lunes, 7 de marzo de 2011

De quien sabe cómo y de dónde son los cantantes


Alexis Díaz-Pimienta
(La Habana, 1966)

DISCURSO A LOS POETAS DEL CENÁCULO

Tarde o temprano vamos a morir de lo mismo,
de mujeres ajenas y de versos robados,
de poemas redondos y lectores cuadrados,
de ignorar que el espejo padece astigmatismo.

Tarde o temprano el polvo sepultará el lirismo
y sangrará en las voces un verbo desvirgado.
Pero ahora poco importa, vivamos el pasado:
toda premonición tiene algo de espejismo.

Allí está la señora Posteridad, oyendo
cuál de todos nosotros se equivoca leyendo,
cuál es más reverente, cuál más iconoclasta.

Nos mira, nos escucha, sabe que no hay apuro,
que de todas maneras para el lector futuro
con una sola coma que esté bien puesta, basta.



FIESTA DE DISFRACES

La vida es una fiesta de disfraces
en un cuarto de espejos invertidos
y nos probamos máscaras y frases
y risas y disgustos y vestidos
y besos y zapatos y antifaces
y libros y condones y latidos
y corbatas y miedos y qué haces
y cómo estás y miércoles y olvidos.
La vida es una fiesta de disfraces
con máscaras y rostros confundidos,
con espejos farsantes y veraces,
con ojos sordos y ciegos oídos.
La vida es una fiesta de disfraces:
eterna danza entre desconocidos.



LLEGADA DE UN INTRUSO

Se ha colado en el baile un atrevido
con la cara al desnudo y, por supuesto,
le hemos negado hasta el saludo: un gesto
bastó para entender lo sucedido.
¿Y sus máscaras qué? ¿Se le han perdido?
¿Es temerario? ¿Es un suicida presto
a que lo reconozcan? Indispuesto,
cambié de máscara y seguí escondido.
Se detuvo la música. En los vasos
se evaporaron vinos y cervezas.
No se sintieron sístoles ni pasos.
No se movieron manos ni cabezas.
El atrevido, al fin, cayó en pedazos
y el baile continuó sobre sus piezas.



CARPE DIEM

Todos los días, a la misma hora,
unos se visten, otros se desnudan,
unos dicen adiós, otros saludan,
alguien ríe a mansalva y alguien llora.
Todos los días, a la misma hora,
unos afirman ser lo que otros dudan,
unos fijan su sitio, otros se mudan,
alguien dice "después" y alguien "ahora".
Cada día, en el mismo instante escaso,
alguien lee un poema, alguien lo escribe,
alguien deja de andar, alguien da un paso,
alguien da besos, alguien los recibe,
alguien muere, alguien nace... pero acaso
todos los días el ayer prescribe.



IDENTIDAD

Por la mañana no nos parecemos
al ser que fuimos antes de acostarnos.
Llegamos al espejo y al mirarnos
a duras penas nos reconocemos.
Nos asustamos o nos sorprendemos
(según nuestra afición a enmascararnos)
y en voz baja solemos preguntarnos:
"¿De dónde usted y yo nos conocemos?"
Por la mañana (legañoso todo:
dentífrico, agua, vidrio, enjabonarse),
todos somos el otro, el del apodo,
el que temía, incluso, enmascararse.
Por la mañana nadie encuentra el modo
de saber si es o no quien fue al acostarse.



OTRA TARDE EN BARAJAS

Definitivamente, un aeropuerto
no pertenece a una ciudad concreta.
Es un país ecléctico, un desierto,
una ciudad portátil e indiscreta.
Un aeropuerto es frío e indulgente,
no hace amistad, no ríe, no saluda.
Su transparencia es blancamente muda.
Su limpieza es brutal, incoherente.
Un aeropuerto se maquilla tanto
-escalera mecánica, altavoces,
puerta automática...- que no tiene encanto,
que no es palpable, teme que lo roces.
Y tú te vuelves sombra y desencanto:
andas contigo y no te reconoces.



Definitivamente, un aeropuerto
es polvo de otras suelas, tierra ajena
a la tierra en que se halla, tiempo muerto,
aire enlatado, bilingüismo y pena.
Los pasajeros beben, compran, fuman,
leen revistas que no dicen nada.
Las cafeteras hacen ruido, ahúman.
La moza de limpieza está cansada.
Los niños corren, los padres suspiran,
los viejos tosen yendo a los lavabos.
La azafata... los mapas... los cristales...
Suena una voz. Hay un reloj: lo miran.
Doblan la prensa y huyen como esclavos
desde un frío aeropuerto a otros iguales.



