"Toro"
Pintura acrílica
Miki de Goodaboom
(Tarbes, Francia, 1955)
EL “REICH” ANIMALISTA
Es complicado entender por qué
tanta gente odia (literalmente) a los aficionados taurinos, toreros,
banderilleros y otras profesiones relacionadas con el mundo del toro. Yo no
creo que responda a cuestiones humanitarias, porque un buen número de estos
individuos se permiten pensamientos sanguinarios: odiar y -como quien no quiere
la cosa- andar pregonando que aficionados y toreros merecemos todo tipo de
castigo divino, incluso cierta clase de empalamiento horrible.
"Corrida de toros"
Leonid Afrémov
(Vitebsk, Bielorrusia, 1955)
Supongo que no desean a los
cocineros una muerte terrible, hervidos en agua caliente o calcinados sus
cuerpos a la parrilla ni al calor de los fogones; y éste no es un detalle
menor, porque España y el mundo están sembrados de restaurantes donde se
guardan refrigerados -para ser espléndidamente comidos- un importante número de
restos de animales mamíferos y pescados. Sin embargo la gastronomía, que
involucra permanentes escenas de matanza y descuartizamiento, está muy bien
vista. El auge de su prestigio incluso deja en evidencia una cierta pereza (u
holganza) intelectual interesante.
"Spanish bullfight"
Dave White
(Liverpool, Inglaterra, 1971)
Habitamos en un mundo que da la
espalda a la lectura en beneficio de la televisión. Un mundo que ignora la
pintura y la escultura en favor de los deportes televisados o el consumo
frívolo; que olvida la ópera y el teatro, pero vive absorto ante una pequeña
pantalla portátil (entre otros muchos ejemplos diarios de lo que es la vida
moderna). Es un mundo que fácilmente se entrega a una corrección política entre
comillas y para haraganes; que puede permitirse el «factor desprecio», el odio
inquisitorial, una tormenta de opiniones irresponsables y reaccionarias, de
deseos imperdonables. También se permite mirar a otro lado mientras el mundo se
desangra en una desigualdad inestable, que mata de hambre en las guerras o en
las paupérrimas barcas del exilio forzado: se permite demasiado y, al mismo
tiempo, demasiado poco.
"Toros y salsa"
Daniel Desborn
(Lorena, Francia, 1946)
Creo no equivocarme si considero
que este fenómeno no es más que ignorancia desatada, incluso en ámbitos
universitarios afines a la intolerante abolición. El Reich animalista se considera,
además, a sí mismo el protagonista permanente de una buena acción solidaria,
curiosamente humanista o rabiosamente animal. Sin embargo, desnuda un
bestialismo intolerante, una profunda pereza intelectual y un peligroso
desapego por la sensibilidad correcta, por la vida satisfactoria y la natural
tolerancia que impone la convivencia. Exhibe un desorden de valores altamente
temerario, o francamente ridículo.
"Tauromaquia"
Salvador Dalí
(Figueras, 1904 - 1989)
Es frecuente invocar la excusa de
la legalidad moral de la matanza alimentaria apelando a que «sirve para
alimentarse». Servidor duda que las langostas (cocidas vivas en agua hervida),
el caviar o el faisán -o mismamente los vacunos sacrificados- estén alimentando
a un mundo hambriento. Desde hace siglos la mayoría se mal alimenta con
productos no cárnicos, digamos arroz acompañado por ocasionales pedacitos de
pescado, chorizo o una carne barata. Proteínas, las justas. La justificación
alimenticia de la masacre de las carnes ofende a la razón. En Argentina la
ingesta de carne es un ritual de amistad, celebración familiar y festín para el
paladar; no se trata de alimentarse ni paliar el hambre. Otra mala broma de las
juventudes animalistas adoctrinadas en “Facebook”: una familia media malamente
puede pagar un asado (barbacoa fetén) por mes, la carne es un lujo.
