jueves, 30 de abril de 2009

Mi nuevo libro (que parecía no terminarse jamás)


Este texto trata de contener todo lo que un abuelo no puede decirle a su nieto porque todavía es un niño, pero que de haber podido contárselo le hubiera ahorrado muchos contratiempos, errores y disgustos.
Es como un oráculo para navegantes, incluso como una variación de los diarios reflexivos, una especie de almanaque cogitante sine dies.
Se puede leer como un prontuario de avisos a la conciencia o de amonestaciones al espíritu, una serie concatenada de alertas para el hombre circunspecto o un enjambre de ideas y vislumbres, porque envasa cápsulas de pensamiento que pretendieron ser perlas de sabiduría.


DEDICATORIA

A la memoria de mi amable abuelo
que solía los domingos por la tarde
beber y charlar y prodigar consuelo
en torno a una mesa con mi padre.

CITAS INICIALES AJENAS

"El mundo nos entra por los ojos, pero no adquiere sentido hasta que desciende a nuestra boca."
Paul Auster

"Todo es lo mismo: habitual por la experiencia, efímero por el tiempo y ruin por su materia."
Marco Aurelio

"No todos los ámbitos artísticos de Canarias son modernidad de garrafa, estetización de la política, academia, llantina autoindulgente, subversión con subvención, negocio de pocos con dinero de todos o estupidez con ínfulas."
Mariano de Santa Ana

"La Humanidad es una tribu asquerosa de monos que se entretienen con estúpidas gesticulaciones, que copulan, vociferan y se matan unos a otros."
Czeslaw Milosz

"La vida es la escuela del dolor."
Óscar Santana


ALGUNOS AFORISMOS PROPIOS

Hablar es errar y escribir es un titubeo inseguro.

La dicha vuela alada en el deseo y el desengaño se posa tras la posesión.

Nada me parece meritorio si no es a costa de un gran sacrificio.

Todas las cosas con los ojos cerrados son más hermosas.

La bonanza económica nos cierra los ojos y la pobreza los despierta.

Estoy contento de vivir olvidado de todos porque significa que a nadie le debo dinero.

La gente que se siente pobre y desgraciada debería pararse a pensar que su vida es mejor que la de un emperador romano. Augusto no disponía de microondas, ordenador, luz eléctrica, automóvil, televisión, videoconsola, avión ni teléfono.

Lo que tienen en común todos los seres humanos es la búsqueda de la riqueza a bajo precio.

Andrés González Déniz
(Las Palmas de Gran Canaria, 1961)

El escritor que no tenía pelos en la lengua



Quién le iba a decir a Charles Bukowski que acabaría triunfando en la recta final de su vida, los últimos diez años. Quién iba a suponer que se convertiría en un mito después de muerto y que una novela suya sería llevada al cine en Hollywood mientras aún estaba vivo. Fue un hombre irreverente que no se inhibió nunca para escribir lo que pensaba. Por eso tiene admiradores. Era tan alcohólico que se debió haber bebido el río Hudson entero si nos pusiéramos a contabilizar todas las botellas que derramó sobre su garganta.


