Manuel García Viñó
(Sevilla, 1928 - Madrid, 2013)
Abogado, novelista, poeta, ensayista y crítico literario
(Sevilla, 1928 - Madrid, 2013)
Abogado, novelista, poeta, ensayista y crítico literario
CANCIÓN PARA EL FUTURO
Y pasarán los hombres y pasarán las cosas:
las flores en un día y en mil siglos las piedras,
y brotará la hierba sobre las tumbas rotas
y será ayer lejano lo que es aún mañana.
Apagarán cien lluvias el sol de cien veranos
y cambiarán de sitio las estrellas:
se estirará la Osa Mayor como un caballo
y yo la habré cantado como un carro de luz.
Pero yo ya habré muerto y allí donde repose
bostezará un lagarto cansado al mediodía,
y en el árbol que cubra mi última morada
se arrullarán sus trinos dos pájaros sin nombre.
Mi voz se habrá dormido y mi sitio en la tierra
habrá sido cubierto por una flor pequeña
que temblará al empuje de la brisa amorosa
Y se hundirá la torre donde mis ilusiones
habrán brillado ciertas como un faro continuo,
y todo será sombra en la ignorada playa
donde yo habré jugado, pobre niño poeta,
a vaciar el océano con una concha blanca.
Todo, amor, pasará, como pasan las nubes
sin dejar ni una estela sobre el azul intacto.
El polvo y las marañas ocultarán las huellas
de mi paso cansado por el camino antiguo.
Pasarán los recuerdos y pasará la historia
que los dos escribimos con nuestra propia sangre,
y quedará el oasis donde yo te he amado
ESCORPIÓN
Yo nací con los labios tendidos hacia el beso,
llevando en la garganta
este tremendo grito involuntario
y, en el pecho, la curva de un abrazo.
Yo no agité los vientos de mis acantilados
ni levanté clamores en mis mares de sangre;
yo no inventé tormentas ni oleajes
ni puse en el rugido tu nombre y mi llamada.
En mis manos ya estaban las furias retratadas
y mi llanto de niño
fue un llanto de inocente condenado.
Si lastimé tu pecho, no me culpes.
Yo no pedí estas garras
que sin querer afilo entre mis piernas.
He llegado empujado,
vestido con el traje que me dieron.
SUEÑO
Corazón de mi sueño, nieve pura
—tan dulcemente blanca te soñaba—,
como una flor de espuma tiritaba
tu luz al borde de mi fuente oscura.
Mi boca, abeja o duende, en derechura
a tu espiral corola te buscaba.
Todo el paisaje de mi amor sangraba
un himno inmenso en torno a tu clausura.
Bajo un cielo de líquidos cobaltos,
te vi, durmiente de mis bosques altos,
me alcé a tu trono y descorrí tu velo.
Y, trampolín de labios, por el aire,
mi beso o flor rendida a tu donaire
tembló en el pico de una alondra en vuelo.
[Poemas escritos por Manuel García Viñó y publicados en el poemario titulado La cabellera de Berenice, Sevilla, La Isla de Siltolá, 2014, 1ª edición, (colección "Tierra", nº 15), 70 páginas]
(Alauda Arvensis)
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