minúscula lengua vermiforme de color rojizo que atrae a los peces por su semejanza con una lombriz jugosa. Capaz de resistir en esa posición estática sin tomar oxígeno durante una hora, cuando un pez se siente atraído por ese cebo y se aproxima, las mandíbulas de esta sauropsida se cierran de manera implacable, capturando la presa que pasa a ser deglutida de inmediato.
 
 
En su caparazón luce tres hileras osteodérmicas dorsales
 
Enterados de este procedimiento carnívoro, algunos ecologistas defensores de la naturaleza en el mejor de los mundos posibles se indignaron por la crueldad con la que estos quelonios se alimentaban, así que emprendieron una campaña para extirparles los apéndices linguales tramposos. Como consecuencia de tal medida quirúrgica, fueron desapareciendo por inanición estos reptiles acorazados hasta su extinción absoluta. Ahora las mismas almas cándidas, bienintencionadas y ecológicas se quejan de la desaparición de las tortugas caimán provocada por la intervención de la mano del hombre.
 
(Ficción breve escrita por Andrés González Déniz)
 

Puede alcanzar 80 cm de longitud y 110 kg de peso

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