UD TEROR 1 - ROQUE AMAGRO 2
Cuenta la mitología pagana que estando Herakles en el litoral de la Cólquida donde se encuentra la península de Crimea junto al Mar Negro, su amigo Hylas fue a buscar agua para saciar la sed y no regresaba. El semidiós hercúleo dejó que las naves de velas azafranadas en que habían venido partieran, porque no quería irse sin su camarada. En la costa, que también fue tierra ensangrentada por los valerosos guerreros escitas, no cesó de resonar el grito desesperado de Hércules: "¡Hylas...!, ¡Hylas...!" Pero el pobre infortunado no respondía. Se había ahogado en un manantial tras caer hechizado por una náyades que le erotizaron aprovechando su sed. Trató de contestar y la voz se le perdió dentro del agua, saliendo a flote un débil gemido entre burbujas. Los aficionados al fútbol sentimos la misma pena el pasado sábado al ver caído a nuestro equipo y en el fondo de nuestra alma lanzábamos alaridos llamando a nuestro ídolo: "¡Darío...!, ¡Darío...!", pero Darío no estaba. Las procelosas sílfides de las lesiones lo tenían apartado de los terrenos de juego y sin Darío no somos nada.
De pie: José Juan, Fran, Orlando, Marco Antonio, Carlos, David García, Claudio, David Cordero, Alberto, Darío y Claudio (ayudante).
Agachados: Luis, Alejandro, Joel, Rayco, Kevin y Rubén.
Dicen que un equipo no lo hace un solo jugador, pero el Teror cadete no ha ganado ningún partido en el que Darío no participara. Este equipo es Darío y diez más, aunque nos cueste reconocerlo. Somos como el Barça de Cruyff cuando estaba en activo como jugador: ocho soldados rasos, dos tenientes y un mariscal. Tenemos un conjunto válido para defenderse y destruir el juego atacante, ineficaz para llevar el peso del partido y que sólo asoma tímidamente arriba en algún esporádico contraataque. Cuando llegó el descanso con cero a cero en el marcador, a buen seguro el míster hubiera firmado el empate. Las mejores ocasiones habían sido del rival y así seguiría siendo en la segunda parte.
Claudio fue la gran figura del partido
Hubo dos destellos que nos engañaron como espejismos. La gran jugada de Claudio que, enfilando desde el medio del campo la portería contraria, se llevó cuanto se le puso por delante para ceder a la derecha a un compañero que luego se la devolvió con un buen centro para que marcara el propio Claudio. Fue una jugada al más puro estilo de Perico Alonso cuando militaba en el Barcelona o defendía la camiseta de la selección española en el Mundial de 1982. Otra internada de David García fue preciosa por el exquisito regate, cambiándose el balón de pierna tan rápido como un rayo se abate sobre un torreón eléctrico. Aunque acabó errando al disparar hacia el cuerpo del portero, merecía la suerte suprema del gol. Me recordó al mallorquín Soler que jugaba en el Barça. Y nada más. Hubo algunos fueras de juego en los que incurrieron Kevin, Luis y Orlando. Eso fue todo el bagaje ofensivo de la UD Teror y con esa batería de fuego no nos bastó para alzarnos con la victoria.
David García despuntó y brilló con luz propia
Aunque nos adelantamos en el marcador con el primer tanto de Claudio, el CD Roque Amagro fue tomándonos la medida y creciéndose al ver que sólo teníamos lo que habíamos puesto sobre el terreno. Ya se habían hecho los cambios y notaron que en aquel Teror faltaba algo. No era tan fiero el león como lo pintaban anteriores resultados o nuestra mejor posición en la tabla. Pronto se dieron cuenta de que allí no concurrían Darío ni Alberto ni Cristian y se fueron a por el partido. Se debieron decir para sus adentros que si no ganaban ahora no lo harían nunca. Y eso hicieron. Fue toda una lección de impotencia y humildad la que nos dieron en este partido.