Vivió en Los Ángeles y escribió mucho más de lo que tenemos noticia. El motivo es que lo hacía en una vieja máquina y entregaba poemas y relatos a las revistas sin quedarse con una copia. Además, llevó una vida solitaria de marginado mudándose de casa, divorciándose, vagabundeando y alquilando habitaciones en moteles y pensiones baratas. Por ese carácter libérrimo también tiene admiradores.
Llenó sus páginas de palabras gruesas y malsonantes, le hizo mucho daño a su cerebro saliendo de una resaca para meterse en otra, así que escribió sobre lo que veía sin más reflexiones. Odiaba a los críticos literarios, a los escritores consagrados y a cualquiera que fuera de pope cultural por la vida. La mayoría de las personas que lo trataron dijeron que era una persona antipática, insufrible y repulsiva. Por eso, como es lógico, hay muchos más que lo admiran, porque ya no tienen que soportarlo, dado que está muerto. Aunque tal vez haya quien lo adore considerando que un trato asqueroso es lo que se merecen los humanos.
Cuando era un crío su padre le daba palizas y de mayor se emborrachaba para buscar pelea y buscaba pelea para poder emborracharse, gracias al dinero de las apuestas que hacían los clientes de los bares. Llevó una vida egocéntrica si se analiza fríamente, pero pagó un alto precio de soledad y miseria por ser tan libre. Gran parte del tiempo se lo pasó sin saber si podría comer a la semana siguiente o si le alcanzaría para pagar el alquiler del próximo mes. En otras largas temporadas, ni siquiera sabía cómo sobrevivir cuando volviera a despuntar el amanecer.
Una vez mantuvo una trifulca doméstica con una novia que padecía problemas psiquiátricos y el resultado fue que ella rompió su máquina de escribir y le tiró todos los papeles al aire tras despedazarlos. A continuación le abandonó, dejándolo solo, sin más compañía que una botella, pues carecía de otros haberes personales. Digamos que por sufrir esta indigencia heroica se ha ganado innumerables admiradores.
En una ocasión viajó a Europa y lo entrevistaron en el programa "Apostrophes" de la televisión francesa. Se puso a beber de tal manera que hubo de abandonar el programa tambaleándose. De joven fue muy feo y tenía la cara estropeada por una acné que procuraba disimular con pomadas. De viejo, a la fealdad congénita se le sumó la consunción del alcoholismo, la mala alimentación y las arrugas de los años. Le rechazaron todo tipo de escritos y lo despreciaron durante décadas. Recurrió a escribir relatos pornográficos porque era lo que le daba algo de dinero en algunas revistas y porque veía la vida con la perspectiva de lo que se ha dado en llamar "realismo sucio". Eso le ganó más admiradores, aunque más que nada le admiraban por escribir lo que le apetecía sin cortarse un pelo.
Según parece murió de leucemia, entre otras cosas porque llegó un momento en que ya no tenía el hígado en condiciones de purificarle la sangre. Estaba hecho papilla. A continuación expongo algunas célebres frases suyas, pese a que lo mejor de su escritura son los poemas sencillos y directos. En sus relatos reflejó el mundo desquiciado de la vida en las grandes urbes, amén de los conflictos irresolubles en las relaciones de pareja.


"Si quieres saber quiénes son tus amigos,
haz que te metan en la cárcel."

"Un cobarde es un hombre capaz de prever el futuro.
Un valiente es casi siempre un hombre sin imaginación."

"Es increíble lo que un hombre tiene que llegar a hacer
sólo para poder comer, dormir y vestirse."

"Dale algo al género humano
y lo rasparán y lo arañarán y lo machacarán."

"El culo es la cara del alma del sexo".

"Si ocurre algo malo, bebes para olvidarlo;
si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo;
y si no pasa nada, bebes para que pase algo."

"Una vez que una mujer te da la espalda, olvídala.
Te aman y de repente algo se da la vuelta.
Te pueden ver muriéndote en una cuneta,
atropellado por un coche,
y pasarán a tu lado escupiéndote."

"La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que
en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes."

"Dios es un restaurante vacío donde no hay filetes."

"Nadie ronca como un vagabundo
a menos que sea alguien con quien estás casado."

"No has vivido hasta no haber estado en una pensión de mala muerte
con nada más que una bombilla."


"Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte."

"Traté de convertirte en mujer, pero no eres más que una puta."

"La edad no es un crimen, pero la vergüenza de una vida
deliberadamente desperdiciada sí lo es."

"Podríamos mantener una correspondencia interesante.
Tendríamos ocupado al cartero."

"Nadie encuentra jamás al otro."

"El odio se ha refugiado en el dinero."

Henry Charles Bukowski
(Andernach, 1920 - Los Ángeles, 1994)

martes, 28 de abril de 2009

La canción de la crisis económica reincidente



No se puede seguir creciendo indefinidamente. El capitalismo por su naturaleza tiene los pies de barro. Se comporta como cuando éramos niños. Entonces, acumulando conocimientos, aprobábamos exámenes para ascender de grado. Llega un momento en el que no hay curso al que subir, e incluso notamos que nuestra memoria falla, y hay que estarse reciclando en una lucha sempiterna contra la pérdida de palabras. Procuramos, en esa batalla, que al menos todo se quede en un empate. Lo mismo ocurre en el campo deportivo. No se puede mejorar imparablemente sin retrocesos ni estancamientos. Todo lo que sube tiene que caer. Y en otra caída estamos. En el año 1980 una canción nos avisó de lo que iba a pasar por cómo lo estábamos pasando entonces. Concebida en el estilo musical del rap que empezaba a darse a conocer, algunos hicieron caso de la advertencia, mientras que otros se rieron y la olvidaron.