"Plaza de toros"
José Jiménez Aranda
(Sevilla, 1837 - 1903)
Descartemos esta lobotomía
portátil que justifica la escabechina que pone en funcionamiento la industria
cárnica y marítima. Los restaurantes de tres estrellas “Michelin” parecen no
importar un pepino a los muy humanitarios enemigos sanguinarios de las corridas
de toros. Creo que estos detractores de los toros, tan llenos de razones como
de equivocaciones, responden a una pereza intelectual aguda, agresiva y
terminal: no leen libros (aunque existe el caso de universitarios
ensoberbecidos de lecturas académicas que nunca se equivocan). Mayormente, mis
justicieros viven embutidos en sus teléfonos galácticos y difícilmente leen a
diario el periódico -o periódicamente el diario- para formarse una conciencia
mínimamente aceptable; y no es que me crea a rajatabla todo lo que leo, más
bien se trata de entrenamientos de gimnasia mental para poder opinar con algún
fundamento, incluso leyendo entre líneas editoriales.
"Festejo taurino popular"
Francisco de Goya y Lucientes
(Fuendetodos, Zaragoza, 1746 - Burdeos, 1828)
La tauromaquia no es maltrato de
animales, ni asesinato, ni tortura. La tauromaquia es compás, es valor y es
respeto por el medio ambiente y por el toro. Es ecológica y sostiene una
tradición ganadera ejemplar. Es cultura benigna, porque es la costumbre de las
letras de Lorca, de la tinta china de Picasso, de los libros de Hemingway, del
texto imperdible de José Bergamín, de la historia contada por Belmonte y Chávez
Nogales; es la tauromaquia de Dalí y de aquellos que aman al toro en la plaza,
embistiendo con peligro en cada galope. Es arte que ofrece la vida. Es música,
color y valor.
"Tauromaquia"
Pablo Ruiz Picasso
(Málaga, 1881 - Mougins, 1973)
Valores, buenas tradiciones. Es
pueblo y campo, es ciudad y es algarabía, es encierros y novilladas, es ilusión
de niños toreros. Da sentido a la vida de los aficionados y a la vida del toro,
el más amado de los animales (con permiso de las mascotas que esperan castradas
que les permitan orinar mientras mendigan la atención de los dueños que, a
falta de un amor mejor, se retratan con el perro para mostrar la foto en San
Valentín). El móvil es el mejor amigo del hombre, el perro es un animal
doméstico, que vive castrado sin conocer jamás la vida silvestre. El toro es el
animal mitológico que representa la leyenda.
"Salto del toro"
(Escena de taurocatapsia)
(1.700 a. C.)
Palacio de Cnossos
Arte Minoico
(Creta)
Mientras la humanidad acorrala el hábitat de los animales
silvestres construyendo ciudades, caminos, y fomentando cambios climáticos, la
tauromaquia protege la ecología sostenible del campo bravo y salva la
existencia de la raza y su bravura. Pero la inquisición animalista no entiende
ni quiere entender que no hay razón alguna que convalide la violación de los
derechos humanos. Las juventudes animalistas (no hay edad para celebrar la
intolerancia ni la ingesta inapropiada de información demagógica) están en su
punto más alarmante de frivolidad y holgazanería.
Antonio Ordóñez
(Ronda, Málaga, 1932 - Sevilla, 1998)
&
Ernest Hemingway
(Oak Park, Illinois, 1899 - Ketchum, Idaho, 1961)
Y el juego político, que
ofrece a diario un lamentable espectáculo, menosprecia con demagogia la
cuestión para rascar unos votos. No llueve a gusto de todos. Pero no se puede
parar la lluvia y prohibirla resulta una necedad imperdonable, que no se
justifica con desinformación rampante, con desprecio por la voluntad de las
gentes y su derecho a la libertad, ni para engordar el caldo de puchero de la
clase política que atropella flagrante el espíritu del pueblo.
(Artículo de opinión escrito por Andrés Calamaro y publicado
por el periódico “ABC” el sábado 23 de abril de 2016)
Andrés Calamaro
(Buenos Aires, Argentina, 1961)
Cantante, compositor, instrumentista y productor musical
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