lunes, 8 de mayo de 2017

Cuidado con quien os la estáis jugando, chicos

 
Los productores de este celuloide fueron
Jason Newmark y Romain Philippe
 
DON’T HANG UP
(NO CUELGUES EL TELÉFONO)
(2017)
 
Un thriller redondo para pasar un buen rato. Unos adolescentes que se creen la crema de la sociedad por el simple hecho de ser jóvenes, aunque aún no hayan dado un palo al agua, se dedican a gastar bromas muy pesadas por teléfono para luego subir a la red los resultados que graban en vídeo. El objetivo que persiguen es obtener muchos “likes” y hacerse famosos, si bien lo harían igual por el gusto de humillar a los demás y creerse los más listos de todos. Una víctima indirecta e inesperada va a volver las tornas contra ellos, por lo que a partir de ese momento sufrirán en sus propias carnes una pesadilla inclemente y escabrosa.
 
 
Gregg Sulkin
(Westminster, Londres, Inglaterra, 1992)
Lleva el peso del protagonismo con frescura y solvencia
 
El guion sólo adolece de un defecto: pone en manos de un supuesto psicópata un arsenal tecnológico desde el interior de una furgoneta con el que será capaz de emitir imágenes por televisión, cortar la luz de la vivienda de los muchachos bromistas y espiarles desde la “webcam” de su portátil. Lo de la videograbadora del ordenador tiene su lógica, pero emitir vídeos en la pantalla plana del televisor y apagar la luz por plantas a voluntad es un poco excesivo, aunque no inverosímil. El personaje malvado recuerda por momentos al Jason de “Viernes 13” (1980). Al menos logra en alguna secuencia provocar escalofríos.
 
 
Garrett Clayton
(Dearborn, Michigan, Estados Unidos, 1991)
Da el toque fanfarrón a un personaje que termina achantándose
 
Con una marcada tendencia al cine de tipo gore al estilo de “Saw” (2004), aquí el planteamiento, nudo y desenlace cobran mayor peso que el resto de elementos dramáticos pues, en esencia, estamos presenciando una obra de teatro rodada casi exclusivamente en interiores. Resulta interesante también que el espectador se vea impelido a sentir cierta empatía con el sujeto diabólico que se toma venganza debido a la crueldad gratuita mostrada por unos jóvenes vanidosos, superfluos e irresponsables. Los típicos niñatos de papá descerebrados que hoy campan por sus anchas. De todas formas, la vida les iba a terminar dando su merecido, tarde o temprano, sólo que en este caso alguien tuvo los arrestos suficientes para adelantarse y hacerles tragar su propia quinina en dosis letales.
 
 
Sienna Guillory
(Kettering, Northamptonshire, Inglaterra, 1975)
Su papel, a pesar de ser muy secundario, lo lleva a cabo con precisión
 
La dirección por parte de Alexis Wajsbrot y Damien Mace es correcta, adoptando incluso puntos de vista artísticos y arriesgados en ocasiones puntuales. El guion de Joe Johnson sobre el que se sustenta todo el andamiaje de esta historia es de esos que piden a gritos ser filmados. Como colofón, albergará una gran sorpresa al final, como corresponde a todo buen trabajo de horror y suspense. Los actores, desconocidos, hacen lo que pueden y no desentonan. Este largometraje de 90 minutos demuestra la capacidad del cine norteamericano para confeccionar productos en cantidades industriales con los que entretener a las masas sin apenas darles un respiro.
 
(Reseña escrita por Andrés González Déniz)
 
 
Bella Dayne
(Berlín, Alemania, 1989)
Aparece insípida e inexpresiva en su rol de novia descorazonada e infiel

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