SE FUE EL AYER EN UN SOPLO
Los sueños y deleites de la juventud se desvanecen
en una oscuridad mayor que su pretérita luz.
El amor más apasionado, en toda su plenitud,
no tarda en inflamar de dolor a quienes lo padecen.
El abatimiento del fracaso surge al conocerse
la verdad que descubrimos cuando llega la senectud.
Nuestra existencia es como humo que con prontitud
se disipa. Pasa el hombre como una sombra breve
para caer en la tierra nutricia de la que surgió.
Dedica su tiempo al juego y al orgullo, los ojos
de la concupiscencia no descansan en su ambición.
Condenado a ganarse el pan con el sudor del rostro,
cada cual carga una cruz que será su crucifixión.
No hay otra paz ni meta que la del último reposo.
(Poema escrito por Andrés González Déniz)
Tumba del cementerio monumental de Staglieno
(Génova)
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