miércoles, 12 de mayo de 2010

Cuando todo parecía comenzar porque era joven


Mark Knopfler
(Glasgow, 1949)

SULTANS OF SWING

You get a shiver in the dark.
It's been raining in the park,
but meantime south of the river
you stop and you hold everything.
A band is blowing Dixie double four time.
You feel all right when you hear that music ring.
You step inside, but you don't see too many faces
coming in out of the rain to hear the jazz go down.
Too much competition, too many other places,
but not too many horns can make that sound
way on downsouth, way on downsouth,
London town. You check out "Guitar George",
he knows all the chords. Mind he has strictly rhythm.



He doesn't want to make it cry or sing and an old guitar
is all he can afford when he gets up
under the lights to play his thing.
And Harry doesn't mind if he doesn't make the scene.
He's got a daytime job he's doing all right.
He can play "honky tonk" just like anything
saving it up for friday night with the Sultans,
with the Sultans of Swing.
And a crowd of young boys they're fooling around
in the corner drunk and dressed
in their best brown baggies and their platform soles.



They don't give a damn about
any trumpet playing band.
It ain't what they call "rock and roll".
And the Sultans played Creole and then the man,
he steps right up to the microphone
and says at last just as the time bell rings
"Thank you. Goodnight. Now it's time to go home",
and he makes it fast with one more thing.
We are the Sultans, we are the Sultans of Swing.

(Canción de Dire Straits publicada en 1978)



LOS REYES DEL CONTONEO

Tiritas de frío en la oscuridad.
Ha estado lloviendo a cántaros en el parque.
No sabes a dónde andar y junto al río te detienes
porque crees haber encontrado un oasis musical:
una banda que está tocando viejas canciones.
Por fin sientes el alborozo de oír buena música sonar.
Te acercas e introduces dentro de un local
con muy poca gente dentro.
Son escasos los escogidos
que han venido a sentir el jazz.
Hay demasiados sitios para elegir
y es muy fuerte la competencia,
pero no muchos saxos y trompetas
son capaces de gemir de esta manera.
Me ocurrió en los bajos fondos
del sur de Londres, en un arrabal
portuario tan perdido y marginado
que parecía un barrio de Nueva Orleáns.



Observas al guitarrista y compruebas
que se conoce todos los acordes.
Se le nota que se fija sólo en el ritmo.
No pretende conseguir que sus cuerdas
se pongan a llorar o a gritar.
Una antigua guitarra desgastada es todo
lo que puede permitirse cuando se pone
bajo las luces de los focos a rasgarlas.
A sus compañeros les trae sin cuidado
si no dan la imagen necesaria
para estar juntos sobre el escenario.
Se pasan todo el día realizando otros trabajos,
así que, teniéndolo en cuenta, bastante bien
se defienden con sus instrumentos.
Podrían atreverse con un tema de los Rollingstones
como si tal cosa. En realidad, tocarían
cualquier canción que se propusieran
para alegrar la fría noche de este viernes.
Total, simplemente forman parte
de un grupo de saltimbanquis
que van de bar en bar por unas monedas.



Multitud de jóvenes están afuera
perdiendo el tiempo en la calle,
bebiendo y luciendo la mejor ropa
que puedan sus papás comprarles.
Les importa un bledo lo que la banda toque,
porque no es para ellos la música de moda.
Y así es, puesto que los músicos atacan ahora
un viejo rock and roll de los años cincuenta.



El vocalista se aproxima al micrófono
y anuncia la última melodía que va a cantar,
justo cuando suena el timbre del cierre y la despedida.
Da las gracias al exiguo público y las buenas noches.
Es hora ya de ir volviendo al hogar. Por eso improvisan
rápido la canción con que la gente los reconoce.
En efecto, ellos son los sultanes del sonido retro.


John Illsley, Mark Knopfler, Pick Withers y David Knopfler

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