Friedrich Engels (1820-1895) y Karl Marx (1818-1883)


Cantaba este tema un cómico venezolano llamado Perucho Conde. Queriendo, o casi sin querer, logró retratar las penurias, incertidumbres y precariedades que padecen las clases populares en todos los rincones del mundo desarrollado. Esta canción simboliza una denuncia de carácter popular y desenfadado, no un alzamiento armado que siempre termina derramando sangre, como le pasó a la Revolución Francesa que acabó en el terror de la guillotina y luego en la tiranía napoleónica. También podría suponer un estado de ánimo ideal para entender el Manifiesto Comunista que escribieron Marx y Engels, o que Marx escribió y Engels retocó y financió, para ser más apropiados. En cualquier caso, era una señal para que nos mantuviéramos alerta, amén de un espejo en el que tantas veces nos hemos mirado.



LA COTORRA CRIOLLA

(Que fú, que fú, que yo no sea "monsieur").

Me gusta la cotorra, y aquí estoy pues,
con mi cotorra criolla que no habla inglés.
Vivo en Caricuao, trabajo en El Marqués,
y llevo leña en esta vida al derecho y al revés.
Le debo al italiano, al portugués,
al turco, al zapatero y a doña Inés.
Y del apartamento en la UB-3
me botan pa' la calle si no pago en este mes.
¿Cómo la ves? ¿Cómo la ves?

Tengo que levantarme de madrugada
y meterme en esa cola requetecondenada.
Veo a toda la gente enfurruñada
con sueño todavía y mal desayunada.
Como mi jefe no come nada
si le llego tarde me descuenta una tajada.
Maldito viejo, cara arrugada,
con ojos de cangrejo y la panza hinchada.
¡Y eso no es nada! ¡Y eso no es nada!

Los cuatro reales que uno se gana,
me los pagan hoy y no llegan a mañana.
Me provoca tirarme por la ventana
cuando veo que todo sube como le da la gana.
Mi mujercita, tanto que se afana,
pa' montar la olla o la palangana,
saltando en los mercados, igualito que una rana,
buscando un kilo de carne, aunque sea de iguana.
¡Te lo juro, pana! ¡Te lo juro, pana!

Dígame el precio a que está el café,
la leche, las galletas y el papel "toilette",
tomate y papa y queso barato se ve
solamente en las cuñas de la TV.
Si son las frutas, dígame usted,
el arroz pa' los ricos y familias de caché.
Esta gente qué quiere, yo no lo sé,
será que nos acostumbremos por ahora a no comer.
Si como nié, si como nié.

Subieron las arepas, subieron los cigarros,
subieron los pasajes de autobuses y de carros.
¿El cinturón? Yo me lo amarro
y no he caído, porque me agarro.
Ya casi no me baño, porque el agua es puro barro.
Subí de peso con tanto sarro.
No puedo ni afeitarme, no hay agua en el tarro,
y mi hijo no sabe ni dónde queda el barrio.
¡Pásame un jarro! ¡Pásame un jarro!

Aumentan los salarios, pero sube la comida.
Subieron la tarifa en la barbería.
Y si la ropa mando pa' la tintorería,
me quedo sin almuerzo por lo menos siete días.
Tampoco pido nada en la pulpería,
porque el muermo del pulpero ya no me fía.
No puedo con los precios de la zapatería
y las fulanas alpargatas son más caras todavía.
¡Qué agua tan fría! ¡Qué agua tan fría!

En cuanto a casa y apartamentos
quisiera consolarme con uno de mis cuentos.
Pero, qué va, no puedo, mucho lo siento,
porque todos han subido hasta el firmamento.
Lo mismo si es comprado o en arrendamiento
lo que por ellos piden quita el aliento,
cuando hasta un rancho que se lo lleva el viento
cuesta un ojo de la cara más el diez por ciento
¡Por el momento! ¡Por el momento!

