EL TINGLADO ZAPATERISTA
Dicen que vivimos en una época de crisis y así la llaman para justificar los cambios que van a imponernos. En lugar de negociar la agilización de los trámites que conlleva crear una empresa en España, parece que discuten sobre cómo abaratar el despido. Lo primero crearía empleo, lo segundo está por ver si no contribuiría a destruirlo. Creo recordar que en Australia se necesitan de dos a tres días de papeleo burocrático para fundar una marca, un negocio, una sociedad lucrativa; mientras que en este país de países se requieren como mínimo 45 días, y eso si los permisos de apertura no se retrasan más de un año.
La denominada burbuja inmobiliaria comenzó con el aznarismo y llegó a su culmen bajo el tinglado de Zapatero. Es como si en una urbanización con espacios libres para el asueto se hubieran dedicado a recalificar los terrenos de los jardines con el fin de construirlos. Acabados los solares, una vez rellenado todo con cemento, muchos de los que compraron los nuevos pisos fueron despedidos de sus trabajos directamente relacionados con la albañilería, las instalaciones eléctricas y la dotación mobiliaria de esos mismos edificios, con lo que mucha gente se vio sin poder hacer frente a las hipotecas cobrando exiguos subsidios del paro.
Antonio Fraguas de Pablo, "Forges"
En lugar de aprovechar los años de bonanza para regenerar el palideciente tejido industrial patrio, el presidente socialista se lanzó a practicar una política clientelar y populista en la que todo lo cubriría el papá Estado. Esquilmadas las arcas públicas, ahora Zapatero rompe la hucha de los abuelos y mete la mano en los bolsillos de los que trabajan a sueldo controlado.
Ángel Rodríguez Idígoras y Francisco Javier ("Pachi")
Lo que está haciendo este zascandil leonés me recuerda a esa mujer de Getafe que, tras apuñalar a su marido, lo depositó muerto en el balcón y se puso a platicar con el cadáver. Ahora es cuando su ministro de Fomento José Blanco se viene a dar cuenta de que en España hay demasiadas administraciones superpuestas, demasiados altos cargos repetidos, demasiadas canonjías inútiles, demasiados chupatintas de florero. Mira que desde las elecciones del año 2004 no han tenido tiempo para caerse del guindo. Ellos, que tan alegremente babelizan la cámara del Senado en la que ahora los españoles para hablarnos y entendernos necesitamos traductores simultáneos.
Ricardo Martínez y Nacho Moreno
Lo que ocurre en esta piel de toro que algunos conocen por Celtiberia consiste en algo muy simple: nos han pedido que paguemos religiosamente a la Hacienda Pública año tras año, pero da lo mismo, porque los gobernantes se han dedicado a gastar muy por encima de nuestras posibilidades. Pensemos, si no, en esa socialista de nuevo cuño, Carmen Pereira, delegada del gobierno en Extremadura, que moviliza a la Guardia Civil para que le traigan una copia de las llaves de su casa en posesión de su asistenta particular, porque las suyas las ha extraviado. O en ese alcalde socialista de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, que se va en avión a Barcelona para asistir a una final de la Copa del Rey y ordena a sus subalternos que acudan con antelación en coche oficial para recibirle en el aeropuerto y trasladarle por la ciudad condal, como si fuera un sultán de Córdoba en la época de los califatos.
Andrés Rábago García, "El Roto"
Cuando se tienen gobernantes indocumentados uno comprende por qué ese empeño en desasistir al sistema educativo restándole autoridad a los profesores y vaciando de valor la promoción de curso permitiéndola con asignaturas suspendidas. Quieren una masa analfabetizada para que no se enteren de lo bajo que han caído ellos. Pretenden pasar por Castelares frente a una plebe degradada por la telebasura a la que ningún político pone coto ninguno. Y lo peor de todo es que, cuando se llega a la cúspide política del gobierno pretendiendo recibir clases de economía en dos tardes, puede sucederte que cuando comienzas a tomarle el pulso a la materia te llamen por teléfono Barack Obama y Ángela Merkel para tirarte de las orejas porque la nación se está yendo al carajo por el sumidero del gasto incontrolado.
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