sábado, 2 de abril de 2011

Mentiras, bombas, desunión, intereses y víctimas



LOS BANDAZOS DEL FRENTE DE BATALLA EN LIBIA

Quizá este conflicto comenzó a gestarse cuando el coronel Gadafi amenazó con firmar contratos para suministrar petróleo a potencias emergentes como China, Brasil o la India. Tal vez fue eso y no el pretexto de los bombardeos sobre la población civil, que no han podido demostrarse con grabaciones de vídeo. Ahora sabemos, por una denuncia del Vaticano, que al menos han muerto 40 civiles a consecuencia de los bombardeos aliados. Daños colaterales, como los llaman, y que son inherentes a toda guerra.




Considero muy probable que se trate de controlar la distribución del petróleo y dé lo mismo que sea Gadafi u otro quien la garantice. Por eso el propio Barack Obama reconoce que el objetivo no es derrocar al sátrapa beduino. 550 millones de dólares en bombas lleva invertidas la nación estadounidense y supongo que será para recuperar la inversión cuando la guerra termine, porque en este mundo nadie da nada a cambio de nada. El propio Zapatero, en otro alarde de cinismo, en lugar de tender los brazos abiertos de su autoproclamada alianza civilizatoria, ha puesto a disposición de las fuerzas aliadas barcos, aviones y hasta un submarino. ¿Dónde queda su estúpido buenismo solidario? ¿O es que pretendía idiotizar a sus crédulos votantes? Los gobiernos son egoístas y no piensan en el beneficio ajeno. Los mismos países agresores han dado muestras de una grotesca división de opiniones que les debilitan ante el mundo. Cada uno busca lo suyo. Y el que más arriesga es el que más intereses tiene en juego.




Esta guerra conoce los vaivenes característicos de una contienda desigual. Los llamados rebeldes no están bien armados ni disponen de una seria formación militar. En las fotografías se les ve utilizando automóviles como quienes van de picnic con algún lanzagranadas a remolque. Malgastan munición celebrando con disparos al aire cualquier avance. Pero como la alegría dura poco en casa del pobre, en cuestión de días, y a veces de horas, suelen poner los pies en polvorosa ante el avance de un ejército de mercenarios mejor pertrechado y dirigido por un verdadero militar. No en vano Gadafi lleva 42 años en la cima del ejército. Aparte de financiar atentados en aviones y discotecas, dícese en Lockerbie y Berlín, su mente ha sido forjada por el espíritu castrense de la estrategia y la búsqueda de la victoria.




Por otra parte, parece que las tribus del este de Libia siempre han sido de algún modo desafectas al régimen gadafista. Y es en ese territorio, con capital en Bengasi, donde se atrincheran los opositores. El politólogo y analista libio Karim Mezran cree que en caso de empate se crearían dos países donde había uno, aunque seguiría estando fuertemente tribalizado. Si ganara el déspota, todo continuaría como antes, salvo que buscaría resarcirse o vengarse. Y si perdiera, existen demasiadas posibilidades de que todo acabe en una caótica somalización de la realidad política sin ningún dirigente visible como portavoz único. Lo de ofrecerle refugio extranjero e inmunidad política seguramente el viejo zorro no termina de creérselo. No se fía de los tribunales. Sabe a lo que se exponen siempre los vencidos.




En verdad es una guerra neocolonialista, tal como piensa Cayo Lara, el coordinador general de Izquierda Unida. El problema es que parte del mismo bienestar sobre el que se sustenta el tren de vida europeo se basa en las fuentes de energía que aportan los combustibles fósiles extraídos del desierto norteafricano. El propio Cayo Lara los disfruta cada vez que utiliza la energía eléctrica para encender la luz, poner la calefacción, desplazarse en coche o comer en un restaurante que cocine con gas butano.




Los justicieros de la utopía recriminan a la OTAN que no derroque a los demás autócratas que en el mundo son y han sido. Como si creyeran que EE.UU. puede seguir haciendo de gendarme universal en solitario y como si se pudiera afrontar un gasto bélico de tal magnitud en múltiples frentes abiertos con garantías de éxito. Sería una locura, pero por reprochar que no quede. ¿Qué hubiera pasado si continuaran las democracias occidentales cruzadas de brazos tras las declaraciones de Gadafi, cuando fanfarroneó que iba a entrar en Bengasi como Franco en Madrid a sangre y fuego? Tardaron en actuar, pero se movieron para evitarlo. Lo malo es que su falta de contundencia podría interpretarse como una debilidad por parte de quienes analizan la hegemonía de Occidente con el fin de acabar con ella. Y ahí está el peligro mayor: el de una conflagración de carácter mundial para dilucidar un nuevo orden planetario en el que China quisiera seguramente asomar la cabeza. Sería mejor para Europa y Norteamérica tomarse muy en serio esta crisis bélica y tratar de solucionarla sin empantanamientos al estilo vietnamita. Hay demasiados observadores (Rusia, Alemania y Turquía entre ellos) que podrían decantarse a medio plazo por adoptar alianzas alejadas de la neutralidad que derivarían en un desastre de alcance global y dimensiones catastróficas. Estamos jugando con fuego y hay demasiada gente que ve las dos guerras mundiales del siglo pasado como antiguallas arrumbadas en los sótanos de la historia. Y sinceramente desearía que ojalá no volvieran a repetirse ni siquiera como negras caricaturas.


2 comentarios:

  1. Gracias por toda la información que compartes, ni te imaginas cuánto aprendo con tu blog.
    Muakissssssssssss

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  2. Opino lo mismo que usted. Si en todo el tiempo que lleva este señor asesinando a nadie le ha importado un pimiento, ¿Es que ahora se han comprado unas nuevas conciencias a juego con su imagen?.
    Yo creo realmente que se debe al petróleo, las causas las desconozco, pero que hay fines económicos de por medio no me cabe la menor duda.
    Me indigna bastante. Si eres un desalmado sin corazón al que le importa una mierda la vida de los demás, estupendo, pero por lo menos no seas un cambiachaquetas de 3 al 4º y te ampares bajo palabras bonitas para conseguir tus objetivos(eso es lo que diría a obama & company).
    Saludos.

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