sábado, 11 de agosto de 2012

La ambición rubia que íntentó trepar a las alturas


Marilyn Monroe
(Norma Jean Baker)
(Los Ángeles, 1926 - 1962)
Quiso ser como Livia para Augusto, pero JFK sólo quiso darse gusto


UN ICONO SEXUAL
 DE APARIENCIA PURA

Sé pocas cosas sobre Marilyn y desconozco si son ciertas.  Al fin y al cabo, yo no viví dentro de su cuerpo para saberlas. Obsesionada con su imagen, se hizo una rinoplastia en una época en que hacerlo era una rareza. También leí una vez que se había hecho la cirugía estética en los senos cuando aún no existía la silicona, recurriendo a una prótesis de cristal. En un documental conmemorativo por los cincuenta años de su desaparición se ofrece el dato de unos quince abortos a lo largo de su carrera. ¿Fueron todos espontáneos? ¿O la maternidad hubiera sido un obstáculo para su sed de éxito en el mundillo del celuloide?


Muy pronto aprendió a teñirse de rubia porque le hacía parecer
más irresistible para poder llevar a cabo sus planes
de ascenso social hasta la cumbre

Sufrió tres violaciones en su juventud a manos de dos hombres maduros y uno joven. Su madre la había abandonado y quedó a merced de las familias de acogida donde los estupros se llevaron a cabo. Se casó por calculado interés con un policía a los dieciséis años. Su objetivo era no abandonar el lugar en el que vivía. Más tarde trabajó para la industria armamentística estadounidense en la costa oeste, sitio en el que se crió y que le puso en contacto con el oropel hollywoodiense de Los Ángeles. Y con la Mafia. Mientras los gánsters jugaban al póker, ella era contratada para realizar una ronda de felaciones bajo la mesa de juego. Un mal comienzo, pero que da la medida de los pocos escrúpulos de una mujer que se llamaba Norma pero no seguía las normas de una moral consecuente.


Las apariencias engañan: bajo este aspecto angelical
habitaba el espíritu de una arpía inconfesable

Tuvo romances de lo más variopintos: desde hombres casados como Yves Montand hasta latin lovers como Frank Sinatra, con quien le gustaba practicar sexo oral sumergida bajo el agua y la espuma en una bañera. Se aficionó pronto a tomar barbitúricos y alcohol, lo que le hacía padecer insomnio y viceversa. A partir de aquí vienen sus caprichos de diva intratable llegando tarde a las sesiones de grabación de las películas, ausentándose u olvidando el papel que debía memorizar.


Según todos los indicios Marilyn
era mucho mejor en la cama que en el plató


Nos la pintan como una muñeca zarandeada por un destino cruel, y no sé hasta qué punto cabe interpretar así una vida en la que se casó con el deportista mejor pagado de entonces, el beisbolista Joe DiMaggio; y después con un dramaturgo, Arthur Miller, con el que buscaba el respeto como artista pues ya había conseguido el éxito en las taquillas ejerciendo de mito erótico. En realidad jugó siempre con cartas ocultas, porque al mismo tiempo intentó conquistar al presidente Kennedy, y como le falló la jugada, pasó a acostarse con su hermano Bob, el fiscal general del Estado. Entremedias dio lustre a las sábanas de algún capo mafioso como Sam Giancana.


Éste es el papel que mejor se le daba: el de buscona.
Y lo hacía tan bien porque se interpetaba a sí misma


¿Debo admirar a esta mujer con lo que sé de ella? ¿Optó por sí misma y su estrellato y nunca tuvo hijos para que ser madre no la estorbara? ¿Se enamoró del presidente Kennedy o de su cargo que la convertiría en primera dama, y por lo tanto en la mujer más poderosa del mundo? Tanta ambición se paga y la asesinaron con una inyección de Nembutal introduciéndole acto seguido un tarro de pastillas por la boca para simular un suicidio. La mataron para que no desvelara su relación con los Kennedy, y precisamente Bob y otro hombre estuvieron en su apartamento la noche de su muerte poco antes del deceso. El resto es mitomanía, culto a la imagen y un desperdicio de prolija literatura.


El sexo como medio para lograr el fin del poder simbolizado
por las joyas, así actuó Marilyn, como una Mesalina
de la antigua Roma, y al igual que ella terminó aniquilada

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