Jorge Riechmann Fernández
(Madrid, 1962)
ESTÁS FUERA DE LA REALIDAD
Si la realidad es California,
Perú está fuera de la realidad.
Si la realidad es Bangladesh,
Baviera está fuera de la realidad.
A quien se declara realista
hay que preguntarle, lo primero,
realista de qué realidades.
PLAZA DE LOS VIVOS/
PLAZA DE LOS MUERTOS
¡Que no salga en la foto
el hombre que recoge la basura,
la mujer que pide limosna
o en su defecto el azúcar estuchado,
la niña que se prostituye para el tour-operator,
el niño que cose zapatillas olímpicas,
el viejo que no sabe donde sentarse,
las ancianas cuyas manos son auténticas raíces!
No decimos que a su manera no sean fotogénicos
y es cierto que no carecen de color local, pero
¡no para esta foto que es mi foto!
¡Que se muevan
y no salgan en la foto!
RITMOS BAILABLES
Las chicas practicando
la dieta del pomelo
porque llegan los meses del biquini
y en África cayendo
la esperanza de vida
diez años en un único decenio.
APRENDER A HABLAR
En el abismo del bostezo se pierden
las palabras inertes de la izquierda
que no sabe orar, no sabe maldecir,
no sabe leer, no sabe callar,
no sabe piropear ni cantar.
Una izquierda disléxica que confunde
el consumismo con el comunismo,
la alineación con la alienación,
las necesidades con las necedades,
las sinergias con las inercias,
los servicios con las sevicias.
Una izquierda que parlotea
demasiadas palabras hueras,
pero le faltan precisamente las que harían falta
y ni siquiera ve el hueco de la palabra con médula.
Una izquierda que debe
meterse piedras en la boca para hablar.
SCHRÖDER Y BLAIR PRESENTAN UN MANIFIESTO PARA LA MODERNIZACIÓN DE LA IZQUIERDA
Modernizar la izquierda quiere decir
transformarla en derecha.
En cambio, modernizar la derecha quiere decir
convertirla en una derecha más despiadada,
más eficaz, más consecuente, más fibrosa, más dura.
En esta asimetría melancólica consiste
la vida política del capitalismo
desde hace medio siglo.
NEWSLETTER DE UN PROYECTO EUROPEO
Teleactividades urbanas,
telemática y desarrollo,
teledemocracia, teleadministración,
teleservicios para las microempresas,
mercados de las telecomunicaciones,
teleeducación, telemedicina, teletrabajo.
Esto ya lo decía mi abuela: el telele.
BILL GATES LEE EL MANIFIESTO COMUNISTA
Consúmete consumiendo,
préstate a que te prestemos,
deja que te informe la información,
adora lo que te explora,
reproduce lo producido,
autoriza mi autoridad.
Sé sincero: grita desde la garita.
Sé honesto: resume la suma y llévate el resto.
Sé limpio y puro: golpea la cabeza
del niño contra el muro.
Negociando se entiende la gente,
el proceso no tiene fin,
tiburones libres en el mercado libre,
libremercado para libremercancías,
ética en los negocios,
quien al cielo mea en su cara le cae,
la guerra para quien la trabaja,
el interés compuesto no tiene sexo,
injerencia humanitaria en defensa de la raza aria.
Quien roba a un ladrón tendrá cien años de sanción,
en casa del banquero cuchillo para el trabajo,
sé tú mismo: transgrede la transgresión,
sé tú mismo: disfruta cuando tortures,
sé tú mismo: rodea el círculo,
se acabó la utopía, empieza el tanto por ciento.
Imita tu propio mito.
Engrasa la grasa y llévatela para casa.
El Gran Hermano te vigila: ponte a dieta.
Caga lo que comes. Come lo que cagas.
Devórame otra vez.
Sólo los caníbales saben lo que es amar.
Goza, goza, goza, goza.
¿Y para qué movimientos sociales
habiendo movimientos peristálticos?
En el vientre de la Bestia la política
es una secreción de jugos gástricos.
LIQUIDACIÓN POR CAMBIO DE NEGOCIO
El Caribe, el Mar Rojo,
las islas del Pacífico.
Visite los sobrantes de selva tropical,
los restos de tundra, los arrecifes de coral
antes de que el desorden carbónico
acabe con los últimos.
Vuelos baratísimos,
sexo baratísimo con niños y muchachas,
exotismo -nada más que lo justo- igualmente asequible,
descuentos especiales para funcionarios.
Relájese consumiendo su buena tajada del mundo.
Mastique a dos carrillos,
visite los últimos paraísos
antes de que cierren por cambio de negocio.
Tanta belleza tan barata.
Visite sus posesiones coloniales.
(Poemas extraídos del libro de Jorge Riechmann: La estación vacía, Valencia, Germania, 2000, pp. 119)
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