domingo, 23 de abril de 2017

Un agente solitario contra la represión selectiva

 
El film se basa en el personaje creado por el escritor de novelas de suspense Robert Ludlum (Nueva York, 1927 - Naples, Florida, 2001)
 
JASON BOURNE
(2016)
 
Un thriller de acción que basa su éxito en la velocidad narrativa. En eso y en su imbricación con nuestra época. Aborda el tema crucial de la seguridad en internet. ¿Debe poder existir una red como “Sueño Profundo” donde poder navegar con total privacidad, y por ende, libertad? ¿O sería mejor que estuviera supervisada por agencias de contraespionaje para garantizar la seguridad y tratar de prevenir atentados terroristas? ¿Y si sus vulnerabilidades fueran utilizadas con fines espurios, perversos o partidistas? ¿Tendría el mismo éxito en los usuarios si se revelara que su supuesto blindaje no es real? ¿Pone en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos que se descubra el fiasco porque en realidad la CIA maneja programas ideados para entrar en ella (“Treadstone”) y buscar objetivos que eliminar (“Ironhand”)?
 
 
Matt Damon
(Cambridge, Massachusetts, USA, 1970)
El único error de esta cinta es que, quizá debido al narcisismo del actor, cada vez que tiene peleas cruentas suele reaparecer sin ninguna magulladura en el rostro, sobre todo después de que se enfrenta al superagente Asset al final de la película
 
Por supuesto que sí. Por eso la trama consiste en un intento de eliminar a los individuos que pretendan divulgar la verdad, en especial al protagonista, quien logra evadir todas las tentativas de asesinato al más puro estilo James Bond, agente de su majestad la Reina de Inglaterra, es decir, de una manera tan espectacular como verosímil pero increíble. El agente Jason Bourne, cuyo verdadero nombre es David Webb, descubre que su padre fue asesinado en una operación encubierta de la CIA que simuló ser un ataque islamista con coche bomba. El crimen tiene que ver con la creación del programa “Sueño profundo”, del que Richard Webb era su creador. Como ha estado trabajando después para crear “Treadstone”, otro programa con el que la CIA podría secretamente espiar a los usuarios de “Deep Dream”, desde la agencia deciden eliminarlo para mantener en secreto su potestad para infiltrarse y rastrearlo todo.
 
 
Vincent Cassel
(París, Francia, 1966)
Insuperable en su papel de agente de la CIA especialista en asesinatos
 
Jason Bourne descubre el pastel gracias a la ex agente Nicky Parsons, antigua compañera de trabajo que ahora opera en la clandestinidad y trata de hackear a la propia CIA sin lograrlo. A partir de ahí la película incurre en el vértigo de la persecución de un objetivo principal, Jason Bourne, para matarlo. Vertiginosas persecuciones de coches, especialmente la última en la que intervienen un furgón policial y un Dodge negro, e increíbles imágenes de la Plaza Syntagma en Atenas llena de manifestantes enfrentándose a la policía, mientras paralelamente se desarrolla la acción de contraespionaje y eliminación de un objetivo humano. Parte de las escenas atenienses fueron rodadas en las calles de Santa Cruz de Tenerife sin que se note, lo cual demuestra hasta qué punto se ha globalizado el mundo o cómo cuecen habas  en todas partes.
 
 
Alicia Vikander
(Gotemburgo, Suecia, 1988)
Supo crear el matiz de estar enamorada en secreto de Jason Bourne
 
Paul Greengrass ha desarrollado con Christopher Rouse un magnífico guion que el primero ha sabido dirigir de manera trepidante. Impresionan particularmente las escenas en las que se ve cómo el jefe de la CIA, Robert Dewey, puede seguir una operación viendo en directo y desde muy cerca las imágenes del objetivo gracias a las imágenes enviadas desde satélites. El mensaje parece como si fuera el de que al margen del poder norteamericano no hay salvación. Intimidante. La película ha recaudado 415 millones y medio de dólares, casi cuatro veces más de lo que costó, 120 millones, de manera muy merecida. Estamos ante uno de esos infrecuentes ejemplos de cómo se puede fusionar la calidad artística con el espíritu comercial. Un buen trabajo para mantener en vilo al espectador sin que el interés decaiga durante dos horas.
 
(Reseña escrita por Andrés González Déniz)
 
 
Paul Greengrass
(Cheam, Inglaterra, 1955)
Este director sabe cómo manejar muy bien las cámaras

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