Barcelona es la capital de Cataluña y como ciudad es una maravilla que recuerda en muchos aspectos a París o San Sebastián. Sin embargo, el alma catalana está en la costa de Gerona, mal que le pese al monasterio de Montserrat. Allí está la prodigiosa roca del color de la carne sobre la que escribiera con asombro y regocijo Josep Plá. Me hace sentir que quien la hiera le hace daño a la Humanidad. Que quien la estropee con un acto vandálico apuñala el sentir catalán. Cataluña está en el corazón de los hombres que la visitan y no se desprende de las retinas de su memoria jamás.
Esta foto se corresponde con el pueblito pesquero de Tossa de Mar, justo en el sitio donde el oleaje azota en invierno y Neptuno se ha cobrado las vidas inocentes de quienes se han atrevido a desafiarle aproximándose mucho. Se llama Mar Menuda, si no recuerdo mal, y es una pequeña cala de arena rubia que se oculta cuando la marea sube.
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