martes, 21 de febrero de 2012

Me entristeció verla allí y me puse a imaginar




LA FUENTE DE LOS TRES CAMINOS 

La fastuosa entrada al reino de los cielos
podría estar decorada con la Fontana
de Trevi. Bajo sus aguas debe de haber
un oculto túnel secreto hasta la puerta
custodiada por el mártir cristiano San Pedro.




Una anciana tísica vestida con vaqueros
duerme ausente en lo alto de las escaleras.
Tiene un paquete de tabaco, un mechero
y dos latas de amarga cerveza a su lado.
Por aquí merodeaba hace muchos años,
casi siempre de la mano de un gran amor
que el tiempo atroz hizo desaparecer




como sus tempranas lozanía y esbeltez
también se fueron no sé adónde. Aquí cantó
joven que por favor no pisáramos las flores
y diéramos una oportunidad a la paz
y al amor. Aquí creyó que iban a durar
su belleza y juventud, pues se prorrogarían
de un modo indefinido, difuso y amplio.




De vez en cuando despierta y bebe de la única
lata que aún no está vacía. Enciende
un cigarro y exhala el humo con la tos
de un desahuciado al que le duelen los recuerdos
que siente reproducir al volver a inhalar
una pequeña porción de la neblina tóxica
que la envuelve en una borrosa melancolía.
No volví jamás a verla, quizá ya no exista.
Tal vez estuviera preparándose para irse.


Fuente barroca de Trevi
(1762)

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