martes, 14 de febrero de 2012

Y volver a amar de nuevo la perfección imposible




MUJER MAJESTUOSA 

Lo primero que vi fueron tus ojos de ónix verde.
Flanqueaban un semblante de perfección depurada,
un rostro esculpido por un Miguel Ángel que intentara
reproducir la faz de Ava Gardner. Quedé inerte.



Ava Lavinia Gardner
(Grabtown, 1922 - Londres, 1990)


Llevabas un vestido de tela negra insuficiente
para recluir los turgentes contornos de tu piel blanca.
Me preguntaste qué hacía y por qué te miraba,
al tiempo que elevaste un pie para encenderme






mientras tus dedos ajustaban la cinta del talón
del zapato. Con aleve armonía te sentaste
cruzando demoledora las piernas. Mi corazón



Ava Gardner en la época de su mayor esplendor


latía deprisa y mi cerebro quedó en parálisis.  
En ese momento soñé que hacíamos el amor
a sabiendas de que nunca sería posible amarte.



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