MI PADRE SALE
A BUSCAR SU MUERTE
Faltaban todavía doce días
para que se muriera,
pero: ¿cómo saberlo o sospecharlo?
Murió entonces un viejo conocido
y a velarlo acudió, según costumbre.
Menudo temporal, iba pensando.
Pensó también que el muerto
más o menos sería de su quinta.
Y pensó en regresar rápido a casa
para evitar huyendo en lo posible
el buido relente de los páramos
y las nieblas insanas del Bernesga.
"Procesión en la niebla"
(1828)
Ernst Ferdinand Oehme
(Dresde, 1797 - 1855)
Pensó que a cierta edad ha de cuidarse
un hombre, si es que quiere
trasponer el invierno.
Pensando en tantas cosas se distrajo,
no supo dónde estaba, tan extrañas
le parecieron casas, plazas, calles.
Nada reconoció de su ciudad,
y tuvo miedo. Acaso pensó que él era el muerto.
Todo duró un segundo, nos diría,
sin saber qué pasaba, como un perro.
Encontró el tanatorio, el mismo que
doce días después le acogería,
deslizó su tarjeta en la bandeja
por bien labrados usos provincianos,
y deshizo el camino. "Me he perdido"
repetía asustado, y encontraba
insólito aquel hecho,
repetía asustado, y encontraba
insólito aquel hecho,
sin comprender que era la muerte
la que empezaba a borrarle de los ojos,
la que empezaba a borrarle de los ojos,
sin duda por piedad, todo lo que los ojos
durante ochenta años bien cumplidos
por amor, como un pan, habían amasado.
(Poema escrito por Andrés Trapiello)
Andrés García Trapiello
(Manzaneda de Torío, León, 1953)
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