domingo, 14 de diciembre de 2014

Sobre las aspiraciones de hacer una carrera literaria


Jorge Zepeda Patterson
(Mazatlán, Sinaloa, México, 1952)
Periodista y economista galardonado con el "Premio Planeta 2014"
por la novela "Milena o el fémur más bello del mundo"
 
UNA HISTORIA GIBRANIANA

¿Por qué desfilar?                                         
 El camino puede ser un círculo.                
             Lasse Söderberg                         

Cierto joven que conocí ambicionaba con todas sus fuerzas ser un escritor reconocido, tal es así que se tenía por un pobre infeliz al escribir sin ver publicada su obra. Ansiaba palpar con las manos la cubierta, oler sus páginas para percibir el cálido olor del papel. Le fue concedida la posibilidad de ver algunos de sus escritos convertidos en libro invirtiendo todos sus ahorros en una imprenta. Una vez lograda la humilde proeza, no le satisfizo del todo. Ya se sabe, la insatisfacción mana de fuentes incesantes. Se preguntaba cómo sería ver aquel libro publicado en una editorial de renombre, y ese deseo también se le otorgó. Cuando acarició las tapas del volumen no pasó demasiado tiempo sin que se preguntara por el número de ejemplares vendidos. Eran muy pocos. Se imaginó en venganza la felicidad de recibir un premio. Le apremiaba el deseo de conseguir la fama. Buscó contactos, hizo llamadas, utilizó recomendaciones, contrató a un agente literario, presionó a su entorno, se entregó al trabajo subterráneo, recorrió pasillos, se visibilizó en redes sociales, hasta que por fin en una editorial se encargaron de conseguírselo. Formaría parte del sueldo asignado que le obligaría por contrato a entregar los tres próximos trabajos. Cuando los términos del acuerdo se hicieron realidad, vio que otros autores, a través del tiempo, habían acumulado ventas multimillonarias. Se sintió entonces muy entristecido por no gozarlas.
 
 

 
Como si un genio de la lámpara le ayudase, en un principio el deseo de vender 100.000 ejemplares le fue satisfecho. Aunque claro, no era bastante. Pretendía vender 50 millones, como lo había logrado el “best seller” de un escritor que envidiaba. Los dioses propicios también le colmaron ese deseo. El siguiente paso que ambicionó fue que una de sus novelas se convirtiera en película, cobrar los derechos de autor, obtener favorables críticas en revistas literarias y suplementos culturales de periódicos, que lo convocaran para impartir conferencias, presidir simposios, integrar mesas redondas, moderar charlas, ser entrevistado en radio, prensa y televisión. Lo logró. Luego vinieron unos días, semanas y meses atosigado por llamadas de teléfono, cartas que inundaban el buzón, peticiones de favores, recepción de manuscritos de aspirantes a escritor, falta de anonimato al salir a la calle, acoso de psicópatas que le gritaban, amenazas de secuestro para pedir un rescate, comentarios insultantes por internet, acoso de fotógrafos y lectores solicitándole hacerse “selfies” con él o pidiéndole autógrafos. Harto de toda esa faramalla intimidante suplicó volver a ser un escritor desconocido e inédito como al principio.
 
(Parábola escrita por Andrés González Déniz)

 

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