Manuel Chaves Nogales
(Sevilla, 1897 - Londres, 1944)
Escritor y periodista
(De pie, a la izquierda, en las linotipias del periódico "El Heraldo" de Madrid, como redactor jefe en la década de los años 20 del siglo pasado)
EL MAESTRO JUAN MARTÍNEZ
QUE ESTABA ALLÍ
"Martínez es flamenco, de Burgos, bailarín, hijo de bailarín, granujilla madrileño y castizo, con arrequives de pillo de playa andaluza, pero muy mirado"
"Había robado a Sole —una moza de pueblo, alegre y bonita como una onza de oro— y se había ido con ella a París de Francia. Le enseñó a bailar aquel flamenco litúrgico con bata de cola y enagua almidonada, heredado del Salón Burrero y el café Silverio"
"Embarcaron en Marsella con rumbo a Oriente. Era el 26 de junio de 1914. Cuarenta días antes de que estallase la Gran Guerra"
"En el barrio europeo de Constantinopla todos los letreros de los establecimientos estaban en francés. Había cabarets magníficos y mujeres de gran postín. Había una, Ana Mackenzie, a la que llamaban La reina del champagne, que ningún día dejaba de destapar, por lo menos, veinte botellas de champaña, que pagaban sus adoradores. Era bailarina, y había arruinado ya a varios altos funcionarios turcos"
"Tenía pasaporte americano, y gozaba de tales influencias que hacía expulsar de Turquía a quien le daba la gana. Se hizo amiga del jefe superior de policía, un bárbaro de origen armenio, a quien hizo mucho daño. Cuando yo lo conocí andaba por los cabarets emborrachándose por Ana. Después me he enterado de que le cortaron la cabeza cuando vino Mustafá Kemal"
"Las mujeres galantes hacían sus conquistas durante la tarde, en los parques públicos. Damas y caballeros galantes se entendían a lo lejos, sin hablarse, gracias a un complicado sistema de señales con la sombrilla, el bastón y el pañuelo"
"Entonces conocí a fondo la mala vida de Constantinopla, aquellos chulos turcos con una oreja cortada invariablemente, aquellas bailarinas guapas, gordas y bestias, aquella morralla internacional de griegos, armenios, búlgaros, tíos de donde Cristo dio las tres voces, todos ladrones, todos pendencieros"
En este libro el autor muestra cómo era el comunismo real durante el estallido de la Revolución en San Petersburgo
"Pero ya entonces empezaron a llegar los alemanes y se pusieron a limpiar aquello de indeseables. Había en Constantinopla barrios espantosos. Los alemanes limpiaron aquello de maleantes, metieron a los turcos en cintura, pero no quedó un panecillo blanco en toda Turquía. Barrieron para dentro. Se llevaron a Alemania todo cuanto necesitaban para seguir haciendo la guerra"
"Los barcos venían cargados de muertos y heridos de Gallípoli, alemanes, turcos, franceses e ingleses. Casi todos los heridos morían en la travesía, y los barcos, al llegar al puerto, volcaban sobre el muelle verdaderos cargamentos de cadáveres"
"Desde el mismo día de la declaración de la guerra, las gentes huían de Bucarest a millares"
"En Rusia, me he convencido luego, el problema está en serle simpático o no a la gente. Los rusos no son malas personas, pero sí muy desiguales, arbitrarios y caprichosos"
"La administración rusa era una maraña y nadie daba razón de nada. Recurrí al Consulado. El cónsul, que era un conde gaditano millonario, no me hizo ningún caso. Me trató como a un perro"
"No hubiese creído, aunque me lo jurasen, que al zar Nicolás II, a quien la muchedumbre vitoreaba entusiásticamente, lo iban a matar como a un perro sarnoso unos meses después"
[Fragmentos extraídos de Chaves Nogales, Manuel: El maestro Juan Martínez que estaba allí, Barcelona, Libros del Asteroide, 2019, 12ª edición, (prólogo de Andrés Trapiello), pp. 287, pvp: 17'95 euros]
En este libro el autor muestra cómo era el comunismo real durante el estallido de la Revolución en San Petersburgo
"Pero ya entonces empezaron a llegar los alemanes y se pusieron a limpiar aquello de indeseables. Había en Constantinopla barrios espantosos. Los alemanes limpiaron aquello de maleantes, metieron a los turcos en cintura, pero no quedó un panecillo blanco en toda Turquía. Barrieron para dentro. Se llevaron a Alemania todo cuanto necesitaban para seguir haciendo la guerra"
"Los barcos venían cargados de muertos y heridos de Gallípoli, alemanes, turcos, franceses e ingleses. Casi todos los heridos morían en la travesía, y los barcos, al llegar al puerto, volcaban sobre el muelle verdaderos cargamentos de cadáveres"
"Desde el mismo día de la declaración de la guerra, las gentes huían de Bucarest a millares"
"En Rusia, me he convencido luego, el problema está en serle simpático o no a la gente. Los rusos no son malas personas, pero sí muy desiguales, arbitrarios y caprichosos"
"La administración rusa era una maraña y nadie daba razón de nada. Recurrí al Consulado. El cónsul, que era un conde gaditano millonario, no me hizo ningún caso. Me trató como a un perro"
"No hubiese creído, aunque me lo jurasen, que al zar Nicolás II, a quien la muchedumbre vitoreaba entusiásticamente, lo iban a matar como a un perro sarnoso unos meses después"
[Fragmentos extraídos de Chaves Nogales, Manuel: El maestro Juan Martínez que estaba allí, Barcelona, Libros del Asteroide, 2019, 12ª edición, (prólogo de Andrés Trapiello), pp. 287, pvp: 17'95 euros]
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