miércoles, 2 de febrero de 2011

Peor es la guerra con sus hospitales de campaña



VISITA AL GALENO

En la consulta médica me siento
como en un tanatorio
en el que el difunto fuera yo.
Te hacen preguntas
(no debe haber secretos)
sobre alergias, operaciones,
antecedentes, síntomas y dolencias.
Las sensaciones dan lugar a equívocos



y precisar el diagnóstico
es la puntería del proctólogo,
una materia sensible de calculable precisión.
Las heces deben arrojar alguna pista,
la presencia de sangre suele ofrecer
campo para el análisis. Extraerla es el óbolo



con el que puede convertirse
en un arúspice el doctor.
Los pacientes aguardan nerviosos
y resignados en la sala.
Una enfermera va pronunciando
sus nombres de vez en cuando



mientras en los semblantes
se dibuja un rictus desolador.
Atrapados contra nuestra voluntad,
sedentes, la esperanza es el único acicate
para superar este mal trago.


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