El entrenador observando un lance del juego
No pasa nada. En el fútbol hay que saber encajar las derrotas como deportistas. No debemos hundirnos. Nada de caer en el desánimo. Aquí se viene para crecer como jugadores y comprobar si están sirviendo de algo los entrenamientos. Lo malo es que todos juegan como al principio de la temporada, sin que se detecten progresos. Eso sí que me parece preocupante. No veo que a ninguno se le note que está entrenando tres veces por semana. Si me dijeran que se dedican a jugar al dominó lo creería, porque no tienen ni más fondo físico ni mejor técnica. Y claro, el entrenador no iba a tener siempre la suerte de otras ocasiones. En este encuentro se nos acabó la potra y ahora tenemos que afrontar la cruda realidad de que sin la participación de Darío a lo largo de la liga hoy estaríamos en la cola. Continúa el abuso del patadón a la pelota para lanzarla al aire sin criterio ni precisión en el pase. Ése es el mayor defecto del Teror como conjunto: apenas nadie trata con cariño al balón o con buen juicio. Si prosiguieran jugando así terminarían espantando al público más fiel y harían dormir hasta al masajista. Algún jugador, como es el caso de mi hijo Rubén, está tan verde que no debería salir del banquillo. No muestra velocidad, ni fuerza, ni garra, ni recuperación de balones, ni nada de nada. Dando pasecitos hacia atrás no se enfila la portería del adversario. Eso me recuerda a otros jugadores, especialmente del Teror infantil, que ya se creen figuras por haber sido convocados para jugar con los cadetes y en realidad son blandos y delicados como bailarinas de porcelana. El fútbol requiere de atletas, no de jugadores de la baraja.
Darío, el jugador que reinventa el fútbol cada vez que toca la pelota
VALORACIÓN INDIVIDUAL
Fran (7): En el primer gol le dejaron vendido los defensas. En el segundo hizo una meritoria estirada a pesar de que lo tapaban, pero era un fusilamiento imparable. Estuvo en su línea de siempre. Es un hombre con grandes cualidades porque es muy ágil y flexible. Algunas salidas que parecieron alocadas las resolvió bien. Debe imponer más autoridad a lo que hace para transmitir más seguridad a sus compañeros, sobre todo en los despejes de puño cuando el balón viene por alto. También tiene que despejar con los pies, sin acomplejarse, cuando la situación lo requiera.
Joel (6): Es el superhéroe de la línea defensiva. Implacable. Irreprochable. Un seguro de vida. No tuvo uno de sus mejores días. Se le veía con un bajo tono físico. Tuvo algo de culpa compartida en el primer gol encajado. Por lo demás, firme en su papel de bastión seguro en la defensa. Su juego tan parecido al de Tonono lo convierte en un futbolista entrañable. Es como un sacacorchos para arrebatar los balones a los contrarios.
Marco Antonio (4): Prototipo de jugador que no saca ventaja de sus virtudes. Tiene un potente disparo, pero no lo utiliza. Podría despejar de modo más contundente, pero apenas lo hace. Jugó de manera alocada a ratos, desubicado por momentos. No fue su día, como por lo demás tampoco lo era para el resto de sus compañeros.
Marco Antonio, el central de labor eficiente y tranquila
Carlos (5): Con él atrás tenemos un prodigio de lateral en el corte. No se arruga ante nada ni nadie. Lástima que no tenga proyección atacante ninguna. A veces despeja con sentido, aunque normalmente hace el papel de apagafuegos echando balones arriba o fuera, sin criterio. Encarna el espíritu de este equipo: preparado para defenderse, pero inerme en las labores ofensivas.
Carlos, un lateral expeditivo y contundente
David Cordero (5): Encarna la elegancia y la valentía. Va bien en el juego aéreo, tanto, que se empeña en jugar siempre los balones por arriba. Debería demostrar que es capaz de rasear la pelota y dársela a los compañeros en condiciones para que puedan jugarla. Es otro baluarte de nuestro sistema defensivo. Ahora bien, no sube mucho, quizás porque sabe que tendría que volver a bajar y necesita más resistencia cardiovascular para resistirlo.
David Cordero, un superclase que se juega el físico en cada partido
Luis (7): Se fajó como extremo derecho y de sus botas nació la asistencia que Claudio convirtió en gol. Es muy bravo y luchador. Un hombre de banda que se vacía y da todo lo que tiene. Este hombre va por el buen camino. Puede llegar a ser una figura. Por su batallar es imprescindible. Por su ala y de sus botas llegó todo el peligro.
