martes, 11 de agosto de 2015

Cuando el amor se convirtió en una sala de espera


 
 
A LA ORILLA DE LA CHIMENEA

Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual
que los labios que beso en mis sueños.

Puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo,
tu todo, tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.

Y si quieres también
puedo ser tu estación y tu tren,
tu mal y tu bien, tu pan y tu vino,
tu pecado, tu dios, tu asesino.

O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.
 
 
 
Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor,
que me falta valor
para atarte a mi cama.

Puedo ponerme digno y decir:
“Toma mi dirección. Cuando te hartes
de amores baratos de un rato me llamas”.

Y si quieres, también,
puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adiós y tu ven, tu manta y tu frío,
tu resaca, tu lunes, tu hastío.

O tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda
en mitad de la calle y desnuda.
 
 
 
Y si quieres, también,
puedo ser tu abogado y tu juez,
tu miedo y tu fe, tu noche y tu día,
tu rencor, tu porqué, tu agonía.

O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

O tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda
en mitad de la calle y desnuda.

O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar...

(Canción escrita e interpretada por Joaquín Sabina
en el álbum “Física y Química” publicado en el año 1992)
 
 
Joaquín Ramón Martínez Sabina
(Úbeda, Jaén, 1949)
Poeta y cantautor

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