Si acaso me enfermo, destino fatal,
o la clínica me arruina o me mata el hospital.
Cucharadas y pastillas cuestan tanto real
que hay más plata en la farmacia que en el Banco Nacional.
Si por desgracia los doctores no pueden con mi mal
tengo que sacar más plata para el funeral
porque la agencia más humilde, urna sin cristal,
por llevarme al cementerio me quita un dineral.
¡Y me muero igual! ¡Y me muero igual!

"¿Cuánto cuesta un muchacho?" Me han preguntado.
"¿De familia larga o planificado?"
Pa' tenerlo bien comido, vestido y educado,
hay padres que hasta el alma la han empeñado.
Desde el primer tetero que el chiquito se ha tragado,
hasta verlo salir de cualquier cosa graduado,
son montones de billetes que en eso se ha gastado
y el que no ha tenido plata pa' burro se ha quedado.
¡Chamo tarado! ¡Chamo tarado!

¿A dónde llegará, Señor, esta cuestión
que me atormenta sin exageración?
Yo le prendería una vela a San Espiridión,
pero las velas han subido como un avión.
Yo quiero que se arregle mi mala situación,
pero el que arregla esto creo que está de vacación
o se le está olvidando todo el montón
de castillos y promesas de antes de la votación.
¡Qué vacilón! ¡Qué vacilón!

(No es tan serio).

Pedro Alberto Martínez Conde, (Caracas, 1934)

lunes, 27 de abril de 2009

El poema de la aventura inútil


Conocí a José Hierro una noche indeterminada en el alborear de este siglo. Había venido para recitar unos poemas en el Centro Insular de Cultura sito en la calle Primero de Mayo, hoy inexistente por derruido. Leyó poemas largos de carácter urbano y colectivo. Tenía una voz ronca y profunda. Por momentos parecía más periodístico que lírico, como si estuviera más interesado en la denuncia social que en la confesión íntima. Al final, en la ronda de preguntas, salió entre el público el clásico loco ofensivo que nunca suele faltar a este tipo de citas. Pepe lo toreó como si estuviera habituado a esta clase de imbéciles que han perdido la chaveta y derraman soberbia y desfachatez a manos juntas. Suelen ser individuos que dan la impresión de estar desequilibrados por el exceso de drogas consumidas, la frustración por no conseguir un éxito que les resulta esquivo y la altanería de un egoísmo sin medida. El poeta salió de allí como pensando que se había ganado los garbanzos esa noche. Pagaba el Cabildo, regido en ese momento por socialistas. Alguien me dijo que fuéramos a distancia tras él para tomarnos un café o un buen vino. Entonces fue cuando me acerqué y pude ver al hombre que se había convertido en un mito en vida. Parecía hecho del material de su apellido. No estaba para frivolidades ni estupideces. Tampoco dijo nada del otro mundo. Bebió, fumó y no fue maleducado ni deseoso de brindar cortesías. Aquel hombre había conocido cinco años de cárcel, de 1939 a 1944, por formar parte de una organización clandestina de ayuda a los presos políticos que habían perdido la guerra civil, entre cuyos integrantes se encontraba su propio padre. Aquel superviviente que tenía delante de mí había conocido gran parte de la flor y nata literaria del país durante el siglo veinte. Y no lo parecía, porque callaba. Un adulador, que no sé qué pretendía sacarle, intentaba con insistente afán pedirle que se dejase ver al día siguiente en el hotel para pasear y charlar un rato. Otro le preguntaba banalidades como qué tal se lo estaba pasando en la isla y para cuándo tenía prevista la vuelta a casa.


