viernes, 7 de febrero de 2020

Algunos dicen que las fieras se postraron a sus pies

 
Retablo de los santos Abdón y Senén en la iglesia de Santa María de Sils
(Gerona)


 SENÉN Y ABDÓN
 
Llegaron a Roma desde la lejana Persia
en un penoso viaje como reos.
Filipo el Árabe soltó sus cadenas,
pero al negarse a participar
en las paganas ofrendas del panteón romano,
se les volvió a encerrar en un foso.

El emperador Decio ordenó
que sufrieran el oprobioso apocalipsis
de ser despedazados con crueldad por las fieras.
La noche anterior al espectáculo
quiso Dios que murieran los animales salvajes
dispuestos a ese fin: leones y osos.
 
 

Cripta de Abdón y Senén en el templo de San Marco in Campidoglio
(Roma)
 
Irritado por el presagio que los cristianos
consideraron un gran milagro,
Decio mandó que los arrojaran
a los perros rabiosos
sobre la arena del Coliseo.
Allí afrontaron el destino
que a los mártires
tiene guardado el Supremo.
 
Después arrastraron por la ciudad
los restos, medio devorados,
hasta dejar al final sus despojos
para festín de los cuervos.
 
(Poema escrito por Andrés González Déniz)

 
  
 Abdón y Senén
(Siglo III d. C.)
Tabla pintada en 1459 por
Jaume Huguet
(Valls, 1412 - Barcelona, 1492)
(Iglesia de San Pedro en Tarrasa)

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