Luis, un pura sangre que lo da todo con furia
Rayco (7): Bregó cuanto pudo en el centro del campo con ademanes de perro viejo en el oficio. No tuvo arrestos para zafarse de los contrarios y pisar el área para probar suerte con el disparo. Lo intentó, pero no pudo. Da la impresión de necesitar más forma física, como el resto de sus compañeros. Da la cara y comparte el peso del equipo con Claudio, lo malo es que tampoco tienen a su lado interiores o extremos fiables que los apoyen o en los que apoyarse.
Rayco, un bregador incansable que siente con gran pasión el fútbol
Claudio (9): Hizo todo el trabajo de motor del equipo junto con Rayco. Trató de serenar el juego y bajar el balón para repartirlo con sano juicio. En un arranque de coraje desequilibró el encuentro partiendo desde el círculo central y driblando a todo el que se le cruzaba. En lugar de emborracharse de balón y perderlo, tuvo la inteligencia de pasarlo a la derecha para después rematar a puerta el centro que le devolvieron. Gran jugada para el recuerdo como tantas que él hacía cuando era un niño. Demostró que el que tuvo, retuvo. Dio la impresión de encarrilar el encuentro, pero ya no hubo fuerzas o clarividencia para enhebrar otra pared que culminase en las redes de la portería contraria.
David García (6): Es un futbolista brillante por su calidad técnica pero parece desinteresado en darle continuidad a su juego. Su brillo es intermitente. Durante largos minutos desaparece. De todos modos, se le vio más luchador que de costumbre, y en una ocasión realizó una jugada de auténtico crack que por poco no culminó en un golazo. Si hubiera logrado disparar más ajustado al poste y no al cuerpo del guardameta estaríamos hablando de un gol histórico propio del auténtico líder de un equipo. Por desgracia, todo se quedó en un quise y no pude, pero cuidado, que aquí hay madera para conseguir un jugador habilidoso que te puede salir por donde menos te lo esperas.
Orlando (5): Luchó a su modo, más sin el balón que con él dominado. Se le nota que es un debutante en su primer año. De todos modos, por sus dotes atléticas se ha convertido en la gran esperanza de cara al año próximo. A este futbolista todo se le perdona porque tiene estilo propio y no da nunca un balón por perdido a pesar de las patadas que recibe. Es más espectacular que efectivo, pero con él los rivales no se pueden descuidar porque es rápido y va a dar más de un disgusto cualquier día, como de hecho ya lo ha dado en forma de goles y creando ocasiones de peligro.
Rubén (1): No aportó nada al equipo. Jugó de entrada por su buena condición aeróbica. Tiene todo un mundo por delante que mejorar, porque todos los jugadores con los que se tropieza le roban la cartera sobre el césped. Bajó bien un balón recibido y dio dos o tres entregas hacia atrás, sin encarar a su marcador. Parece que jugara atemorizado ante la envergadura de los futbolistas a los que se enfrenta. Falto de velocidad, fortaleza y contacto físico, su juego es demasiado inocente como para esperar que aporte algo positivo al equipo.
Rubén, un jugador que aún está en sus inicios
Alejandro (5): Es el paradigma del jugador que hace todo lo que debe de modo correcto siempre que no se le pida mucho. Es decir, puede hacerse el dueño de su zona pero no anda tan sobrado de fuerzas como para subir demasiado arriba. No entiendo por qué el entrenador le ordenó quedarse atrás en los libres directos, sobre todo cuando el equipo estaba perdiendo y quedaban pocos minutos para que el árbitro pitara el final. Creo que en esos momentos supone una táctica cobarde no echar todo el equipo arriba, pero el míster es cauto y sabe que en la siguiente contra nos pueden meter otro y empeorar las cosas, puesto que tampoco es que seamos tan efectivos en los lanzamientos a balón parado.
Alejandro, el lateral que siempre cumple por su banda
Kevin (6): Este muchacho lo intentó todo y creó una constante sensación de peligro. A pesar de no conseguir marcar, fue una pesadilla para los rivales. Es una pena que sea tan irregular en los entrenamientos, porque tiene buen disparo, y lo que es más importante: hambre de gol. Por su constitución fornida los contrarios le temen y los compañeros no lo valoran como se merece. Si se sacrificara más en los entrenamientos y fuera más constante, sería un ariete clásico de los de antes, al estilo del bombardero Gerd Müller que jugaba en el Bayern de Munich. Su irregularidad demuestra que hasta para el fútbol es necesario tener cabeza y estar centrado en lo que se hace.
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