viernes, 30 de diciembre de 2011

De la cínica superficialidad del sistema educativo

 
 


ESCUELA DE ARENA


Los niños iban siempre por obligación a la orilla de la playa. Sus padres les decían que debían aprender a nadar para poder salvar la vida en caso de necesidad futura. Los críos, en cambio, se pasaban el tiempo entre risas y alborotos. Cada hora se turnaban distintos monitores para enseñarles el estilo de natación en que cada uno se había especializado. Por toda respuesta, los pequeños revoltosos se burlaban y pedían que les trajeran cubos rebosantes para mojarse por encima. Alegaban como pretexto que el agua estaba muy fría y no querían tiritar, sino todo lo contrario, disfrutar del sol. Algunos instructores les echaban un cacito de líquido, mientras que otros, los más engreídos por su propia fortaleza, baldes enormes con que empaparlos.






Los alumnos hablaban bien, al término del día, de los que eran capaces de tirarles mucha agua, y bastante mal de aquellos que apenas les salpicaban con algunas gotas. Incluso los profesores entre sí se tenían en consideración según los litros que podían recoger para rociar a las criaturas. Cuando terminó la temporada de verano, se fueron a sus casas con la piel hidratada y un tono de piel lustroso como el bronce. Dijeron entonces que se habían mojado mucho y que ya tenían adquirido el hábito y los conocimientos necesarios sobre el medio acuático. Las familias, por su parte, se quedaron conformes con el papel escolar que habían desempeñado sus hijos, a pesar de que ningún niño se sumergió en el mar ni era capaz por sí mismo de mantenerse a flote.



1 comentario:

  1. Creo que la narración expresa bien lo que es el sistema educativo, más o menos una guardería donde los niños se entretienen mientras los papás están trabajando.
    Saludos y toda clase de suertes para el 2012.

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