La cinta es un drama que dura 123 minutos
LA GIOVINEZZA
(YOUTH)
(2015)
Estamos ante un guion que toma como punto de partida “La
montaña mágica” de Thomas Mann. Si el escritor alemán ambientaba su trama en un
sanatorio para tuberculosos, aquí se trata de un hotel en los Alpes suizos con
terapias de relajación y rejuvenecimiento. En efecto, aunque la película se
titule “La juventud”, en realidad debería llamarse “La vejez”, porque propone
un panorama vital contemplado desde la tercera edad, especialmente desde el
punto de vista masculino encarnado por sus dos protagonistas, Fred Ballinger
(Michael Caine) y Mick Boyle (Harvey Keitel), con sus problemas de desmemoria y
retención de orina achacables a una más que probable inflamación de la
próstata.
Michael Caine
(Londres, Inglaterra, 1933)
Luce una prodigiosa memoria con parlamentos
muy largos en su rol de director de orquesta jubilado
Paolo Sorrentino es un director que recibe influencias de
Woody Allen y Federico Fellini, algo que siempre es de agradecer. Del primero utiliza
el recurso de la sobreabundancia de diálogos, la sensación de dirigir sobre un
guion desperdigado o escrito a retazos y sin saber bien a dónde quiere llevarnos
o a dónde él mismo desea ir. Del segundo intenta transmitir momentos mágicos e inesperados,
algo que aquí vuelve a conseguir y esta vez por partida triple. El primer
momento, cuando nos muestra en un sueño la plaza veneciana de San Marcos
inundada por la noche; el segundo, cuando exhibe a una mujer devoradora de
hombres en unas escenas rodadas con técnica de videoclip; y el
tercero, cuando nos ofrece un florilegio de las actrices que Mick Boyle dirigió
durante su carrera, mujeres que aparecen simultáneamente en un prado como una
evocación onírica de su extenso pasado como director de
cine.
Harvey Keitel
(Brooklyn, Nueva York, USA, 1939)
Desempeña su trabajo con la soltura, el buen
oficio y la serenidad que requería su personaje
La influencia de Fellini va mucho más allá y se nota el
homenaje a la película “Otto e mezzo” del cineasta de Rímini al poner a varios
personajes dilucidando cómo escribir el argumento de una película, la última
que dirigirá Mick Boyle, su testamento, planteamiento que guarda un paralelismo
claro con el personaje principal de “Ocho y medio”, el cual no sabe qué hacer
porque no tiene todavía un guion escrito y debe ir dilucidándolo. Hasta Jane
Fonda en el rol de una actriz anciana (Brenda Morel), que prefiere trabajar
para la televisión y dejar colgado a Mick Boyle en su proyecto cinematográfico,
surge desde el primer momento voluptuosa con un traje amarillo ceñido, una
falda de tubo y un maquillaje excesivo que le confieren un aspecto claramente felliniano.
Rachel Weisz
(Londres, Inglaterra, 1970)
Con un increíble parecido a Charlotte Rampling, da vida
a Lena Ballinger, la hija del director de orquesta retirado
Las películas son para ser vistas y los libros para ser
leídos. Lo primero exige dos horas de atención como máximo y lo segundo implica
lentitud, reflexión, abandonar la lectura y volver a retomarla sin límite de
tiempo. El problema de Sorrentino es que hace películas para ser leídas y, por
ese mismo motivo, incurren en la lentitud, cuando no en el aburrimiento. Lo
mejor de ellas es que siempre sorprenden con hermosos instantes. En este caso,
uno de los mejores ocurre cuando se utilizan los prismáticos de un mirador
turístico y se nos dice que el futuro es el paisaje cercano que se ve a través
de ellos, pero que el pasado es como utilizarlos al revés y mirar cómo resulta
lejano e inalcanzable cualquier episodio sucedido en el ayer.
Roly Serrano
(Guachipas, Salta, Argentina, 1955)
Da la impresión de ser el mismísimo Diego Armando Maradona,
personaje que aparece en la película como símbolo de la decrepitud
que en el pasado disfrutara de la mayor de las glorificaciones
Un error conceptual que la película ofrece tiene lugar
cuando Sorrentino hace decir a Harvey Keitel que todos tenemos la misma
importancia porque de cara a la muerte “todos somos extras”. Esto es
demagógico. Una idea democrática barata y estúpida, porque no tienen el mismo
peso un Mozart o un Schubert ante la muerte que un sacamuelas o un boticario. El cine de Sorrentino ganaría si
trabajara más los textos en cuanto a concatenarlos para después proceder a su
rodaje. Y perdería si tratase de evitar las influencias de las que hace gala.
En mi caso particular reconozco que busco a Fellini en todo lo que hace, porque
echo de menos al gran director de “Casanova”. Muerto Federico sólo nos queda
Paolo para intentar prolongarlo.
(Reseña escrita por
Andrés González Déniz)
Jane Fonda
(Nueva York, USA, 1937)
Su actuación parodia y se inspira en la que hizo Gloria Swanson
en "El crepúsculo de los dioses" dirigida por Billy Wilder en 1950
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