domingo, 30 de agosto de 2009

Sobre la prevaricación en la literatura


Es evidente que los premios literarios no los concede el Espíritu Santo, sino más bien palomos como el de la fotografía

GALARDONES LITERARIOS

En la farándula de los trofeos pomposos
habremos de hacernos sitio, que no es poco
el percal que se corta, y si a muchos toca,
mal será que a nosotros nos dejen la filfa.

No fue el hombre creado para el sentido
y el órgano hace la función. Instituyamos
un premio, lauro o título, concedámoslo
sin que se note, vosotros falláis en un sitio
(que sea hotel lujoso o restaurante de Apicio),
después presidiremos más tribunales consecutivos
a los de todos y cada uno, sucesivos, así sólo
el mundo contemplará la gloria de nuestros designios.

Si canonjías vieras que hubiere extrañas a nuestros
dominios, cuestión será de establecer nuevos amigos,
y si por las buenas no las dan, se ejercerán presiones,
establecerán alianzas y desplazará a los impíos.
La vida es una correlación dialéctica de fuerzas
y aquí el que no se impone equivoca los tiros.


Estatuilla del premio más famoso y más infame


Un Nadal, me dices, un Fastenrath, cóctel incluido,
un Nacional, otro de la Crítica, un Ateneo
de monipodios, un Planeta taimado y peregrino,
un excelso Adonais, un Hiperión, un Loewe; los ritos
son siempre similares, la cuestión no es meter baza,
sino concertar acuerdos, consensuar escalafones,
pactar los porcentajes y amarrar las dotaciones,
dar esplendor a los renombres sacándoles el brillo.

Estas tácticas llevan tramitándose hará siglos:
se inventa una medalla y convoca en fiesta
a una cantidad notable de indeseables solícitos.
No faltará solapa en que afincarla, o lo que es peor:
primero fue el ojal, después el galardón concedido.
Obligado será llevar americana, gemelos,
corbata y zapatos de piel para mayor realce y lustre.

Las ceremonias literarias son de la misma laya:
un cónclave de vanidosos coreando a un engreído,
un sarao de ambiciosos rodeando al de mayor codicia,
una reunión de hipócritas que aplauden al más cínico.


Ejemplar característico de "homo sapiens" perteneciente a la especie "literata" y al subgénero "scriptor" habitual en todo tipo de escaparates, simposios, entregas de premios, mesas redondas, aniversarios, conferencias, retiros espirituales, festejos, cónclaves, casetas de feria, saraos y demás cuchipandas del gremio del libro

4 comentarios:

  1. Excelente Andrés..me encantó lo bien que se entiende y lo mucho que se dice, alto y claro.

    cálido abrazo

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  2. Ay, pobre literatura, monsieur. Entre todos la mataron y ella sola se murio. Acabarán por conseguirlo.
    Me ha gustado mucho su denuncia, porque es una verdad como un puño. Y vaya que lo ha descargado usted fuerte! :)

    Feliz comienzo de semana

    Bisous

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  3. Con esta música reconozco que tu texto aún se hace más primitivo y más cierto.

    Un beso

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  4. Absolutamente de acuerdo con vos,Andrés.

    Un abrazo.

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