Pintura rupestre africana
LA
DIVISIÓN DEL TRABAJO
La
tribu de los narigones habitaba hace 11.000 años en unas cuevas encaramadas
sobre una ladera, lo que les confería una sensación de mayor seguridad frente a
los ataques de carnívoros y enemigos, aunque también les originaba el problema
de implicar dificultades de acceso a sus ancianos, enfermos y malheridos.
Cenobio de Valerón
Santa María de Guía
(Gran Canaria)
Estos
primigenios seres humanos eran unos cromagnoides que para sobrevivir se habían asignado
las tareas en función de sus cualidades. Los hombres se habían especializado en
la caza y en la lucha por defender el territorio. Las mujeres se habían
concentrado en realizar labores de reparación y lavado de ropa, preparación de alimentos
y cuidado de niños, especialmente durante los largos periodos de gestación. De
vez en cuando salían a recolectar frutos, siempre acompañadas de guerreros por
si sufrían una emboscada, pues a los hombres prehistóricos les urgía raptar
mujeres de tribus vecinas para expandir su prole y asegurar el futuro de su
estirpe.
Cazadores trogloditas preparando fuego
A
ellas también les encantaba juntar ristras de abalorios con las que adornarse.
Gran parte de su tiempo lo invertían en la elaboración de aretes y pigmentos para
aumentar su poder de atracción y establecer una posición social dentro del
grupo. Ellos se valían de estos ornamentos con el fin de intimidar y señalar su
poder. Hoy podríamos verlo como coquetería superflua o frívola, pero en
realidad implicaba la pérdida, el mantenimiento o la adquisición de una
jerarquía que resultaba vital para el desenvolvimiento diario y sus
expectativas de prosperidad.
Otro
clan próximo, el de los occipitones, estaba formado por una mezcla variopinta de
individuos errantes que habían sido agregados. Sus jefes
principales, no obstante, eran de ascendencia neanderthal. Compartían las
labores domésticas, recolectoras, bélicas y cinegéticas, actuando como un “todos
para todo”. No tenían capacidad de discernimiento para comprender la
importancia de la especialización como sinónima de un mayor rendimiento. Si
había que cazar, salían los que en ese momento se encontraban disponibles, con
ganas y en buen estado. Si tenían que defenderse de un ataque, actuaban todos
arrojando piedras y enarbolando ramas de árboles. Era como una forma de
democracia prehistórica. La palabra “solidaridad” habría encontrado aquí su
verdadero sentido. Generalmente salían airosos de sus empresas porque les iba
la vida en maniobrar juntos.
Por
desgracia, no hay bien ni mal que mucho tiempo duren. Un anochecer se vieron
sorprendidos por el ataque de los narigones que utilizaron solamente los
hombres más fuertes y curtidos en mil batallas y cacerías. Mientras un contingente
de veteranos lisiados permanecieron cubriéndoles las espaldas para proteger a
las mujeres y niños en las cavernas donde se asentaban, la incursión nocturna de
los narigudos dejó un rastro de alaridos y sangre que aniquiló por completo a
los occipitones.
Escena cavernaria de guerra
Desierto de Tadrart Acacus
(Libia)
Desde entonces, la técnica militar no ha hecho más que irse
sofisticando, y en adelante se impusieron quienes la llevaron al límite. Los
pueblos que se reblandecieron considerando un progreso el que sus miembros compartieran
tareas hogareñas no tuvieron tiempo de entender ni meditar que su modo de vivir
era anacrónico y decadente porque fueron arrasados uno por uno.
Hombres de Cromagnon
(Homo sapiens)
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