jueves, 16 de abril de 2009

El último libro que pasé conmigo


Lo publiqué en el 2006. Una vez leí una obra de John Gardner en la que hablaba de las manías de los escritores. Según el autor y ensayista norteamericano, alguien que quiera convertirse en escritor debe tener fobias y filias muy acusadas. Así que yo, como si fuera un discípulo aplicado, me dediqué a desarrollar todas las que tenía hasta el punto de que me dan risa porque comprendo que han llegado al límite de la paranoia. Por ejemplo, tengo la funesta manía de considerar a todos los políticos como si fueran delincuentes, y alguno habrá que no lo sea. También me da por pensar que los gays me discriminan, cuando yo no los discrimino a ellos. Y en lugar de idealizar la infancia, tiendo a ver embriones monstruosos de egoísmo en los niños.
Como colofón, me tengo por una persona que no cree en la Humanidad, con mayúsculas, pero tampoco en el vecino concreto, el colega determinado o el familiar más o menos próximo. O sea, que soy un misántropo, pero no absoluto, porque hay muchos hombres que admiro. Sonará incoherente, pero no lo es, si se tiene en cuenta que prácticamente toda persona que me ha parecido admirable no la he conocido en persona. Quiero decir que idolatro a determinados personajes por sus obras, sean libros, canciones, hazañas, películas, edificios, esculturas, pinturas o, en definitiva, cualquier gesto, trayectoria u artefacto digno de ser archivado en la memoria. O sea, que no los adoro físicamente, aunque deba admitir que realizaron lo que hicieron como seres humanos.

Imagen figurada de Cornelio Tácito (¿?, circa 55 - 120 d. C.)

Un escritor que vanaglorio con el mayor de mis respetos


Tampoco es que quiera proponerme como un ejemplo de coherencia, porque precisamente uno de los rasgos detestables de esos pitecántropos erectos que llamamos homo sapiens es que están llenos de contradicciones. Ahora mismo yo soy una contradicción viviente porque me gusta hacer deporte y hace mucho tiempo que no lo practico. Otro defecto insalvable es que fumo, cuando por mi manera de pensar debería respetar el templo sagrado del cuerpo en el que habito. Menos mal que la hipocresía la odio y por eso trato de apartarme del mundo. No soporto el discurso beatífico de los medios de comunicación que no se corresponde con la maldad que ocultan.
Acabo de ver, gracias a mi amigo Mario, una rareza de persona, porque nunca me ha engañado ni trata de hacerme daño (ya lo ven, otra de mis paranoias), un videoclip de la cantante que se hace llamar Pink metiéndose con George Bush. Esta señorita se da una vida de lujo y no relaciona su modus vivendi con la política del presidente que procura permitírsela. Esta cantante es una privilegiada que para lavar su conciencia encontró un pez mucho más gordo que ella para que le sirviera como chivo expiatorio. Hay mucha gente que se dedica a lanzar mierda sobre el presidente de los Estados Unidos como si fuera su hobby preferido, algo así como lanzar dardos a una diana en un bar durante los ratos libres en que se encuentra uno aburrido.



Alecia Beth Moore, "Pink", (1979, Doylestown, Pennsylvania)

dando ejemplo de austeridad con su agresividad glamourosa


A todos estos señores hay que darles la razón en lo que la tienen, como cuando Eduardo Galeano nos recuerda que los USA son un país que nunca fue invadido y en cambio ha emprendido unas 200 invasiones a lo largo de su historia. Esto es cierto y la verdad debe ir siempre por delante, cueste lo que cueste. Ahora bien, me gustaría ver lo que pensarían o dirían de haber vivido bajo el régimen de Josef Stalin o el de Mao-Tsé-Tung. Bueno, no dirían nada porque seguramente estarían desaparecidos físicamente o muertos de asco que, como diría Silvio Rodríguez, "no es lo mismo, pero es igual".

Iósif Visariónovich Dzhugashvili, "Stalin", (Georgia, 1878 - Moscú, 1953)

El amigo que nadie desaría ni a su peor enemigo


Una cosa debe estar clara para quien tenga dos dedos de frente dentro del cerebro: de los grandes imperios de la Historia, para lo crueles y malvados que han sido todos, el menos ruin ha sido el norteamericano. Le pasa como a la democracia, que como afirmaba Churchill es un mal sistema, pero es el sistema menos malo conocido. Admiro mucho la cultura y el carácter anglosajón, me han hecho muy feliz sus compositores, cantantes, escritores y artistas en general, como para no ser agradecido. Conozco algunas maldades de la CIA que han aparecido publicadas, pero nada he juzgado tan terrorífico como la perversidad de los regímenes comunistas chino y soviético del siglo pasado. Si no me creen, investiguen, lean y asómbrense. Yo debería estar ya curado de espanto. 70 millones de personas murieron directa o indirectamente por culpa de Mao Zedong, y encima se reía durante La Larga Marcha cuando tendía emboscadas ¡a sus propios aliados! para enviarlos a una muerte segura. Por cierto, una caminata hacia Pekín en la que el impresentable Mao iba transportado en camilla como si fuera un Fumanchú con una corte de esclavos a su servicio.

Aquí tenemos al aborrecible hombre que a lo largo de la Historia ha cometido el mayor número de crímenes: Mao Zedong (Hunan, 1893 - Pekín, 1976), otro psicópata asesino con cara de no haber roto un plato ni matado una mosca en su vida, cultivando una imagen de Buda barrigudo, pacífico y sonriente. Hasta la fotografía rebosa falsedad porque aparece con los dientes blanqueados y los tenía negros de no lavárselos nunca. Era feudal hasta en su odio a la ducha


Desde luego, hay que ver el abismo que va desde lo que uno cree o le hacen creen y lo que luego uno aprende leyendo. A veces pienso que los que sólo ven películas viven en Hollywood, es decir, en la mentalidad que la Meca del Cine propaga. Yo también me escapo mentalmente, pero mi lugar de evasión son los Campos Elíseos de la música. Simplemente ocurre que las buenas melodías me hacen la vida más llevadera. Y añadiría que agradable incluso.
Bueno, volviendo al asunto de la misantropía, he aquí una muestra en forma de sonetillo que apareció en el Breviario de fervores y rechazos acerca de lo que pienso sobre el género masculino al que pertenezco por desgracia, de manera inevitable y sin disculpa:


EL HOMBRE HETERÓGAMO

Contémplalo como un usurero tras del oro.
Míralo como reptil camuflando la piel.
Atente a las consecuencias si te fías de él.
Está podrido por dentro y de ahí el decoro

con que suele cuidar la higiene de su aspecto.
Obsérvalo como una sabandija de estiércol.
Escúchale pensando en el trasfondo.
Léelo antes que oírle. Sábelo burdo y vanidoso.

Daría su futuro por lograr posición,
una segunda juventud o una mujer
distinta cada vez. Ansía ser rey selecto

de un harén. Ha hecho obras abominables,
está demoliendo geosistemas por fruición
y toda su mejora es creerse menos cruel.


Howard Hughes (Texas, 1905 - 1976)
Después de Mao Zedong, Stalin, Hitler, Gilles de Rais,
Vlad Tepes e Iván "el terrible", he aquí el hombre más perverso,
corrupto, retorcido y vil del que haya tenido noticia nunca

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