domingo, 16 de abril de 2017

De quien mantiene viva la llama del cine italiano

 
La cinta es un drama que dura 123 minutos
 
LA GIOVINEZZA
(YOUTH)
(2015)

Estamos ante un guion que toma como punto de partida “La montaña mágica” de Thomas Mann. Si el escritor alemán ambientaba su trama en un sanatorio para tuberculosos, aquí se trata de un hotel en los Alpes suizos con terapias de relajación y rejuvenecimiento. En efecto, aunque la película se titule “La juventud”, en realidad debería llamarse “La vejez”, porque propone un panorama vital contemplado desde la tercera edad, especialmente desde el punto de vista masculino encarnado por sus dos protagonistas, Fred Ballinger (Michael Caine) y Mick Boyle (Harvey Keitel), con sus problemas de desmemoria y retención de orina achacables a una más que probable inflamación de la próstata.
 
 
Michael Caine
(Londres, Inglaterra, 1933)
Luce una prodigiosa memoria con parlamentos
 muy largos en su rol de director de orquesta jubilado
 
Paolo Sorrentino es un director que recibe influencias de Woody Allen y Federico Fellini, algo que siempre es de agradecer. Del primero utiliza el recurso de la sobreabundancia de diálogos, la sensación de dirigir sobre un guion desperdigado o escrito a retazos y sin saber bien a dónde quiere llevarnos o a dónde él mismo desea ir. Del segundo intenta transmitir momentos mágicos e inesperados, algo que aquí vuelve a conseguir y esta vez por partida triple. El primer momento, cuando nos muestra en un sueño la plaza veneciana de San Marcos inundada por la noche; el segundo, cuando exhibe a una mujer devoradora de hombres en unas escenas rodadas con técnica de videoclip; y el tercero, cuando nos ofrece un florilegio de las actrices que Mick Boyle dirigió durante su carrera, mujeres que aparecen simultáneamente en un prado como una evocación onírica de su extenso pasado como director de
cine.
 
 
Harvey Keitel
(Brooklyn, Nueva York, USA, 1939)
Desempeña su trabajo con la soltura, el buen
oficio y la serenidad que requería su personaje
 
La influencia de Fellini va mucho más allá y se nota el homenaje a la película “Otto e mezzo” del cineasta de Rímini al poner a varios personajes dilucidando cómo escribir el argumento de una película, la última que dirigirá Mick Boyle, su testamento, planteamiento que guarda un paralelismo claro con el personaje principal de “Ocho y medio”, el cual no sabe qué hacer porque no tiene todavía un guion escrito y debe ir dilucidándolo. Hasta Jane Fonda en el rol de una actriz anciana (Brenda Morel), que prefiere trabajar para la televisión y dejar colgado a Mick Boyle en su proyecto cinematográfico, surge desde el primer momento voluptuosa con un traje amarillo ceñido, una falda de tubo y un maquillaje excesivo que le confieren un aspecto claramente felliniano.
 
 
Rachel Weisz
(Londres, Inglaterra, 1970)
Con un increíble parecido a Charlotte Rampling, da vida
a Lena Ballinger, la hija del director de orquesta retirado
 
Las películas son para ser vistas y los libros para ser leídos. Lo primero exige dos horas de atención como máximo y lo segundo implica lentitud, reflexión, abandonar la lectura y volver a retomarla sin límite de tiempo. El problema de Sorrentino es que hace películas para ser leídas y, por ese mismo motivo, incurren en la lentitud, cuando no en el aburrimiento. Lo mejor de ellas es que siempre sorprenden con hermosos instantes. En este caso, uno de los mejores ocurre cuando se utilizan los prismáticos de un mirador turístico y se nos dice que el futuro es el paisaje cercano que se ve a través de ellos, pero que el pasado es como utilizarlos al revés y mirar cómo resulta lejano e inalcanzable cualquier episodio sucedido en el ayer.
 
 
Roly Serrano
(Guachipas, Salta, Argentina, 1955)
Da la impresión de ser el mismísimo Diego Armando Maradona,
personaje que aparece en la película como símbolo de la decrepitud
que en el pasado disfrutara de la mayor de las glorificaciones
 
Un error conceptual que la película ofrece tiene lugar cuando Sorrentino hace decir a Harvey Keitel que todos tenemos la misma importancia porque de cara a la muerte “todos somos extras”. Esto es demagógico. Una idea democrática barata y estúpida, porque no tienen el mismo peso un Mozart o un Schubert ante la muerte que un sacamuelas o  un boticario. El cine de Sorrentino ganaría si trabajara más los textos en cuanto a concatenarlos para después proceder a su rodaje. Y perdería si tratase de evitar las influencias de las que hace gala. En mi caso particular reconozco que busco a Fellini en todo lo que hace, porque echo de menos al gran director de “Casanova”. Muerto Federico sólo nos queda Paolo para intentar prolongarlo.

(Reseña escrita por Andrés González Déniz)
 
 
Jane Fonda
(Nueva York, USA, 1937)
Su actuación parodia y se inspira en la que hizo Gloria Swanson
en "El crepúsculo de los dioses" dirigida por Billy Wilder en 1950

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