Yo observaba. Seguramente le pregunté algo sobre Miguel Hernández o Antonio Machado, Jorge Guillén o Gerardo Diego, pero no recuerdo nada. Tal vez la sensación de que no quería soltar prenda sobre el pasado ni mantener una conversación sobre literatura. Venía de vuelta de todo. Recuerdo vívidamente que más bien lo miraba asombrado de que estuviera tan recio y despierto, habiendo vivido y fumado tanto. En ese momento tendría cerca de ochenta años y, en efecto, al poco murió de un enfisema pulmonar en una clínica madrileña con esa edad exacta. Una vez leí un prólogo a un libro recopilatorio suyo para la editorial Cátedra escrito por él mismo. Estaba compuesto en un estilo tan condensado y sintético como solamente lo había visto en otro prefacio de Emilio Alarcos Llorach a su célebre Gramática o en la inmejorable escritura del autor latino Tácito.
Seguí mirándolo. Eso es lo que recuerdo. Las venas de sus sienes. La testa calva y rasurada de un patricio de las letras. La mirada curtida por la experiencia, el sufrimiento y las estrecheces en sus ojos. La voz renqueante del que tiene autoridad o ha disfrutado muchas juergas interminables. La voz del náufrago de un mundo que desapareció y se sabe solo. Yo lo sigo viendo allí, en aquel café con barra y butacas de madera en una calle transversal a Triana, tal vez la dedicada a Domingo J. Navarro o la de Perdomo. Lo volví a ver después en los periódicos, cuando estaba entubado a una botella de oxígeno, asifixiándose y muriendo. Pero no, aquél no podía ser él, como tampoco el abuelo tierno al que abrazaban nietas e hijos en otras fotos retrospectivas. El poeta que yo conocí está firme, duro, hermético y de pie bebiendo un Rioja con la mirada ausente e introvertida en sus recuerdos. Y siempre seguirá allí. Cualquier día volveré a pasarme por aquel bar para tomarnos otra copa.


VIDA

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito "¡Todo!", y el eco dice "¡Nada!".
Grito "¡Nada!", y el eco dice "¡Todo!".
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada).

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto, todo para nada.

(Último poema de José Hierro extraído de su libro
Cuaderno de Nueva York,
Madrid, Hiperión, 1ª edición, 1998)

José Hierro del Real
(Madrid, 1922 - 2002)

domingo, 26 de abril de 2009

La estrella que encandilaba al Camp Nou



Campeón de América en el año 1999 y del mundo en el año 2002 con la selección brasileña que viste la camiseta amarilla como la Unión Deportiva Las Palmas y el segundo equipaje del Barça. Maravilloso ejecutante de rabonas, chilenas, libres directos y penaltis. Era el artista exquisito del fútbol. Llegó a España traído por el Deportivo de la Coruña y marcó 21 goles como tarjeta de visita en su primera temporada.
Con los 4.500 millones de pesetas que obtuvo el FC Barcelona por la venta de Ronaldo al Inter de Milán, los culés vimos con buenos ojos que se hiciera el esfuerzo de pagar 4.000 millones por vestirlo de blaugrana. Y vino, llegó y ganó para nosotros dos ligas consecutivas (97/98, 98/99) y para él la diadema como mejor jugador del mundo en 1999, además del Balón de Oro, justo en el año del centenario de la fundación del Barça. Qué mejor homenaje que tener al mejor jugador del planeta con nosotros. Nunca podré olvidar cuando marcó un gol en el Santiago Bernabéu que hubiera supuesto la victoria por dos a tres y el árbitro lo anuló dando la sensación de que le habían dado instrucciones. Ni se sabe lo que pitó, porque no hubo falta ni fuera de juego. Pero así es como han ganado muchas cosas esos ladrones blancos que teniendo dos o tres españoles en sus filas presumen de ser España cuando más bien la mangonean a su antojo. España es la roja, la selección nacional, y no esa cuadrilla de fantasmas, gamberros sacalenguas, niñatos tocahuevos (recuérdese la escena de Míchel con Valderrama) y fanfarrones prepotentes que dan patadas por la espalda o pisotean a un jugador caído en el suelo, como ocurrió ahora con Pepe frente al Getafe y le pasó otra vez a Lothar Matthäus defendiendo al Bayern de Münich, cuando Juanito le pateó primero la espalda y después la cara, aprovechando que el futbolista alemán estaba tendido sobre el césped.
Con los colores azules y rojos Rivaldo también ganó la Copa del Rey el año del doblete (Liga y Copa para el Barça en la temporada 1998/1999), la Supercopa de Europa en 1997, una Copa de Cataluña y cinco Torneos Gamper. Venía precedido por la grandeza de ganar el campeonato brasileño con el Palmeiras en 1994, y cuando se marchó a Italia, porque allí era donde únicamente podían pagarle lo que como superestrella cobraba, se llevó un scudetto y una Copa de Europa con el Milán de Silvio Berlusconi, que entonces aún no era el primer ministro italiano.
No conforme con eso, posteriormente ganaría tres ligas y dos copas griegas con el Olympiakos. En el Barça marcó 133 goles en 242 partidos oficiales de Liga, Copa y Champions. Para su patria brasileña ha anotado treinta y cuatro goles en setenta y cuatro encuentros internacionales. Merecedor de numerosos premios, entre ellos el Onze de Oro por ser el mejor futbolista de Europa en el año 1999, o el galardón que supone haber sido incluido por dos veces en el once ideal de dos Campeonatos Mundiales de fútbol (en el de 1998 celebrado en Francia y en el del año 2002 que compartieron Japón y Corea), para colmo ha sido elegido por la FIFA como uno de los 125 mejores futbolistas que han existido en la historia de este deporte. En el momento de escribir estas líneas se encuentra en el último peldaño de su carrera, con 36 años de edad, jugando para un equipo uzbeko, el Bunyodkor, donde es probable que cuelgue las botas, aunque con un jugador tan bueno nunca se sabe. Antes había cambiado el Olympiakos por el AEK de Atenas, donde le ocurrió lo mismo que en todos los equipos por los que pasó: fue el ídolo de la afición. Ningún aficionado del Barça podrá olvidar la chilena que marcó al Valencia en el último minuto del último partido liguero que nos permitió disputar la Copa de Europa. Y es que el Barça es el único equipo español que siempre ha estado disputando competiciones europeas. Nunca ha faltado a la cita.


Una obra de arte: la inmortal chilena al Valencia CF

Junto a Josep Guardiola, el cerebro azulgrana

Ensayando la rabona en el coliseo del Barcelona
Disparando con efecto para crear elipses con el esférico

A punto de driblar a Rubén Baraja cuando éste

defendía los colores del Atlético de Madrid

Consiguiendo que muerda la hierba un jugador del CD Tenerife

La felicidad que da el fútbol es mejor que tomar drogas

(Aquí está con Patrick Kluivert, un delantero alambicado)


Soportando el abrazo de Judas Figariote


Rivaldo, un Stradivarius con la pelota


Tras haber sido subcampeón con Brasil en el Mundial de Francia,

logró ser campeón del mundo en la siguiente convocatoria


Con Pelé, del que nos estarían recordando todos los días que fue

el mejor jugador de la historia si hubiera jugado en el club blanco


Vitor Borba Ferreira
"Rivaldo"
(Recife, 19 de abril de 1972)

sábado, 25 de abril de 2009

Prometió volver pero nunca se ha ido



I'LL BE BACK

"You know if you break my heart I'll go,
but I'll be back again.
'Cause I told you once before good-bye,
but I came back again.
I love you so, I'm the one who wants you.
Yes, I'm the one who wants you.
You could find better things to do
than to break my heart again.
This time I will try to show
that I'm not trying to pretend.
I thought that you would realize
that if I ran away from you
that you would want me too,
but I got a big surprise.
Oh!, you could find better things to do
than to break my heart again.
This time I will try to show that I'm not trying to pretend.
I wanna go but I hate to leave you,
you know I hate to leave you.
Oh!, you, if you break my heart I'll go,
but I'll be back again."

Lennon dibujado por el artista cubano Armando Posse

VOLVERÉ

Sabes que si destrozas mi corazón me iré,
aunque poco después regrese de nuevo.
Ya me despedí una vez,
pero pronto volví a tu lado.
¡Te amo tanto!
De hecho soy el único que te quiere.
Podrías encontrar mejores cosas por hacer
que no estar rompiendo mis esperanzas de amor contigo.
En esta ocasión trataré de hacerte ver
que no estoy intentando fingir.
Pensé que te darías cuenta, si me alejaba de ti,
que lo hacía para saber si me correspondías,
si me necesitabas, si pensabas en mí,
pero me llevé una desagradable sorpresa.
Podrías intentar algo diferente
y no estar jugando con mis sentimientos.
La próxima vez te demostraré
que mi amor no es fingido.
Qusiera irme, pero detesto separarme de ti.
Tú sabes que odio no verte junto a mí.
Así que, si vuelves a romperme el corazón, me iré,
aunque los dos sepamos que regresaré de nuevo.

John Winston Lennon

(Liverpool, 9 de octubre de 1940 - Nueva York, 8 de diciembre de 1980)

viernes, 24 de abril de 2009

En sus ojos había una infinita tristeza



Los orangutanes son primates arborícolas, y como tales, parientes nuestros. En el idioma malayo "orang hutan" significa "hombre del bosque". Viven en las islas de Sumatra y Borneo. Pueden alcanzar los dos metros de altura y los tres de envergadura con los brazos extendidos. En la cautividad de un zoológico algún ejemplar ha alcanzado a vivir los 57 años, pero en libertad la edad promedio es de 40. Tienen una gran aptitud para imitar al hombre, son capaces de utilizar herramientas y suelen acercarse a las poblaciones humanas para intentar rescatar a las crías huérfanas. Como son territoriales, se enfrentan entre sí por cuestiones de propiedad privada, como nosotros. También pugnan por las hembras y los machos jóvenes utilizan su mayor fuerza para someterlas.


Quedan entre 20 y 25 mil ejemplares de dos subespecies distintas. Su número disminuye en 3.500 individuos cada año. A este ritmo, podrían desaparecer en una década, porque los pocos ejemplares que sobreviviesen entrarían en una fase endogámica que los convertiría en inviables genéticamente. Su mayor enemigo es la codicia de las personas. Campesinos y empresarios talan los bosques donde viven para reconvertirlos en plantaciones de palmeras cuyo aceite vegetal nutre la industria de la bollería en todo el mundo. Hace un siglo había 170 millones de hectáreas de masa boscosa tropical, lugar idóneo en el que habitan. Hoy quedan 97 millones porque desaparecen al ritmo de 2 millones de hectáreas anuales por culpa de la tala descontrolada y los incendios provocados. El oro negro es el aceite. Se desforesta la tierra para producirlo. Es un gran negocio para los hombres y un exterminio contra los orangutanes. Solamente Alemania, por citar un ejemplo, importó de Indonesia 887.300 toneladas de aceite de palma en el año 2005.


La situación a la que se ha llegado es verdaderamente asquerosa. Se les persigue para matarlos y utilizar su piel en objetos decorativos y muebles. Para capturar y luego vender a las crías como mascotas, los cazadores matan a palos a las madres en su presencia. Una vez adquiridos como animales de compañía, algunos orangutanes sufren la amputación de las extremidades inferiores para que no puedan escaparse. En algunos restaurantes se muestran cabezas decapitadas y brazos despellejados como reclamo para los clientes. Y el colmo de males es que se ha llegado a rasurar por completo el cuerpo de hembras adultas para prostituirlas emborrachándolas con cerveza, encadenándolas y ofreciéndolas a la vista de los hombres en burdeles infectos. Jean-Jacques Rousseau afirmaba que el hombre era bueno por naturaleza y la sociedad lo corrompía. Yo dudo de la bondad del propio Rousseau por el daño que ha hecho con este pensamiento suyo que a juicio de Voltaire es una falsa creencia. Y si no, por lo menos estoy seguro de que no vio lo que hacen los hombres con los orangutanes, atunes, delfines, ballenas, esturiones, búfalos, cerdos, gallinas, armiños, nutrias y focas, por no seguir con la retahíla de un largo etcétera.



MI VIDA

"Mi vida,
lucerito sin vela,
mi sangre de la herida
no me hagas sufrir más.


Mi vida,
bala perdida
por la gran vía,
charquito de arrabal.
No quiero que te vayas.
No quiero que te alejes
cada día más y más.


Mi vida, lucerito sin vela.
(Aquí no pegamos a los ojos)


Mi vida,
charquito de agua turbia,
burbuja de jabón.
Mi último refugio.
Mi última ilusión.
No quiero que te vayas
cada día más y más.


Mi vida,
lucerito sin vela,
mi sangre de la herida,
no me hagas sufrir más.
(Aquí no pegamos a los ojos).


Mi vida."

(Canción de Manu Chao)

José Manuel Thomas Arthur Chao
(París, 21 de junio de 1961)