MUJER
MAJESTUOSA
Lo primero que vi fueron tus ojos
de ónix verde.
Flanqueaban un semblante de perfección
depurada,
un rostro esculpido por un Miguel
Ángel que intentara
Ava Lavinia Gardner
(Grabtown, 1922 - Londres, 1990)
Llevabas un vestido de tela negra insuficiente
para recluir los turgentes contornos
de tu piel blanca.
Me preguntaste qué hacía y por qué
te miraba,
al tiempo que elevaste un pie para
encenderme
mientras tus dedos ajustaban la cinta del talón
del zapato. Con aleve armonía te
sentaste
cruzando demoledora las piernas. Mi
corazón
Ava Gardner en la época de su mayor esplendor
latía deprisa y mi cerebro quedó en parálisis.
En ese momento soñé que hacíamos
el amor
a sabiendas de que nunca sería
posible amarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario