POÉTICA
"Femme dormeuse"
(Mujer durmiente)
Tamara de Lempicka
(Varsovia, 1898 - Cuernavaca, 1980)
Te trajeron de golpe los violines
y eras algo más rubia de lo que yo esperaba,
pero bella y letal como veneno.
Y era una especie de traición tu cuerpo
mientras ibas tomando mi casa pieza a pieza.
Para alcanzar los últimos rincones
te adelgazaste en besos, pasos, ecos.
Eran tiempos muy duros. No era fácil vivir.
Por eso madrugué por los despachos.
Volví mañana, les expuse el caso
y conseguí un empleo para ella:
tras mirarla a los ojos -al menos eso dijo-
le entregaron la llave más preciada,
pusieron a su cargo el alumbrado.
Yo hice lo que pude, lo que en mi mano estaba.
Y no la he vuelto a ver:
aquella misma noche me cortaron la luz.
Yo no sé si la quise, pero andaba conmigo,
me guiaba su risa por la ciudad tan gris.
Ella tenía en su boca colinas de Ketama
y el cielo de sus ojos me pintaba de añil.
Yo vi tantas estrellas como ella puso siempre
en aquel cielo raso como un paño de tul.
Ella llevaba el pelo como la Janis Joplin
y los labios morados como el Parfait-Amour.
La he perdido en un bosque de jeringas brillantes
por donde nos decían que se llegaba al mar.
Se fue sobre un caballo de hermosos ojos negros,
por más que yo me muera no la podré olvidar.
Bajo el cielo ceniza me conducen mis piernas.
Esta noche no tengo ni esperanza ni amor.
Sólo queda el calor de mi pobre navaja.
Hoy me he visto la cara de un retrato-robot.
A pesar de sus ojos he salido a la calle,
a pesar de sus ojos me ha tocado vivir.
En un barrio de muertos me trajeron al mundo.
Esta noche canalla no respondo de mí.
DIECINUEVE DE MAYO
Existe una razón para volver.
6 de la madrugada de la calle Lucena,
donde los basureros y el sereno
tenían su eterna cita
con el café con leche y el aguardiente seco,
adonde los borrachos concluían
la noche soñolienta del vino repetido.
19 de mayo. Pensión Fátima,
en donde la pregunta del abrazo desnudo
supo al fin el porqué de tanta lucha,
la clave del sudor sobre las sábanas
y la virginidad redonda, amanecida,
reconoció la llave de su casa madura,
con una verde mano le puso rumbo exacto
y la llevó a su centro
y siempre, siempre, siempre
nació allí la tormenta del esperado amor
como un racimo.
"Chambre à Arles"
(Habitación en Arles)
Vincent Willem van Gogh
(Zundert, 1853 - Auvers-sur-Oise, 1890)
¿Quién hubiera pensado
que la 3ª planta,
la habitación oscura,
el urinario sucio,
las hojas del diario clavado en la pared
y la maceta artificial,
el plástico
de las flores chillonas
iban a ser testigos
de aquel incandescente poderío,
de tanta luz sin freno,
de aquella tempestad acribillada?
Después de tantos pájaros
persiste en los teléfonos del aire,
en alta mar aún vive
y es el regreso un tramo de la vida.
Existe una razón
para volver a la ciudad del gozo,
a la pequeña aldea de la pensión barata
y las comadres
raídas en la esquina.
Existe una razón
para aquella manzana de casas apagadas,
para una turbia calle
que fue la geografía de mi primer amor,
el mapa donde tuvo mi gran pasión su cuna.
(Poemas de Javier Egea extraídos de Internet)
Javier Egea no soportó seguir viviendo a los 47 años
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