EN LA PISCINA DEL HOTEL SEVILLA

Esa muchacha de la piel oscura,
la que besa y abraza al europeo,
la de las trenzas falsas, la que apura
una cerveza Hatuey, la del seseo

impostado en su argot de tierra dura,
de barrio bajo, de hábil cubaneo;
esa muchacha, la de la cintura
como un violín tensado de deseo;

esa muchacha con la noche puesta
a lo largo del cuerpo, la que acuesta
toda su sombra sobre el sol de Europa;

esa muchacha ignora que yo existo,
que le escribo un poema, y que la visto
con versos, mientras él quita su ropa.



SEGUIDILLA DEL BALSERO
O RAPSODIA DE AGOSTO

Sosténme, balsa bendita,
sobre mi propia esperanza.
Confía en mi voz y avanza.
Sosténme, balsa bendita,
ahora que una aleta grita
su hambruna de martes trece.
Paciencia, a ver si aparece
algún buque fantasmal.
Noche, miedo, espuma, sal,
ciudad que desaparece.
¿Hacia dónde vamos? ¿Quién
nos indicará el camino?
Viento del sur, remolino,
laberinto hacia el edén.
Hablen poco, remen bien,
seremos ricos mañana,
digan adiós a La Habana
brújula loca, terral,
oh, balsa, bálsamo, bal...
oh, madre, oh, Virgen reglana.



¿Hacia dónde vamos? ¿Dios
nos indicará el camino?
Agua, sol, Willy Chirino,
qué hambre, qué frío, qué tos.
-Vamos a remar los dos.
-Asere, cállate un poco.
-¿Loco?- que te calles. -¿Loco?
Good morning, good bye, yes, yes,
jamón, coca-cola, inglés,
Pluto y el Pájaro Loco.
Oh, balsa, bálsamo, bal...
oh, tromba de agua infinita.
Rema, reza, llora, grita,
canta el Himno Nacional.
¿Es la génesis del Mal?
¿El apocalipsis del Bien?
¿Hacia dónde vamos, men?



La Calle Ocho es una ola.
Pasa cerca una "bal-sola"
y yo estoy solo también.
Cojímar hemingwayano.
No te preocupes, mi hermano,
"happiness is a warm gun".
Madre fue a comprar el pan.
Madre solloza en la orilla.
Madre nada en su mejilla.
Madre no cree en Supermán.
Sosténme, balsa bendita.
Sosténme, Virgen reglana.
Sosténme, vieja patana.
Sosténme, balsa maldita.
Sosténme, Jane y Chita.
Juan no, Johnnie es que me llamo.
Sosténme, mujer que amo.
Sosténme, Dios, si me quieres.
Madre, no te desesperes:
cuando llegue te reclamo.



FINAL DEL VIAJE

Si has descubierto
que todos los oráculos engañan,
que todos los caminos llevan a ti mismo,
qué harás con tus próximos miedos.

Si has descubierto
que los astros mienten
-o quizás se equivocan-
qué vas a hacer con tus maledicencias.

Si has descubierto
que la vieja gitana, la del pañuelo rojo,
lleva siglos timando a los viajeros,
qué harás con tantos manuscritos,
con tantas novias esperando flores.

Si has descubierto
que en la vida también
eres un simple pasajero de tránsito,
qué harás, dónde lo harás y cuándo.

(Poemas del escritor cubano Alexis Díaz-Pimienta tomados de su página web y de su libro titulado Pasajero de tránsito publicado por el Ayto. de Las Palmas de Gran Canaria, Imprenta Pérez Galdós, 1997, pp. 84)


2 comentarios:

  1. Hola Andres, estoy de visita y me encontrado con su blog. mea ha parecido muy original , sus poesías reflejas actos cotidianos muy diversos que me han llamado la atención.
    Le invito a quedarse si le es de su agrado en mi blog «Estoy a tu lado» Creo que le cautividad, aunque sea la propietaria quien se lo diga jajaj!!
    Le dejo un beso de ternura
    Sor.Cecilia

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  2. Graciasssssssssssssss, por publicar mis poemas. Gracias por ilustaralos y compartirlos. Un abrazo

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