jueves, 10 de abril de 2014

Un poeta que sobrevivirá a las modas temporales

 
José Julio Cabanillas
(Granada, 1958)
Escritor, poeta, traductor y docente
 
ULISES
 
Nada debo.
Tras de mi puerta una mujer, dos hijos,
cada vez más recuerdos.
Con fría claridad me devuelve el espejo
un rostro que ya empieza a no ser joven.
Al menos he labrado con trabajo constante
mi fortuna y mi nombre: nada, nadie.
 
EDAD DE ORO
 
En los siglos felices que dioses y gigantes
hablaban con los hombres en un bosque cercano,
se incendiaba el otoño en granadas abiertas
y era luz el invierno sembrado por la aurora...
 
Si allá pudiera huir sin llevarme conmigo.
 
 
Fruta de la granada
(Punica granatum)
Plinio el Viejo la llamó manzana púnica porque la encontró en los alrededores de Cartago, Hipócrates la consideraba antipirética y fortalecedora contra las enfermedades, mientras que para el cristianismo era un símbolo de martirio debido a su color rojo intenso
 
LEYENDA
 
Con la imprecisa luz de la tarde y el alba
pinto una antigua esperanza y una roja inocencia.
El rojo le habla al niño, aquel adán que puso
un nombre a cada cosa.
Y el nombre era su fiesta.
El morado musita sus palabras heladas
al oído del viejo.
Aquel niño, ese viejo, somos quizá nosotros.
Hubo una vez un patio, con un pozo, una sombra,
una cancela que abría
un jardín de nísperos y dalias,
un esplendor azul, claro y festivo,
un cielo de verano,
y una fuente casi ciega al lado del camino.
Aquel niño, ese viejo, sus emblemas
rojo y morado, imágenes
para arañar el tiempo, o pintarle en su mármol
una obstinada eternidad.
Hubo una vez un patio, con un pozo, un verano,
una cancela abierta. Pero ya está cerrada
y el canto no entiende.
 
 
Patio granadino
 
DOLORES
 
En esa blanca luz de medianoche
en que la luna asoma a mi ventana
casi puedo escucharte, ama Dolores,
mientras cierras las puertas, camino de tu cama.
 
Aún tu paso cansino y tu resuello
al subir la escalera... Me digo: Nada vuelve.
Cegaron los caminos de esta ciudad a aquel pueblo,
de aquel niño a este hombre. Pero esta luna breve,
 
el tictac del reloj, las mismas sábanas
ásperas y crujientes como papel de flores,
este viento que sopla de la nada...
¿Desde dónde me ves, vieja Dolores?
 
 
Patio cordobés
 
CARRETERA ABANDONADA
 
La carretera vieja de Porcuna
por donde el 1500 de mi abuelo
alzando polvo que tiznaba el cielo
despacio nos llevaba a los dos, una
 
tarde que se han tragado ya los años.
Entre filas de olivos y entre lomas
me enseñaste a soñar. Hoy, quien se asoma
ve la nueva autovía con sus paños
 
geométricos y lisos de cemento.
Todo se muda menos las estrellas.
Mas cuando el tiempo estalle y mueran ellas,
 
para ese entonces, hoy alzo un memento
a quien todo lo da, dándose Él mismo:
me dé esa carretera y no el abismo.
 
 
Antigua vía en Santa Fe de Mondújar
(Almería)
 
FORASTERO
 
Vuelvo a cruzar las calles de mi infancia,
la casa donde oía palpitar un secreto
y el ángel de las puertas llamaba con sus alas.
Cuántos cielos rodaron desde entonces
que en mis pasos no escucho más que polvo
y en la memoria voces
tan apagadas ya que apenas las conozco.
Soy ese forastero que confunde su casa
y no encuentra la escuela.
Dónde guardé el cuaderno con mi nombre
si hay sólo estas palabras que arrastran su cadena,
rotas bajo las alas.
Me vuelvo a la estación donde he bajado.
Hay un viento de piedra ennegrecida
abriendo los caminos sin orillas
y se alza el estertor del tren que llega.
En la cola en silencio, desde la marquesina
con los muertos que aguardan,
la mano de mi abuelo me hace señas.
 
 
"Entre la bruma"
José Catalá
(Madrid, 1958)
 
LA GOLONDRINA
 
La golondrina
que canta en el cable
esta mañana,
en qué fuegos arde.
 
La golondrina
parada en el cable
esta mañana,
desde cuándo arde.
 
Yo la estoy oyendo
—ella no lo sabe—
en mi calle don Diego,
no en esta calle.
 
Esta golondrina
tan saludadora
de las luces nuevas
llega de otra aurora.
 
 
Golondrina común o campestre
(Hirundo rustica)
 
Es de cuando el mundo
tuvo menos años.
Qué trae de ese entonces,
qué dice cantando.
 
Esta golondrina
—qué estremecimiento—
que viene cantando
de aquel aire nuevo.
 
Esta golondrina
parada en un cable.
Ella siempre fresca,
para mí ya es tarde.
 
[Poemas tomados de Cabanillas, José Julio: Vigilia (Antología poética), Sevilla, Renacimiento, 2014, 1ª edición, (edición, selección y prólogo de Juan Carlos Abril), nº 65, pp. 204]
 
 
El diseño de la cubierta es de Marie-Christine del Castillo

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