miércoles, 15 de abril de 2009

Verdades como puñales


Eduardo Galeano, la voz de los sin voz

Estamos en plena cultura del envase. El contrato matrimonial importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios.

El automóvil, el televisor, el vídeo, la computadora personal, el teléfono celular y demás contraseñas de la felicidad, máquinas para ganar tiempo o para pasar el tiempo, se apoderan del tiempo.

En el mercado libre es natural la victoria del fuerte y legítima la aniquilación del débil. Así se eleva el racismo a la categoría de doctrina económica.

La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. Los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el terrorismo contra los países pobres, y contra los pobres de todos los países, con una frialdad profesional y una impunidad que humillan al mejor de los tirabombas. (...) Los pistoleros que se alquilan para matar realizan, en plan minorista, la misma tarea que cumplen, en gran escala, los generales condecorados por crímenes que se elevan a la categoría de glorias militares. (...) Los violadores que más ferozmente violan la naturaleza y los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles. En el mundo tal cual es, mundo al revés, los países que custodian la paz universal son los que más armas fabrican y los que más armas venden a los demás países; los bancos más prestigiosos son los que más narcodólares lavan y los que más dinero robado guardan; las industrias más exitosas son las que más envenenan el planeta; y la salvación del medio ambiente es el más brillante negocio de las empresas que lo aniquilan. Son dignos de impunidad y felicitación quienes matan la mayor cantidad de gente en el menor tiempo, quienes ganan la mayor cantidad de dinero con el menor trabajo y quienes exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor costo.

El célebre autor de "Las venas abiertas de América Latina"


El desarrollo desarrolla la desigualdad.

El mercado es el lugar donde se fija el precio de la gente y otras mercancías.

Debo, luego soy.

El poder es como un violín, se toma con la izquierda y se toca con la derecha.

Más devastadora que la cocaína es la exitoína. Los análisis de orina o de sangre no delatan esta droga. (Refiriéndose al declive de Diego Armando Maradona).

La información hace la realidad y no al revés. (En alusión a que en la guerra del Vietnam los medios de comunicación recogieron el punto de vista norteamericano en un 97%, mientras que a la perspectiva vietnamita sólo le concedieron el restante, minúsculo y casi desapercibido 3%).

En su dolorosa agonía, (Franz Kafka) sólo habló para pedir al médico: "Si usted no es un asesino, máteme."

"La enseñanza laica, gratuita y obligatoria no hará más que aumentar el número de los imbéciles", profetizó Gustave Flaubert.

"Nos dicen que el campesino pobre tiene la justicia inglesa para defenderse. No es así. Ningún hombre tiene lo que no puede usar", según Florence Nightingale.

"Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra." (Según Simón Rodríguez, maestro del libertador Simón Bolívar).

El 10 de agosto de 1809, mientras la ciudad de Quito celebraba la liberación (del yugo español), alguna mano anónima había escrito en un muro: "Último día del despotismo y primero de lo mismo". Dos años después, Antonio Nariño comprobó en Bogotá: "Hemos mudado de amos."

(La Revolución Francesa) amenazaba la santísima trinidad de la corona, la peluca y la sotana.

(El café fue descubierto), a saber cuándo, en una montaña de Etiopía, donde las cabras comieron unos frutos rojos que las pusieron a bailar toda la noche.


Poeta de la revolución, filósofo de la utopía y periodista del dolor

En su Diario del descubrimiento Colón había mencionado 51 veces a Dios y 139 veces al oro, aunque Dios estaba en todas partes y el oro no daba ni para emplomar una muela.

Se sospechaba que algún glóbulo judío navegaba en las venas del papá de don Quijote. Las razas infames eran dadas a las letras.

Navega el navegante, aunque sabe que jamás tocará las estrellas que lo guían.

Un condenado caga monedas de oro. Otro cuelga de una llave inmensa. El cuchillo tiene orejas. El arpa ejecuta al músico. El fuego hiela. El cerdo viste toca de monja. En el huevo habita la muerte. Las máquinas manejan a la gente. Cada cual en lo suyo. Cada loco con su tema. Nadie se encuentra con nadie. Todos corren hacia ninguna parte. No tienen nada en común, salvo el miedo mutuo. "Hace cinco siglos, Hieronymus Bosch (más conocido como el Bosco) pintó la globalización", comenta John Berger.

"El infierno" según Jerónimo Bosch (Bolduque, Holanda, 1450 - 1516)

Eduardo Hughes Galeano (Montevideo, 1940)

No hay comentarios:

Publicar un comentario